Luis Fonsi (San Juan, Puerto Rico, 1987) es una súperestrella y ustedes saben que eso conlleva estela, valga el leve juego de palabras: un enorme equipo le acompaña en procesión, para que no le falte el detalle -la bebida, la mejor luz, el maquillaje, el halago-; la prensa se agolpa en su set, lleva días extenuado, recibe a los feligreses en una planta alta del Hotel Meliá de la Plaza Santa Ana de Madrid y se toma el ajetreo con deportividad y la sonrisa abierta de un hombre eternamente bronceado, de esos guapos canónicos que pareciera que hubiesen venido a la vida a veranear.
No es así, claro: su trabajo le ha costado batir récords mundiales. Con su himno Despacito fulminó los umbrales y se hizo con siete récord Guinness. Pasó a ser el hit más escuchado de la historia de la música, ¿se imaginan lo que es eso? Llevaba ya décadas escribiendo las canciones de amor más desgarradas de nuestra vida -"yo no me doy por vencido, yo quiero un mundo contigo"-, pero su fusión con el papi del reguetón, Daddy Yankee, puso a bailar al planeta entero: a los niños tímidos y a los ancianos que remontaban las verbenas. La transversalidad: qué placer para cualquier creador.
Tuvo reyerta con Maduro cuando intentó usar su copla para fines políticos, cantó delante de los Papas -es un artista muy religioso- y redondeó su romance con España al enamorarse en segundas nupcias de una paisana y participar como coach en La Voz con compañeros tan insignes como Alejandro Sanz, Malú o Pablo Alborán. Ahora presenta su nuevo trabajo, La ley de la gravedad, y charla con EL ESPAÑOL | Porfolio acerca de su vida y milagros.
Pregunta.- El rey de la balada romántica y, en los últimos tiempos, también el rey del reguetón. A ti, que has escrito tanto sobre amor, quería preguntarte por él: ¿qué es, como ha cambiado tu forma de entenderlo desde que tenías 18 años y te arrancaste a cantar sobre sentimientos?
Respuesta.- Con el amor, como con todo en la vida, uno va madurando, uno va viviendo y aprendiendo en las buenas y en las malas. Y claro que el concepto de amor va cambiando, pero hay cosas inmutables, cosas que no cambian: sigue siendo el sentimiento más potente, el más hermoso, sigue siendo el núcleo de todo, el centro de todo. En realidad si te das cuenta, lo que todo el mundo quiere en la vida es amar y ser amado.
Esa es la ley de la vida. Para mí además es mi fuente de inspiración a la hora de hacer música. La música evoluciona, sí, cambias de productores y de sonidos, pero el tema que late de fondo es el mismo, que es el amor y que para mí sale de forma natural. Creo que la gente no me lo escucha como algo forzado.
"Para mí, con la mujer no se juega, es el centro de mi música"
P.- ¿Crees que los hombres son menos románticos que las mujeres o eso es un mito que derribar?
R.- Bueno, cada cual allá entiende. Yo creo que en general se puede decir que las mujeres son más románticas, pero hay algunos hombres, como yo mismo, extremadamente románticos. Yo me considero bastante romántico y jamás me ha avergonzado eso.
P.- Dentro del amor y sus tentáculos está el erotismo, el sexo. Desde que irrumpiste en la música urbana, ¿cómo has vivido el antiguo debate de que el reguetón es machista, de que codifica a la mujer?
R.- Yo siempre hablo de mi música, no de la de los demás, y bajo mi eje, la mujer es el centro de todo y ese centro siempre ha tenido todo mi respeto. Cada artista se expresa de forma diferente, cada pintor pinta con colores o técnicas diferentes, pero en mi caso sin mujer no había música y yo la coloco continuamente en un lugar muy especial. No creo que sea justo decir que todo es malo, que todo se hace mal, y aunque hay cosas muy mejorables, te diré que en mi música y en mi trabajo con la mujer no se juega.
P.- Tú has jugado a la sensualidad pero mucho más encriptada. Por ejemplo, en Despacito, cantabais "quiero ver cuánto amor a ti te cabe", o "es que tu belleza es un rompecabezas y para montarlo aquí tengo la pieza".
R.- (Ríe). Sí. Más sutil.
P.- ¿Crees que los hombres habéis sentido cierta presión sexual por tener que estar siempre a tope, por ser máquinas sexuales, como cantáis en las canciones de música urbana?
R.- Bueno, más que máquinas sexuales, yo diría máquinas sensuales. El ser sensual está bien y es sano. Lo que los latinos somos es sensuales, somos cariñosos y abrazamos esa pasión como parte de nuestra cultura. Hay una manera de ser sensual sin ser irrespetuoso…
P.- Pero ¿no os da miedo que la chica en cuestión se decepcione con vosotros después del encuentro sexual de la fiesta, después de todo lo que habéis prometido en las canciones?
R.- No, yo creo que la cuestión es no analizarlo demasiado. Una canción nos da libertad de vivir, nos hace crear un mundo de fantasía, nos hace construir historias, relatos… y nos da la ocasión de decir cosas que normalmente no nos atrevemos a decir. Para mí que los hombres tienen que cuidar ‘despacito’ esa línea entre la sensualidad y la sexualidad. Esa canción tiene juego, tiene doble sentido y lo usa elegantemente.
Además, fue una canción que escribí con una mujer y yo creo que eso se nota, porque lo hablábamos todo el rato. Queríamos que fuese una canción que llegase a todas partes y que pudiese cantar un niño, porque sucede que hay algunos temas que quedan mal cuando son cantados por los niños… como inadecuados…
P.- Eso me lo dicen algunos amigos: "Qué fuerte lo que está cantando mi hijo, cosas que aún no entiende, de ámbito sexual, pero que va a empezar a entender de esta forma". Se preocupan. ¿Cómo lo ves tú, que también eres padre?
R.- Sí, yo soy padre de un niño chiquito, y me pregunto bastante sobre esas cosas, pero no tengo ningún libro de como se hace nada. Vamos lidiando paso a paso, protegiendo a los nuestros y educando como podamos. A mí me gusta hacer canciones que puedan cantar mis hijos.
"Ser sensual es bueno y sano: los latinos somos así, y hay maneras de serlo sin resultar irrespetuoso"
P.- Cantaste ante el mismísimo Papa Juan Pablo. ¿Qué relación tienes con Dios? ¿Crees que Dios baila reguetón?
R.- Tengo una relación muy estrecha con Dios. Me he criado en una familia católica. Lo del Papa lo hice al comienzo de mi carrera, fue en el Vaticano, y fue realmente importante para mí y muy bonito, porque justo estaba yo dando mis primeros pasos y me acogieron así. Pude cantar ante él y además ante millones de personas que sufrían, justo en el Día mundial de la Paz. Fue en el año 2000, ¡ah, dios, 22 años pasaron ya…! Ni me di cuenta.
Fíjate, no es que me hubiera olvidado, pero tampoco hablo de eso todos los días. Gracias a ese concierto pude conectar con un público diferente, con una cultura diferente. También hace unas semanas pude cantar en los Oscar, y en otras ocasiones lo hice frente al Premio Nobel de la Paz, Barack Obama, un personaje que históricamente tiene un peso entrañable. Ahí se me va la vida a través de una canción.
P.- Recuerdo cuando Nicolás Maduro quiso utilizar Despacito para sus fines políticos y ahí fuiste muy claro: ¿cómo fue para ti que se emplease ese himno?
R.- Sí, ligar la música con la política es muy delicado y más cuando se trata de un dictador; es más, cuando agarran tus letras y las cambian sin permiso. Ahí había que reaccionar rápido y lo dijimos: oye, oye, que a nosotros nadie nos pidió permiso. No aprobamos esa versión y por eso en muy pocas ocasiones me he ligado con la política, pero en este caso había que alzar la mano rápido y decir que no contaban en absoluto con mi apoyo.
P.- ¿Recibiste alguna respuesta por parte del Gobierno de Venezuela?
R.- No, ninguna, pero para mí era importante hacerlo para el pueblo venezolano, sobre todo. Yo le quiero mucho a ese pueblo y me ha dado mucho y sé lo que están atravesando, necesitaba que supiesen que ese uso fue no oficial y que tienen todo mi apoyo, que estoy con ellos.
P.- Tú tienes una relación muy estrecha con España, supongo que habrás notado que hay cierta izquierda aquí que coquetea con sistemas como el venezolano. ¿Qué opinión te merece esa romantización del comunismo?
R.- Mira, yo nací en Puerto Rico, en una tierra hermosa llena de mucho amor, de democracia y libertad de expresión. Y ahora vivo en los Estados Unidos y me siento ciudadano del mundo, porque tengo la oportunidad de viajar y de aprender de las diferentes culturas. Respeto mucho la opción y la visión de la gente. Para mí es importante la libertad y poder expresarse con respeto.
Venezuela es un país al que quiero mucho y al que he visto debilitarse y sufrir mucho, de hecho, hace ya como nueve o diez años que no visito Venezuela y eso me da mucha tristeza. Lógico que no me meto mucho con el tema, porque la política no me corresponde, ¿quién soy yo para opinar lo que le conviene a Venezuela? Lo veo desde un punto de vista muy humilde, y desde fuera.
P.- Lo que nos interesa es justo eso, tu propia visión.
R.- Les envío lo mejor y les deseo lo mejor, buena vibra para todo. Lo mejor para un país que me ha dado tanto.
P.- ¿Ante qué presidente, por ejemplo, nunca actuarías?
R.- Ante cualquier dictador, ¿entiendes? Yo no soy fanático de Donald Trump, por ejemplo, pero cambiemos las preguntas, estamos hablando demasiado de política y no me gusta.
"Mis hijos son mitad españoles, mitad boricuas: España es su herencia y les enseño a que la amen"
P.- ¿Cuál es tu visión de España?
R.- Bueno, para mí de chiquito siempre fue una meta llegar a España. "Cruzar el charco", como decimos nosotros. Eso es un logro total. En el año 2000, que fue cuando logré cruzar el charco por primera vez con un disco mío, pues fue un logro total, lo celebré muchísimo. Era "wow, ¡¡llegamos a España!!". Es un lugar increíble con tanta música y un espacio tan abierto para todos, tan acogedor. En los últimos años además me casé con una española, tengo casa acá y he hecho proyectos, además de giras por todo el país.
También he trabajado en su televisión y eso me tiene aún más cerca del público. Paso largas temporadas acá, hago mis vacaciones aquí, tengo mis inversiones aquí… todo eso ya es mucho. Amo su cultura, su comida, su música. Es literalmente mi segunda casa. Ahora tengo dos niños que son mitad españoles, mitad boricuas: es una gran responsabilidad para mí que amen España y conozcan su tierra, como también hago con Puerto Rico. España es su herencia y hago todo porque la disfruten y la aprendan.
P.- Has sido uno de los coach más queridos de La Voz. ¿Cómo haces para reconocer el talento?
R.- A mí me encanta ese formato aunque me parece que para nosotros los coach es muy difícil, porque no hay un solo buen criterio, es más bien algo intuitivo, algo emocional. Depende mucho de lo que uno busque en ese momento, ese sentimiento, esa cosa que te eriza la piel. Lo ideal además es que las canciones no sean perfectas, suele haber errores y está bien, pero por x razón escuchas algo que te entra y dices "esto", aunque suene muy cliché. No va de la voz más potente, más grande ni con el rango más alto. Hay voces chiquitas o tímidas que te emocionan. Y en España hay muchísimo, muchísimo talento, y mucha más diversidad e influencias que en otros formatos de La Voz del extranjero.
P.- Háblame de tus artistas españoles favoritos.
R.- ¡Muy difícil! Porque les quiero mucho a tantos y son tan buenos… no sé por dónde empezar. Yo adoro el flamenco. Me encanta la Niña Pastori, la India Martínez, Alejandro Sanz, Antonio, Pablo, lo que pasa es que son mis hermanos. Es que hay una pasión y un talento brutal, por ejemplo, de las nuevas voces, me encanta Aitana.
P.- Cuando ya se ha dado una vez con las costuras del hit, como en Despacito, ¿qué viene después? ¿Se puede volver a repicar ese éxito? ¿Te ha obsesionado como creador?
"Trato de no competir con 'Despacito' jamás, y también trato de no esquivarla"
R.- No lo pienso. Trato de no competir con eso jamás, y también trato de no esquivarlo. Quiero que Despacito sea una canción más, pero sé que no lo es porque me preguntan por ella todos los días y yo me río y contesto como si la hubiese lanzado ayer. Ya no forma parte de mi día a día, o, al menos, no hago música pensando en ella ni tratando de imitar eso. Fue un momento hermoso y ya pasó.
P.- Se alinean una vez los planetas.
R.- Bueno, es una canción más, la hice con la misma guitarra en el mismo estudio en el que escribo el resto de mis discos y de mis canciones, con los mismos puntos fuertes y las mismas inseguridades y también con las mismas ganas. Y salí a defenderla como estoy defendiendo este disco ahora mismo.
Ese éxito no cambia mi día a día. No me voy a cansar nunca de ella, no creo que sea de esos cantantes que cuando le mencionan la canción preferida de la gente digan "nah, no quiero hablar de ella más"… no es eso, ¡y eso que la canción tiene ya cinco años! Mis hijos son la razón por la que sigo aquí y jamás diré que no la voy a cantar más, a ellos les encanta. Si la gente me la pide, la seguiré cantando.
P.- ¿Cómo es un día normal en la vida de Luis Fonsi?
R.- Los días de trabajo son siempre distintos, pero te puedo contar un día libre. Completa y aburridamente normal. La gente se hace esas películas de que los artistas viven una vida diferente, y no es así: yo llevo a los niños a la escuela, voy al gimnasio, me gusta cocinar y hacer cosas en casa. Si tengo tiempo, me encierro en el estudio y me pongo a trabajar en algo que ya empecé o en algo nuevo, o edito una demo que grabé ayer. Busco al niño en la escuela… cuando estoy en casa hago la vida más normal posible, no tengo que empezar a inventarme cosas raras.
P.- ¡Nada excéntrico!
R.- Nada. No tengo un tigre blanco en el patio ni nada de eso. Soy bastante predecible.
P.- Cantaste en la gala de los Oscar, en esta última que quedó opacada por el bofetón de Will Smith a Chris Rock. ¿Cómo lo viviste desde allí?
R.- Pienso que fue una pena. Nadie se dio ni cuenta de que estuve (ríe). Yo canté una canción y hubo gente que trabajó años y años para hacer su película, gente que merecía su gran momento y nadie habló de ellos. Eso me dio mucha pena. Creo que un artista, uno de los más grandes, cometió un gran error. Todos cometemos errores. Ojalá sepa sacarle provecho y use esto para inspirar a las nuevas generaciones, para que no usen la violencia, porque, como hemos visto, no resuelve absolutamente nada. Es una lástima que de esa gran noche sólo se recuerde eso. Ahora: yo me lo pasé muy bien.
P.- Y en la fiesta de después, seguro que más.
R.- Totalmente. ¡Pude caminar por la alfombra roja! Y conocí a Nicole Kidman y a Denzel Washington. Muy amigos, ya Denzel y yo (ríe). Con eso hay que quedarse.
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