Antes de regresar a los escenarios, Dani Martín (San Sebastián de los Reyes, Madrid, 19 de febrero de 1977) se está dando un tiempo. Quiere vivir con los pies en la tierra. Volver a ser una “persona normal”. Y es que, nadie sabe mejor que él lo que es alcanzar la gloria, aunque, gracias a su diagnosticado síndrome del impostor, el éxito no se le ha subido demasiado a la cabeza. Dice que el pasado solo sirve para contar anécdotas, por eso sólo le importa el presente. Ahora asegura haber vuelto a ser Daniel, el hijo de Manolo y Carmen, un tipo humilde que ha escrito un montón de canciones que forman parte de la vida de muchas personas. Que le canta al amor como forma de combatir la tristeza del mundo.
Medio año después desde que anunciase que dejaba temporalmente la música, nos presenta su nuevo proyecto: ‘El camino’, una serie documental que llega de la mano de la marca de whisky escocés Johnnie Walker y que se podrá ver a partir del 15 de junio en Movistar +. En ella, el cantante madrileño reúne a ocho artistas: Sara Socas, Niño de Elche, “Nach”, Alana Sinkey, Raúl Gutiérrez “Rulo”, “Albany”, Christina Rosenvinge y Pepe Motos, para que nos cuenten, a modo de charlas, sus diferentes experiencias en el mundo de la música.
Una idea que surgió mientras el músico recorría, en solitario, el Camino de Santiago. “De repente me descubrí agarrando mi teléfono y anotando muchas notas de voz. Fue como una catarsis conmigo mismo, en mi soledad de ese momento, donde empiezas a preguntarte cómo has llegado hasta el día de hoy. Empecé a encontrar dentro de mis recuerdos un montón de imágenes positivas, otras no tanto, pero que forman parte de mi camino. Así que pensé que sería buena idea que otros compañeros de profesión nos contasen su propio camino”, cuenta Dani en una entrevista con EL ESPAÑOL.
A simple vista, Daniel parece un tipo duro, o eso es lo que, a veces, ha querido aparentar. Sin embargo, en el fondo es un sentimental. A sus 46 años, sigue aprendiendo de la vida; por eso, tiene mucho que contarnos sobre ella. Ha tocado el cielo pero también el infierno: como cuando falleció su hermana víctima de un derrame cerebral a los 34 años.
Desde entonces, llora sin complejos como forma de sanar, y busca incesantemente la risa para ser feliz. Acude al psiquiatra una vez por semana para conocerse a sí mismo. Daniel es un tipo valiente.
Pregunta.- En ‘El camino’ habla con artistas que no han recorrido los caminos preestablecidos en el mundo de la música. ¿Por qué es importante darles voz?
Respuesta.- Los artistas que aparecen en la serie documental tienen caminos muy diferentes, al igual que el mío ha sido diferente al de ellos. Pero tenemos todos algo en común y es el haber ido subiendo peldaños, con mucho esfuerzo y perseverancia. No hemos cogido atajos. Me he encontrado con una autenticidad brutal. Con gente que está al inicio del camino, con gente que está en la mitad o con otra que está viviendo un presente glorioso. Aunque, al final, el camino es el presente siempre, el día a día. Tu día de hoy debe ser como el primer día de vida, porque creo que el pasado sólo sirve para contar anécdotas.
P.- Aunque ese pasado es el que nos ha traído hasta aquí.
R.- Es cierto, pero creo que la mejor canción siempre está por llegar. En eso hemos estado de acuerdo casi todos los artistas que han participado en la serie. Hemos hablado de rupturas de grupos. De cantar flamenco en contra de los ortodoxos del flamenco. De trap, que es una cosa que ahora a los jóvenes les encanta. Hemos hablado con Christina Rosenvinge, una tía que lleva 35 años haciendo lo que le da la gana y disfrutando de poder hacerlo. Hemos hablado de que la música no es la fama, ni el dinero. Que la música son emociones y que quienes la hacemos, o por lo menos la mayoría, somos gente muy sensible con muchas cosas que contar. Y utilizamos la música para transmitirlas.
P.- Incluso a veces tienen que lidiar con el síndrome del impostor, como alguna vez has contado…
R.- Cuando tienes 23 años y te pasan cosas que no tienen ningún sentido es normal que en algún momento pienses: "¿por qué me está pasando esto a mí?". Y yo creo que siempre es bueno que exista ese pequeño síndrome del impostor para que no se nos vaya la cabeza. Pero es importante que surja de forma natural, que no nos arrastre y nos hunda, que no desaparezca nuestra personalidad. Por eso es bonito que cuando te das el permiso de hacer otras cosas, como este documental, que a lo mejor piensas que no eres capaz, pero te lo preparas y lo haces de verdad, te das cuenta de que puedes hacerlo igual que lo hace otra gente, o incluso mejor. Y eso genera también una satisfacción muy grande. Porque te haces preguntas, tienes dudas sobre ti mismo, y luego un buen trabajo realizado te da la respuesta a esas dudas. A veces es bueno darse a uno mismo una caricia en el corazón.
“Me siento más cerca de Raúl que de Messi, y eso que soy del Atleti”
P.- ¿Qué le ha servido de más ayuda en su camino hacia el éxito: el esfuerzo y el tesón, o el talento?
R.- En mi caso, todo lo que ha pasado ha sido gracias al trabajo. Yo no me considero una persona que haya llegado hasta aquí por mi talento. Muchas veces he pensado que no soy un gran cantante, pero creo que el tesón y el esfuerzo han sido los que han potenciado ese pequeño rayito de talento que yo haya podido tener. Salvando las distancias, me identifico con Raúl, cuando jugaba en el Madrid... Ese tesón y ese trabajo lo llevó a ser lo que fue. Me siento más cerca de él que de un Messi.
P.- Y eso que usted es del Atleti...
R.- Sí, soy del Atleti, y siempre lo seré, pero me encanta el fútbol, en general.
P.- Quizá eso del esfuerzo por encima del virtuosismo le viene un poco también por ser rojiblanco. Raúl fue canterano del Atleti.
R.- Pues igual sí (risas). La verdad es que más que un virtuoso me considero un trabajador, y trabajando mucho se puede conseguir el éxito.
P.- ¿Y se puede alcanzar el éxito sin ser famoso en la música?
R.- A mí la palabra fama me da una grima que te cagas. Y hay veces que la fama está reñida con la credibilidad. En estos nuevos tiempos, hay grupos que suenan mucho en la radio y precisamente dejan de molar porque se han convertido en populares, en mainstream. Creo que eso es un poco absurdo. Ha habido grupos muy populares como los Beatles o los Rolling Stones que sonaron mucho en la radio y que tienen una credibilidad absoluta. A mí lo que me vale es que el tipo que me está contando una historia desde un escenario lo haga desde la verdad, que me agarre del estómago. Lo demás me da igual. Me da igual si suena en Los 40 o si ha vendido tres millones de discos. Y eso me pasa con gente del indie, del trap, del rap, del reguetón... Eso es lo bonito de este oficio, más allá de la fama.
P.- El año pasado decidió 'dejar' la música, y explicó que le apetecía volver "a la realidad de ser Daniel, el que habita en su sofá, el que bebe vino, el que juega al fútbol mal, pero le pone el corazón. Tocar tierra". ¿Consideraba que estaba muy lejos del suelo?
R.- No, no. Estaba supercerca del suelo. Lo que pasa es que sentía la necesidad de tomarme un tiempo para así poder echar de menos lo que más te gusta, y para que también te echen de menos a los que les gusta lo que haces. Pero en este país hay una cosa que se llama clickbait, que funciona mucho mejor si ponemos en un titular que Dani Martín deja de cantar por problemas de salud mental, que si ponemos que Dani Martín está en su mejor momento, que es una persona normal y corriente y lo que pasa es que deja la música porque es lo que más le pide el cuerpo. Ahora mismo quiero vivir durante un tiempo siendo una persona normal y corriente. Tenía ganas de cerrar el telón, de acabar la función.
P.- ¿Qué cosas se permite hacer que antes no hacía?
R.- Pues ver a mis amigos e irme con ellos a jugar al fútbol todos los sábados y luego a tomar algo. Ver a mis padres los domingos y juntos ver al Atleti. Ir al Bernabéu para ver al Madrid contra el Chelsea porque creo que es un espectáculo. Caminar por el monte y por la playa. Viajar por placer y porque me encanta. Ir a conciertos de compañeros. Hacer una vida normal, supongo que la misma que haces tú…
P.- ¿Cómo es cuando no vive esa vida de "persona normal"?
R.- Pues cuando estás de gira, y no paras y tu vida son los escenarios, eres como un cohete que siempre quiere darlo todo. Eso te agota también mucho. En los últimos conciertos hacía media hora de sparring de boxeo antes de salir a cantar para ir con las endorfinas a tope. Años atrás me bebía un whisky o una copa de vino antes de salir al escenario. En los últimos años he decidido cambiar el alcohol por el boxeo, porque así sales de otro rollo. Como un toro. Y lo prefiero.
“Si me dieran a elegir entre volver al colegio o morir, prefiero morir”
P.- ¿Es mentira eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor? A pesar de haber vivido la vida de estrella del rock...
R.- Para mí el presente es mucho mejor que el pasado. No me gustaría volver al pasado. El otro día le decía a una amiga que si me dieran a elegir entre volver al colegio o morir, prefiero morir.
P.- ¿Tan traumático fue?
R.- La peor etapa de mi vida. Qué coñazo: las clases, el instituto... Volver a vivir eso otra vez sería aterrador. Fui un estudiante horrible. Y sentía que no podía sacar lo que llevaba dentro. Eso no me gustaba, aunque a su vez me enseñó que en la vida siempre hay que pelear.
P.- Y de sus inicios en la música, ¿no siente nostalgia?
R.- Sí, pero siento nostalgia de mi primo (David Otero, el que fuera guitarrista de El Canto del Loco), y de cuando los dos nos metíamos a componer en una habitación. Siento nostalgia de Chema (el bajista del grupo). Pero eso ya lo viví, y ahora lo hago con Paco Salazar, que es mi productor. Y lo hago con Leiva, con Coque Malla, con Camilo y con un montón de gente. Creo que lo bonito de esta vida es disfrutar de las cosas que te ocurren en el presente. Esa es la clave. El que sigue viviendo del pasado... No sé.
P.- No se puede vivir de las rentas emocionales, ¿no?
R.- Exacto. A mí no me ha llegado ese momento de necesitar vivir del pasado. Yo estoy feliz ahora. Y a nivel profesional, creo que 'Cero' (2013), 'Qué bonita la vida' (2013), 'Dieciocho' (2018), 'Emocional' (2013)... son canciones que a la gente les sigue apeteciendo escucharlas, y no son de El Canto del Loco. Y cada vez que he sacado un disco conseguimos llegar al alma de las personas. Con el lanzamiento de 'Lo que me dé la gana' (2020) llenamos cinco veces el Wizink Center... Entonces, todo esto que ha ido sucediendo en los últimos años me ha llenado de satisfacción. No tengo que remontarme al pasado de los inicios de El Canto del Loco para ser feliz. Soy feliz ahora, porque tengo motivos para serlo.
P.- Sin embargo, después de la pandemia sacó el álbum 'No, no vuelve' (2021), en el que rescataba canciones de El Canto del Loco y las versionaba. ¿Por qué esa vuelta?
R.- Pues buscando algún fin terapéutico, supongo. Durante el confinamiento cogía la guitarra y no tenía nada que contar. Así que decidí volver a aquellas letras que tantas cosas nos habían contado. Hacía streamings también para compartirlas con la gente, y después pensé que sería buena idea grabar esas canciones y sacarlas en un álbum tal y como me gustaría que sonaran ahora, actualizándolas. Ahí sí que cualquier tiempo pasado era mejor que el presente que estábamos viviendo.
P.- Después de la pandemia empezó a hablar sobre su salud mental. Contó que habías sufrido un ataque de pánico, que había sido como si fuera un ictus. ¿Sigue yendo al psiquiatra?
R.- Sí, voy una vez por semana. Y la verdad es que es muy recomendable ir a un lugar donde te enseñan a utilizar unas herramientas que todo el mundo debería conocer. Igual que vamos al gimnasio, también es importante ir al gimnasio de la cabeza. El psiquiatra no sólo te medica, sino que te da terapia. Me ayuda mucho a desatar nudos, a conocerme a mí mismo. A ser una persona normal, que es lo que más me apetece ahora.
P.- Nunca ha tenido reparos en mostrar su peor cara. Lo cual es un acto casi de valentía en esta época en la que las redes sociales son un escaparate donde lucir las bondades de uno, ¿no?
R.- Yo reivindico la salud mental porque creo que puede ser necesario para otras personas. No me interesa mostrar lo material o lo bien que me va. Prefiero enseñar mis miedos, mis fallos, mis sentimientos…
P.- Hay mucho tabú todavía con el tema de la salud mental. Y también hay mucha masculinidad frágil, dicen. ¿A ti te jode que te vean llorar?
R.- Para nada. Me jodería que me vieran pegando a una persona, por ejemplo. En una canción digo que "los valientes son los que saben llorar con la cara descubierta". A mí me encanta llorar. No me escondo. Cuando estoy triste y me salen lágrimas, me siento mejor. Todos debemos llorar porque es sano, liberador y sanador. Hay gente que no sabe llorar y eso es una putada porque se lo queda todo dentro.
P.- ¿Hay algún episodio de su vida que le haya hecho aprender a llorar?
R.- La vida, en general. El vivir la vida permitiéndote vivirla de verdad. Cuando algo te duele, te hace llorar. No puedes hacer que no te duele o que no te afecta nada. Eso no es vivir la vida. Darte el permiso de ser quien realmente eres hace que esas lágrimas broten.
P.- Pero también ha tenido una imagen de tipo duro.
R.- Yo siempre he sido un tipo tan sensible que lo que pasa es que lo intentaba ocultar. Cuando tienes 20 años te pones una careta y te haces un poco el chulo para que no te roben en el metro (risas). Pero era un tipo sensible, y lo sigo siendo.
P.- Es decir, que también ha aprendido a llorar sin miedo…
R.- Sí, sobre todo a raíz de que te pasen cosas que dejan cicatriz, como la muerte de mi hermana. A veces la vida se convierte en un infierno. Sufrimos muchas circunstancias que no podemos evitar, y también sufrimos por muchas cosas que no merecen la pena sufrir. Así que creo que hay que celebrar más. Hay que reír más y cuestionarse menos. Hay que vivir más feliz porque luego la vida te da palos. Aparecen enfermedades. Nuestros padres se marchan. Perdemos amigos. Estalla una guerra en Ucrania. Y le damos importancia a cosas que, en comparación con estas, son absurdas.
P.- ¿Hasta qué punto le preocupan las injusticias que ocurren en el mundo?
R.- Me preocupan, como a cualquiera. No me gusta que el mundo sea injusto con personas que no se lo merecen. No me gusta que haya niños que se mueren de hambre, o que haya guerras…
P.- Muchos artistas utilizan su arte para reivindicar y lanzar una crítica social y política. Usted nunca se ha significado políticamente. ¿Lo has hecho de forma consciente?
R.- Si te soy sincero nunca me he parado a pensar el porqué no he sido un cantante protesta. Lo que sí sé es que la herramienta más grande que posee el ser humano es el amor. Y creo que desde el amor se puede protestar mucho. El amor llama a la unidad, y creo que reivindicar la unidad es la protesta más grande que puedo lanzar ahora mismo a nuestros políticos. Sería maravilloso ver un hemiciclo en el que imperara el amor y no el odio. Yo por eso siempre le he cantado al amor, y no al PP o al PSOE, o al que sea. Creo que la música está por encima de eso. Nos acompaña a lo largo de nuestra vida. Nos lleva a expresar y a sentir emociones. Y creo que muy pocas cosas más tienen ese poder.
"No era feliz en la última etapa de El Canto del Loco"
P.- ¿Qué le ha enseñado la música?
R.- La música me ha enseñado a darme cuenta de que no era feliz en la última etapa de El Canto del Loco y que por eso quería empezar mi carrera en solitario. Me ha enseñado a buscar mi camino en la vida. Como se lo ha enseñado a Christina Rosenvinge, que aparece en la serie ‘El camino’, que decidió huir del éxito fácil para construir su propio camino alternativo. O Alana Sinkey, que salió de Lisboa con 16 años luchando por su sueño que era la música y se vino a tocar al metro de Madrid y ahora canta junto a Jorge Drexler. La música me ha enseñado a perseguir mis sueños y a pelear por mi vocación.
P.- Ahora que ha decidido hacer un parón, ¿no tiene miedo de que le guste demasiado volver a ser ese tipo normal y olvide su vocación?
R.- No, por ahora soy muy feliz y un día me levantaré y encontraré una justificación que me lleve a sacar otro disco. Ahora, viviendo una vida normal, pegado a los míos, me estoy nutriendo de vivencias que me lleven a poder contar nuevas historias. Cuando saque otro disco será porque tenga algo nuevo que contar.
P.- Lo que está claro es que hay algo en usted de joven eterno. De no tener fecha de caducidad. De ser a la vez “tan joven y tan viejo, like a rolling stone”, como dice Sabina.
R.- Yo por dentro sigo siendo un chaval lleno de sueños, con ganas de seguir haciendo proyectos que me ilusionan. Con ganas de seguir siendo lo que soy. Con mis defectos y mis virtudes. Y no esconderme de nada, ni huir de nada. Sino ser Daniel, que para mí es la mejor campaña de marketing que puedo hacerme siempre.