"¿Dónde está el baño, por favor?" es una de las preguntas más habituales en cualquier restaurante o bar a cualquier hora del día. Y "baje las escaleras y al fondo del pasillo a la derecha verá una puerta" es la típica frase que aún sigue resonando en nuestras cabezas de tantas veces que la escuchamos.
De hecho, era la respuesta más habitual hace unos años a esa impepinable cuestión. Una indicación que te obligaba a un descenso a los infiernos, donde nunca se sabía si ibas a acabar en el cuarto de baño, en el almacén o en el armario de la limpieza, entre barriles de cerveza vacíos y apilados a los lados y la luz intermitente de un tubo que amenazaba con dejar de funcionar en mitad de la faena.
Durante todos esos años, se trataba al baño de bares y restaurantes como un "espacio residual", del que no había más remedio que tenerlo por ley pero casi mejor si nadie lo usaba. Por eso, solía estar escondido tras una puerta marrón estrecha que convertía el tiempo de necesidad casi en una hora de angustia y falta de aire. En ocasiones, incluso mejor no respirar.
"Cuando me contratan siempre les digo a mis clientes que hay que ser muy auténticos y no mentir. Querer poner la fachada muy bonita y la trasera muy fea es mentir al comensal", advierte Marta Banús, diseñadora de interiores y "con mucho interés en los cuartos de baños".
El restaurante Madame Butterfly, obra y gracia de Banús, abrió sus puertas en Madrid hace poco más de un año. Después de la pandemia, su propietario, Javier Villa, se arriesgó a recrear un trocito de la Indochina de los años 40 en pleno barrio de Chamberí. La idea del proyecto se envolvía en el aroma de una buena cocina, la esencia de un lugar agradable y un baño [al fondo pero sin bajar escaleras] que al contrario de la imagen de nuestra infancia, invita a quedarse en él un ratito, a disfrutar un poco más de esa intimidad tan estética.
"El baño ha evolucionado mucho gracias al auge de las redes sociales y la transparencia de las opiniones de los usuarios sobre los locales. Es el espacio más íntimo y privado que cobra relevancia y se busca disfrutar de ellos como algo espectacular y diferente, otorgando un plus a la experiencia del cliente", aseguran desde Astet, el estudio de diseño que ha decorado los nuevos locales del grupo BIBO.
El recibimiento de Madame Butterfly al abrir la puerta de su servicio es una luz tenue que sale de varias lámparas asiáticas, mezcladas con plantas en un rincón, flores secas en el techo y mariposas de colores en las paredes negras que parecen que están echando a volar. De un vistazo, te das cuenta de que han apostado por un retrete tan agradable como las mesas que conforman su terraza.
"A los clientes les llama mucho la atención el detalle de que el papel higiénico aquí sea negro, a juego con la decoración. Pensamos que si veían cómo cuidamos el baño, hasta ese mínimo detalle, serían conscientes de la gran atención que ponemos a todo lo demás", explica el propietario de Madame Butterfly.
El baño se ha transformado en un rincón fotografiable para que los clientes suban su imagen a Instagram
No sólo comida
Este restaurante no es una excepción. En los últimos años, y en especial en las nuevas aperturas que se han ido repitiendo en el resurgimiento postpandemia de la hostelería española, los diseñadores han apostado por crear baños a la altura de los lugares que sueñan, dándole la misma importancia que a la cocina o al comedor. E incluso, en algunos casos, convirtiéndolos en el centro [de atracción] de todo el local. Hasta se han atrevido a meter un naranjo en mitad del servicio de señoras, como hace la nueva casa de comidas en Madrid Don Dimas.
"Lo que ha cambiado es el concepto general de restaurante. Hasta hace poco con dar una buena comida valía y estábamos acostumbrados al bar de las gambas y servilletas en el suelo. Ahora la gente reclama un espacio cuidado, donde tener una buena experiencia gastronómica. Así, si el restaurante es de comida italiana, quieren que los teletransportes a ese entorno mediterráneo. No tiene por qué ser un Disney World de Italia, pero sí que esté presente. Y el cuarto de baño es el culmen de esa experiencia porque hace que el comensal se sienta arropado. Es el mimo en el detalle", añade Marta Banús.
Lo paradójico de este caso es que lo público, las redes sociales y sobre todo Instagram, ha hecho que la parte más privada de nuestra visita a un restaurante, el baño, se haya convertido en la estrella del local.
"El baño es uno de los momentos que tienes para estar a solas y se ha transformado en un rincón fotografiable. Ahora todo está enfocado a las publicaciones, etiquetando al restaurante, su localización... y el baño es uno de esos puntos porque suele estar menos concurrido y puedes hacer tu foto tranquilamente", explica Silvia Picar, responsable del remanso andaluz que ha creado en el nuevo Bugao (Madrid), incluido un patio de vecinos desde donde se abren los distintos aseos.
E Instagram lo confirma: sólo un post con la imagen del lavabo de Can Bonet, un local de cocina catalana que abrió sus puertas hace unos meses en la capital, lleva ya más de 1.800 me gusta. En este caso, sus creadores destacan el vinilo que decora uno de sus rincones y advierten de que ahí se puede respirar "la brisa del mar", además de aliviar necesidades.
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Para Marta Banús, "la experiencia sólo se entiende si es instagrameable". "Y el cuarto de baño es un lugar maravilloso para buscar un rincón que te haga triunfar en Instagram". Tiene todos los elementos claves para el selfie: espejo, espacio, una luz tenue, tranquilidad... Hay incluso locales, donde se pasa tanto tiempo en esa zona íntima que "se ha llegado a poner DJs y una barra, creando una segunda fiesta en esa zona, además de dar el carácter de espacio bonito, acogedor y agradable", recuerda.
Salud pública
Sin embargo, el retrete, lejos de ser una cuestión de trámite o meramente decorativa, es un elemento importante para un tema que se ha demostrado clave en el último año y medio: la salud pública. Por eso, no es de extrañar que incluso un singapurense haya creado una asociación internacional que vela por sus intereses y vigila su estado para demostrar que un buen retrete salva muchas vidas.
"Todos deberían inspeccionar el estado de los baños antes de comer en un restaurante porque los cocineros los usan y la contaminación cruzada de los alimentos significa que estás comiendo sus materias fecales", advierte a EL ESPAÑOL | Porfolio un portavoz de la Asociación Mundial del Retrete, que tiene entre sus cometidos repartir estrellas (hasta cinco, como en los hoteles) a los baños públicos de Singapur.
Para esta organización, "el baño es un servicio y un centro de beneficio clave para restaurantes y hoteles". "Si los inodoros fallan, el negocio no es viable. Muchas empresas están perdiendo clientes porque sus baños no pueden competir con los de otros restaurantes", advierte.
Y de hecho, en EEUU han demostrado que una buena taza (de váter) puede ser un reclamo para que el restaurante se haga famoso no tanto por su comida sino por la calidad de los baños. Así, cada año convocan (y ya van 19 ediciones) el Premio al Mejor Baño de un Restaurante y realizan una lista de los favoritos del público. Este salón de la fama que se ha creado con los locales galardonados ha llegado incluso a promover una especie de turismo gastronómico por el retrete.
"Ganar el concurso fue una de las mejores exposiciones que tuvo nuestro local, The Fountain on Locust. Tuvimos un gran auge del negocio por las personas que querían pasar a ver nuestros galardonados baños", asegura Joy Christensen, propietaria de uno de los restaurantes en Saint Louis (EEUU) que arrasó en este concurso hace unos años.
Tras la pandemia
La Asociación Mundial del Retrete insiste en que la pandemia y la obsesión por la higiene son una oportunidad para crear un antes y un después en un tema tan banal pero tan importante como son los baños públicos: "Con la Covid, el mundo está ahora en el más alto nivel de conciencia sobre la higiene. Necesitamos aprovechar esto para conseguir la acción del propietario. Podemos motivarlos si los comensales critican abiertamente a los que tienen los inodoros sucios y les hacen perder ventas. Así, los propietarios comprenderán que el inodoro limpio es un servicio rentable".
El chef Dani García, tres estrellas Michelin y un grupo de restauración en auge a sus espaldas, siempre ha tenido claro que sus locales tenían que estar a la altura de las expectativas que genera su cocina. Pero desde la puerta de entrada hasta la ventana de salida. Por eso, los restaurantes del grupo BIBO han mantenido un bonito pulso estético con el cliente que ha dejado su impronta, de forma importante, en los diferentes baños.
"Es una parte más del local a la hora de diseñarlo, es decir, ya no es un espacio irrelevante en la distribución. A veces incluso, se convierte en el eje de la propuesta de distribución, dándole más protagonismo. En estos espacios, se puede trasladar el ideario y el concepto del restaurante, sin tener la restricción funcional", aseguran desde Astet, los responsables de los diseños que han dado forma a las iniciativas de los nuevos locales de Dani García y que se acaban de alzar con el primer premio Restaurant&Bar Design Awards precisamente por Leña Marbella.
En sus distintos trabajos, han apostado por un baño de oro en el restaurante Leña o por lavabos gigantes de cemento con cortinas de plástico, entre materiales rústicos y multisensoriales en Lobito de Mar Madrid. "Siempre buscamos que la experiencia del espacio sea lo más interesante posible. El espacio del baño nos permite crear algo más significativo y destacado. Un Instagram spot", añaden.
Aunque la tendencia de construir retretes de lujo en Europa y EEUU empezó mucho antes que en España, la primavera que viven los bares y restaurantes de nuestro país tras dos años de restricciones ha relanzado la obsesión por los servicios hasta apuestas increíbles.
"En el resto de Europa, se ha buscado que el baño sea un lugar más interesante, pero creo que nosotros intensificamos la experiencia, llevándolo a otro nivel, más interactivo y que rompa lo que ha de ser un baño en sí, dentro de un local de restauración", concluyen en Astet.
Todos los implicados coinciden en que tener un retrete sorprendente no es tanto una cuestión de dinero como de mentalidad. "No encarece mucho el proyecto. Hay veces que les digo que no hace falta meter cirugía en los cuartos de baño sino solo maquillaje, porque te dicen que están nuevos... pero eran feos y simplemente hay que ponerlos bonitos. Si están cutres hay que hacer unos nuevos si no es cuestión de meterle detalle", insiste Marta Banús.
De la misma opinión es la diseñadora Silvia Picar: "Se suelen buscar recursos para que sean lo más aparentes posibles pero que no sean excesivamente caros. Que sean resultones e impactantes. En Bugao, el baño tiene suelo de barro y es como un patio andaluz, con la fuente en el centro (que son los lavabos) y plantas colgadas con macetas. No hay materiales caros".
Sin llegar a los límites de EEUU, muchos diseñadores opinan que no estaría nada mal crear un premio en España que resaltara sus trabajos en esas partes del restaurante que antes sólo se visitaba en caso de emergencia y que ahora, han convertido en una obligación ir al tocador... a hacerse la foto.
Día del Retrete
La Asociación Mundial del Retrete creó el Día Mundial del Retrete para la ONU el 19 de noviembre. Ese día, los gobiernos de muchos países organizan campañas para promover el saneamiento y la conciencia sobre la higiene.
La Covid-19 ha supuesto un gran desafío para la higiene y esta ONG recuerda que la diarrea mata a dos millones de personas por año. La intoxicación alimentaria y toda una lista de enfermedades como hipertitis, disenterías, polio, cólera, lombrices intestinales, etc. pueden ser causadas por una mala higiene en el baño.
En los últimos 20 años, alrededor de 1.200 millones de personas han conseguido acceso a un inodoro en lugares donde no existía. Pero la organización recuerda que hay continuar con este esfuerzo, ya que de los 7.800 millones de personas en el mundo, todavía hay 2.000 millones sin un saneamiento adecuado.