A mitad de la noche te despiertas excitado y, sobre todo, confuso. Un escalofrío pone fin a tu sueño y, aún somnoliento, intentas identificar a esa persona que hace unos segundos acariciaba tu nuca con sus manos. Sentías su aliento en tu oreja y el pecho rozándote levemente a la altura de tu espalda. Una vez desperezado, la escena te sitúa en la peluquería, aunque eres incapaz de poner rostro a nadie. Te sonrojas porque, a pesar de ser la nuca una zona enormemente erógena, nunca se te ocurriría que el gesto corriente de extender el champú pudiese ir más allá de un instante muy relajante.
Este sueño, similar al que inspiró al cineasta francés Patrice Laconte su película El marido de la peluquera, en 1990, contiene los ingredientes propios de los sueños eróticos más recurrentes: anhelo de sensualidad, un instante de nuestra vida cotidiana que pasa desapercibido y esa memoria que hace de las suyas cuando cerramos los ojos. El soñador, que podría ser cualquier lector o lectora de EL ESPAÑOL | Porfolio, es la advertencia de que en 2022 hablaremos, y mucho, de sueños eróticos.
Podemos llevarnos a la cama a estrellas de cine, al jefe o al vecino y practicar con ellos sexo como jamás imaginamos. Son, según el psicólogo sexólogo malagueño Arun Mansukhani, los más comunes. "En mujeres se repite más la idea de sexo forzado y en hombres el sexo grupal", nos revela durante una larga conversación con esta revista en la que insiste en deslindar sueño y realidad. "Soñar no es un deseo de llevar algo a la práctica".
Otro de los contenidos más repetidos es mantener relaciones con una expareja, algo que nos perturba especialmente. De nuevo, Mansukhani alivia nuestra conciencia: "Aunque no existen interpretaciones estándar, su lectura es que pudo haber buen sexo y esas sensaciones afloran en el sueño, sin que signifiquen un deseo de vuelta. Simplemente, donde hubo fuego sexual quedan rescoldos". El único pesar puede ser no alcanzar el clímax durante estos momentos eróticos, algo que solo ocurre en un 4% de los sueños sexuales.
Ni la intención ni la educación que hayamos recibido tienen nada que ver en el argumento de nuestros sueños más ocultos. Pero sí la cantidad de tiempo que dedicamos a los pensamientos y fantasías sexuales en las horas de vigilia. Solo si la actividad sexual onírica es reiteradamente compulsiva o violenta, con escenas reincidentes, repulsivas y extrañas, habría que valorar un posible estrés postraumático que se expresa durante la noche. Investigadores de la Universidad de Zhejiang (China) han observado, por ejemplo, que el abuso paterno durante la infancia se asocia con ese soñar angustioso en ocasiones.
Hablar de ellos
Asistimos en estos días a un inusitado interés por los sueños eróticos. Miles de personas comparten cada día sus experiencias oníricas en foros virtuales creados con este fin como DreamsCloud, DreamBoard, Awoken o DreamSymbols and Interpretation.
La pandemia ha desbordado también los bancos de sueños de gente que registra en ellos todo lo que ha vivido mientras dormía. Hasta 30.000 ha recolectado ya el psicólogo Kelly Bulkeley. Es una nueva necesidad, igual que hacían los antiguos egipcios en sus jeroglíficos. En cualquier contexto, científico o de libre interpretación, el segundo argumento es el sexo, solo vencido por el de ser perseguido. Hacía falta entonces esta psicoterapia.
Los ingredientes de los sueños eróticos: el anhelo de sensualidad, un instante cotidiano y la memoria
Soñar es un imperativo biológico, pero ¿de qué están hechos nuestros sueños eróticos? ¿Qué ocurre en nuestras cabezas cuando una emoción onírica recorre la entrepierna enredándose en un deseo que no sabemos si es auténtico o ajeno a nuestro cerebro consciente? Todo esto nos tiene en suspense. También la ciencia se devana los sesos por encontrarle algún significado. Sigmund Freud veía en ello "la realización encubierta de un deseo reprimido", pero sus teorías han quedado algo carcas.
No al pie de la letra
"El cerebro echa mano de experiencias e imágenes que guardan coherencia con nuestra vida, pero sin orden ni concierto. Es el material que tiene más a mano y con él fabrica los sueños. No tiene nada que ver con nuestros gustos o pulsiones. Por supuesto, no son amenazantes ni transportan ningún mensaje en su interior. Los sueños, sueños son", zanja Mansukhani.
El 90% de estas descargas oníricas ocurre en la fase REM (movimiento ocular rápido). La corteza prefrontal, encargada de razonar, permanece amodorrada, mientras que el sistema límbico, la parte emocional y más ocurrente se activa. "Puede tomar un pensamiento mínimo o una imagen fugaz y mezclarla con una escena cotidiana. De ahí el surrealismo". Por otra parte, la libido se dispara debido a una mejor circulación sanguínea que involucra también a los genitales. Es un fenómeno puramente físico que nos lleva a descubrimos impúdicos, libertinos y desenfrenados.
"El sueño erótico -añade Mansukhani- es pasión por la vida, el triunfo de la sexualidad, aunque sea irreal e improbable, sobre la razón que niega". Sin ese punto onírico de prohibición y sin transgresión, el erotismo no sobreviviría.
"En sueños flirteamos muchas veces con lo desconocido y con imágenes no aceptadas socialmente. Debería divertirnos ese juego acrobático entre sueño y realidad, tomarlo como una vía de escape o una puerta abierta al gozo, no como una perversión o patología", matiza.
Su frecuencia aumenta cuando nos sentimos bien, somos optimistas y disfrutamos de buena salud. No hace mucho, Paul McCartney, de 79 años, bromeó sobre cómo concilia sus abundantes sueños húmedos que inspiran su música con la fidelidad a su mujer.
Es algo que debemos aceptar, según el psicólogo malagueño, y ver si hay en ello algo que nos puedan descubrir acerca de nosotros mismos, como un conflicto o una tensión no resuelta. "Constituyen una herramienta fascinante para conocernos a nosotros mismos. Da igual que sean picantes o disparatados".
Federico Fellini fue anotando esa doble vida que ocurría en cuanto cerraba los ojos y la reunió en una antología onírica que tituló Libro de los sueños. En ella retrató un universo grotesco lleno de obsesiones, matronas orondas en pleno acto sexual, rubias provocadoras y paisajes surrealistas.
50 noches para delatarnos
Bill Domhoff lo llama las huellas de nuestra mente. Pionero en la investigación de sueños, a sus 85 años ha recopilado más de 20.000 relatos de personas en un banco mundial de sueños con el fin de observar patrones y formular sus propias teorías.
Dice que le bastarían 50 sueños de una persona para destapar aquello que le inquieta o desea, o saber quién le cae bien y quién mal. El sueño está hecho, en su opinión, de preocupaciones, temores e intereses. "No son sandeces aleatorias -asegura-, sino dibujos psicológicos". No obstante, reconoce que apenas ha podido estudiar los de contenido erótico. "A pesar de ser los más abundantes en este banco, su análisis es complejo".
Su último libro, La teoría neurocognitiva de los sueños, saldrá este mismo año y en él ofrecerá un análisis actual y más detallado sobre dónde, cómo, cuándo, qué y porqué.
Antonio Zadra, profesor de psicología en la Universidad de Montreal y coautor de When Brains Dream: Exploring the Science and Mystery of Sleep (2021), cree también que ha llegado el momento de prestarles atención. Y así lo hace en un reciente estudio que ha firmado junto a Marie-Pier Vaillancourt-Morel, profesora de Psicología de la Universidad de Quebec en Trois-Rivières (Canadá).
Los autores quisieron identificar quién era el objetivo de los sueños sexuales y su asociación con una serie de indicadores. Tomaron una muestra de 1.045 participantes mayores de 16 años inmersos en una relación romántica (575 mujeres y 470 hombres). De los más de 3.500 sueños reportados, el 8% fueron de carácter sexual.
Su primera sorpresa fue comprobar que casi todos, y en porcentajes más elevados de lo que se pensaba (el 96,5% de las mujeres y el 95,1% de los hombres), tenían sueños eróticos. "Es posible -indica Zadra- que las mujeres realmente experimenten más sueños sexuales ahora que hace 40 años, pero también que se sientan más cómodas informando de ellos".
Curiosamente, la mayoría deja fuera de sus escarceos oníricos a su pareja actual. Solo en relaciones de larga duración, con más satisfacción sexual y menos interés en encuentros infieles, las personas son más reacias a soñar con un extraño. También han encontrado que cuando a los infieles les invaden sentimientos de culpa o estrés, salen a relucir en los sueños eróticos. En definitiva, el trabajo está dando mucho juego porque permite deducir qué rasgos, actitudes o estados de ánimo son decisivos.
La inquietud de Zadra por la fragilidad de los sueños sexuales, su función y su vínculo con la vida en vigilia arrancó de un sueño en su etapa universitaria que definió extraordinariamente vívido y desconcertante. Durante un mes recogió en un diario los sueños de hombres y mujeres de entre 20 y 89 años y observó que solo el 4% de los sueños eróticos terminó en orgasmo. En casi todos ellos se repetían el coito, las proposiciones sexuales, besos y masturbación. Después de todo este conocimiento, sigue pensando que son todo un misterio que desatan el alma.
Catálogo de sueños eróticos
Sexo con alguien conocido. Irrumpen en el sueño, según Arun Mansukhani, por su cercanía física o emocional. Lo prudente es esperar antes de fantasear hasta tener una visión real y cabal.
Sexo con un desconocido. Es uno de los más frecuentes en las mujeres. Habría que analizar nuestra relación o vida sexual e identificar si echamos algo en falta.
Sexo en público. Un sueño muy común en los hombres que necesitan hacer alarde de su masculinidad.
Soñar con un ex. El cerebro rememora experiencias que fueron sexualmente muy ricas. No significa enamoramiento ni deseo. Ocurre también en pleno duelo por la separación.
Prácticas no habituales en tu vida sexual. Los cambios en nuestra vida alimentan este tipo de sueños como signo de apertura. Una explosión de energía creativa provoca también otra de sueños sexuales. Afrodita, el libro de recetas, cuentos y otros afrodisíacos de Isabel Allende, nació de un peculiar sueño erótico: "Fue con Antonio Banderas, desnudo sobre una tortilla mexicana, cubierto de guacamole y salsa picante".
Soñar con el jefe. Es uno de los más comunes y perturbadores. Lo único que se podría interpretar es que uno se siente tan capacitado profesionalmente como él.
El mejor amigo de la pareja. Quizás hubo una chispa de atracción que nunca llegaría a más o la metáfora de un sentimiento de culpa por otro tipo de situación.
Se consuma una atracción. Si hay enamoramiento o atracción es muy común tener un sueño íntimo. Es un deseo que está presente en la vida real y se hace patente durante la noche.
Encontrarse desnudo. Es uno de esos sueños recurrentes para casi dos tercios de la población como metáfora de un conflicto no resuelto o de una situación de vulnerabilidad.
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