Julia Otero tardó exactamente seis días en contarle al mundo que tenía cáncer. Lo hizo en su programa Julia en la Onda, que se emite en Onda Cero y que ha pasado once meses -desde el 23 de febrero de 2021- sin la presentadora que le da el nombre. En este tiempo, el espacio ha sido conducido por Carmen Juan, mientras que a pocos kilómetros de distancia de los estudios donde se suele grabar, Otero pasaba por un "infierno". Así lo definió la periodista gallega en El hormiguero el pasado miércoles -en la imagen, junto a Ana Rosa Quintana, también diagnosticada de cáncer-, en uno de los testimonios públicos más crudos sobre la enfermedad. Pero también más didácticos.
Frente a otros relatos sobre cáncer de personas conocidas, el mensaje de Otero nombró varios conceptos que no se suelen escuchar en público. "Mi intención es ayudar a la gente que no tiene voz; de los miles de diagnosticados cada año habrá mucha gente viéndonos en casa y si alguna cosa de lo que digo yo les sirve a ellos o a su entorno, pues habrá merecido la pena", dijo. Es la pedagogía de una periodista influyente para otros enfermos de cáncer en cinco puntos.
1. El miedo
La locutora no dudó en hablar del miedo, una palabra que no se suele pronunciar en público, ya que parece que hacerlo es un signo de debilidad. Pero Julia tuvo miedo, a lo largo del diagnóstico, durante el tratamiento y en la actualidad. "¿Sabes la frase 'temblar de miedo'? Yo pensaba que era una leyenda urbana, un recurso literario y del lenguaje, pero se puede temblar de miedo", explicó a Pablo Motos y a los casi tres millones de espectadores que vieron su intervención.
En ese mismo fragmento del programa, aunque sin llamar directamente a ello, Otero transmitió un mensaje esencial: la importancia de los cribados, pero sólo de aquellos avalados por la ciencia. Uno de ellos es el del cáncer de colon, el que ha padecido la periodista. Se ha demostrado que las revisiones sistemáticas -test de sangre oculta en heces seguido por una colonoscopia- son eficaces a la hora de detectar precozmente este tumor.
Precisamente fue por una colonoscopia -realizada como resaltó la periodista sin presentar absolutamente ningún síntoma- por lo que a Julia le detectaron una "neo [diminutivo de neoplasia, sinónimo de cáncer] de colon". Eso sí, en esa parte del relato, se vio que la locutora no está en la misma situación que la mayoría de sus oyentes, no tanto por su situación profesional, sino por la personal, al ser pareja de un médico, madre de una cirujana y, por lo que deslizó, amiga de varios profesionales del sector.
Así, lo habitual no es que el propio profesional que te hace la colonoscopia te dé el diagnóstico -suele hacerlo el médico que ha solicitado la prueba, en el caso de un cribado, el de cabecera-. Aunque a Otero sí se lo dijeron en el momento -quien se lo vio era "amigo"-, la periodista describió algo que sí comparte la mayoría de los pacientes: la sensación de ver "caras raras" al despertarse de la sedación, como la periodista confirmó que le había pasado a ella.
2. La información
Muchos testimonios públicos sobre cáncer evitan dar demasiada información, justo lo contrario de lo que hizo Julia Otero. La periodista no sólo desveló el cáncer que había padecido, sino que desgranó los tratamientos a los que se había sometido: radioterapia, quimioterapia y cirugía. "Yo sé que mis células egoístas primeras no están, pudimos con ellas; primero las radiaron, después las envenenaron -con la quimio- y a continuación las cortaron y las quitaron", relató.
La periodista dio toda una lección de anatomía para principiantes, explicando en términos muy simples en qué consiste esta enfermedad. "Los tratamientos contra el cáncer buscan dañar las células malignas, pero no hay más remedio que dañar una parte de las benignas, que son inocentes, son células que se han portado bien, que no han iniciado un camino hacia la malignidad, que se han muerto. En este momento, tenemos millones de células que están suicidándose. Es una gran noticia, porque cuando han hecho un análisis de sí mismas han visto que son defectuosas, que no son como las de al lado, que no lo van a hacer bien y como son defectuosas y para no perjudicar el bien común, se suicidan. Qué metáfora", explicó.
Así, Otero recurría a la definición de las células cancerosas de su "admirado" Carlos López Otín, catedrático de Bioquímica en la Universidad de Oviedo y autor del libro Egoístas, inmortales y viajeras. Las claves del cáncer y de sus nuevos tratamientos: conocer para curar (Paidós), que la periodista animó a comprar a todos los interesados por el tema. "Todos los beneficios van a la Asociación Española contra el Cáncer", recalcó. Y explicó ese título: "egoístas porque van a lo suyo, inmortales porque no paran de reproducirse y además son viajeras, porque pueden producir metástasis".
Otero dijo que era respetable no pedir tanta información como había solicitado ella, pero contó que en su caso le había hecho bien preguntarlo todo, hasta el porqué del nombre de los fármacos que componían su quimioterapia.
3. El Lenguaje
Como buena periodista, Julia le da mucha importancia al lenguaje. Y en el programa de Antena 3 dio una auténtica lección sobre las palabras que se han de utilizar al hablar de cáncer o, mejor dicho, sobre las que no deben usarse. "Ojo con las palabras, con los términos bélicos, ¿qué es eso de que alguien ha perdido la batalla contra el cáncer o ha perdido la lucha contra el cáncer? ¿cómo que ha perdido la batalla? Nunca he oído que a un señor que se muere de un infarto le digan que ha perdido la batalla contra el infarto", reflexionó.
Un estudio publicado en 2017 en la revista BMJ Supportive & Palliative Care incidía precisamente en lo dañino que es utilizar este tipo de palabras para los enfermos. "Parecen que sean culpables", reflexionó Otero que, de paso, contó otras cosas que no le venía bien escuchar a pacientes como ella. "Ni minimizarlo ni dramatizarlo", resumió como consejo al entorno de un paciente de cáncer.
"Yo tengo una amiga que lo hacía muy bien, decía: 'yo voy a verte, si quieres hablo y si no me callo; yo estoy contigo, si quieres que te cuente cosas te las cuento y si no me pongo a tu lado y no decimos nada", contó la periodista que respondió también a una duda expresada por el presentador y que a muchos acompañantes se les pasa por la cabeza: "¿y si no actúo de la manera correcta?". Palabra de Otero: "Lo mejor es decir 'no sé qué decirte, quiero acompañarte, quiero ayudarte pero no sé'". Una sugerencia de inicio de conversación: "Imagino que debe de ser un momento muy complicado. Úsame para lo que quieras, para acompañarte a la quimio, para ver la tele en compañía, para sentarnos a escuchar música o para lo que sea".
Aunque no esté relacionado con el tipo de cáncer que padece ella, Otero aprovechó para recordar otra aberración del lenguaje oncológico, con una clara visión del feminismo que la caracteriza. "No le llamen vaciar a una mujer cuando se le quitan los ovarios y la matriz, vigilemos la terminología. ¿Tú has oído alguna vez que a un hombre le vacíen de algo? A los hombres, les pueden sacar cosas y nunca se dice que les han vaciado; a las mujeres se les saca la matriz y se les dice que les han vaciado. ¡Le habrán vaciado a usted de neuronas, oiga, que somos algo más que una matriz", relató, antes de concluir este asunto: "El lenguaje tiene muchísima importancia".
4. La muerte
A lo largo de su intervención, Otero mencionó varias veces la palabra tabú para la mayoría de enfermos de cáncer y sus familiares. Primero, bromeando con el asunto: "Os voy a hacer un spoiler de algo que todos sabemos y que olvidamos: todos nos vamos a morir, pero vivimos de espaldas a esa realidad, no queremos verla y lo entiendo, pero tampoco está mal de vez en cuando saber cómo acaba la película. Que acaba así, siempre. Tengo una abuela que murió hace un par de años con 105 años en una aldea gallega, la señora Emilia, y cuando tenía 103 años decía: 'Se han olvidado de mí' y mi vecino Raimundo le contestaba: 'No te preocupes, que hasta ahora no se han olvidado de nadie'".
La periodista reconoció que ella había pensado muchísimo en la muerte y que incluso los primeros días había hecho cosas al respecto, como expresar su intención de revisar su testamento. "Un enfermo de cáncer nombra la palabra testamento y tienes a todo su entorno que se caga de miedo, hasta a mi abogado, que es amigo", contó y dijo que todavía en la actualidad hacía bromas sobre el asunto, para disgusto de su familia. "A mí me da pena morirme", confesó y explicó que más por el futuro que se podía perder que por lo que ya había vivido.
5. La curación
Julia Otero, siempre con amabilidad, alertó sobre la inconveniencia de hablar de la curación del cáncer cuando se acaba el tratamiento tras un diagnóstico. "Cuando volví a la radio y dije 'ya estoy bien, momentáneamente bien, provisionalmente bien', vi esos titulares que decían 'Julia Otero vence al cáncer' y yo es que muero de miedo, me cago de miedo, porque es que no he vencido a nada. O sea, sí, de momento hemos acabado con esas células egoístas, que estaban en rebeldía en una zona del colon. Pero eso puede volver, todos los que han pasado un cáncer saben que hay cuatro años de margen", contó.
La periodista fue muy clara al explicar que la opción de que el cáncer vuelva "está ahí", de modo que la salud es provisional. Eso sí, recomendó aprender a vivir con esa provisionalidad. "Alguien que está perfectamente sano mañana puede morir de un accidente o de un infarto y simplemente no lo sabe. La única diferencia entre esa persona y yo es que yo tengo la incertidumbre y vivo con ella bajo la piel. Pero la vida está llena de incertidumbres y es una cosa que aprendes cuando te dan el diagnóstico", narró.
Otero también acabó con una idea mitificada de la comunicación de la curación, que existe un momento concreto en el que se comunica. "Eso pasa en las películas", contó la periodista, para explicar a continuación que el proceso es más paulatino. "Hay un momento que te hacen un TAC y te dicen que el tumor se ha reducido un 80%, luego entran los manostijeras que es un proceso complicado, porque el sistema digestivo es complicado y luego lo que sacan lo analizan", comentó. Y, como hizo a lo largo de la entrevista, acompañó esta explicación con una anécdota personal. "A mí el que me lo analizó, el Dr. Puig me dijo: 'No hay nada'; no, en realidad me dijo una cosa muy bonita: 'Sólo he encontrado, al final de todo, una célula [maligna], pero ahora la tengo yo".
La locutora aprovechó entonces para reflexionar sobre un asunto que también afecta mucho a los pacientes y del que tampoco se suele hablar: "Es tan importante que los médicos sepan ser médicos más que curadores. Yo iba a ver a mi Dr. Tabernero muerta de miedo y salía de allí contenta, porque salía con esperanza. Hay que saber acompañar. Cuidado con un enfermo, porque está sensible, vulnerable y muerto de miedo y hay que saber acompañarlo", concluyó.
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