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    Dos corcheros, iniciando los trabajos para sacar el corcho de un ejemplar de alcornoque.

    Marcos Moreno
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    Un arriero, con una de las doce mulas que transportan las planchas de corcho hasta el camión.

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    Andrés y su hijo, Jose Andrés, junto a un camión ya cargado con corcho.

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    Los camiones dan varios viajes diarios cargando y descargando el material.

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    Un arriero junto a un alcornoque que ya muestra la corteza madre, tras ser descorchado.

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    Jerónimo, de 66 años, lleva 49 trabajando en las sacas de corcho.

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    Los trabajadores, durante la pause para almorzar, al filo de las 11 de la mañana.

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    Un cargador de corcho, ordenando las placas sobre el camión.

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    Los hombres buscan la sombra durante el almuerzo para evitar el calor.

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    Varias mulas, dirigiéndose a recoger placas de corcho.

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    Un arriero, ya de vuelta guiando auna mula cargada.

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    Un cargador, lanzando una placa de corcho hacia el camión.

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    Para desprender la corteza en troncos bajos se usa la base del hacha.

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    El oficio requiere destreza y también agilidad para subir a los árboles.

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    Un corchero, sobre la rama de un árbol.

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    El recogedor trabaja mano a mano con los corcheros .

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    Un trabajador, entre las placas de corcho que ya ha arrancado de los alcornoques.

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    Una mula, esperando a que el arriero fije la carga para transportarla hasta el camión.

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    Un joven corchero, en el instante en el que separa una plancha entera de corcho.

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    Andrés y José Andrés Ortega, entre planchas de corcho, ya en el lugar en el que se apilan y esperan a ser vendidas.

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