La historia del Pazo de Meirás continúa escribiéndose. Las páginas avanzan, pero el epílogo está lejos todavía. La Xunta pedirá al Estado, de nuevo, la expropiación de este histórico edificio a la familia de Francisco Franco. Esta es la historia de un lugar único, cuna de la aristocracia y alta cultura coruñesa. La historia de un regalo forzoso y de un expolio sacado del bolsillo de unos vecinos que no olvidan.
Fue Emilia Pardo Bazán quien mandó construir sobre este fértil terreno que hoy pertenece al concello de Sada este majestuoso pazo de aspecto medieval. Sus torres cuadradas y almenadas invitan a pensar que estamos ante una fortaleza mucho anterior, pero el edificio principal es de estilo romántico. Fue en 1893 cuando se colocó la primera piedra del futuro Pazo de Meirás.
Pardo Bazán viviría en él durante largas temporadas hasta su fallecimiento. La alta aristocracia y personalidades del mundo de la literatura se reunían en él y celebraban banquetes y sobremesas. Poco importaba a los vecinos de la Galicia más rural lo que estuviese pasando en él. No era, por el momento, de su incumbencia.
Tras la muerte de la escritora, en 1921, sus herederos terminarían donando el edificio a la Compañía de Jesús, en dudosas circunstancias. Posteriormente, en plena Guerra Civil y en una Galicia ya sublevada a las tropas falangistas, el Gobernador Civil de A Coruña, Julio Muñoz Aguilar, y el banquero Pedro Barrié de la Maza encabezaron la Junta Provincial Para el Pazo del Caudillo. Se trataba de una comisión para recaudar fondos y, así, restaurar el edificio para el dictador y su mujer, Carmen Polo. Hay documentos que aseguran que fue ésta quien se encargó personalmente de las obras.
Donativos forzosos
Ante la falta de donativos voluntarios, se recurrió a los forzosos. Los trabajadores y funcionarios vieron como su sueldo perdía una parte cada mes sin justificación. El Concello de A Coruña tuvo que aportar el 5 % de la recaudación del impuesto de contribuciones para las reformas. Pero, sin duda, el movimiento más extremo de intimidación fue la misiva de esta comisión para que los alcaldes del área coruñesa fuesen, puerta por puerta, reclamando dinero a sus vecinos.
No contentos con ello, la familia Franco decidió expropiar forzosamente los terrenos cercanos para ampliar la finca del Pazo de Meirás. Toda esta serie de movimientos concluyó en la conocida residencia de verano del dictador y su mujer, y actual propiedad de sus nietos. El recelo de los vecinos, que habían pagado con sus salarios la reforma, permaneció en silencio hasta que las siguientes generaciones, ya finalizado el Franquismo, comenzaron a planificar su recuperación para el pueblo de Sada, y el gallego en general.
Durante muchos años, el Pazo de Meirás fue la residencia veraniega de Franco. Más adelante, sería la de su única hija, Carmen Franco, la que aprovecharía estos terrenos para su ocio personal. Hay numerosos documentos gráficos de la familia del dictador disfrutando de estos terrenos. El enclave también acogió bodas, como la de Arantxa Martínez-Bordiu, nieta del dictador, y Claudio Quiroga. Pero, sin duda, se recuerda la boda de Leticia Jiménez-Arnau en el 2008, cuando hubo protestas de los vecinos a las puertas del Pazo.
La historia reciente
En el año 2008, el Pazo de Meirás fue declarado Bien de Interés Cultural, pese a la oposición de los Franco. Tal y como dice la ley, el inmueble debe exhibirse al público durante 4 días al mes como mínimo. Hubo que esperar hasta el 25 de marzo del 2011. Ese día, se abrieron por primera vez al público las puertas de Meirás.
Hoy, aunque pueda parecer una broma macabra, es la Fundación Francisco Franco la que se encarga de organizar las visitas guiadas al Pazo. Lo hace mediante una ruta en la que no faltan elogios al dictador y a su régimen. El BNG ha sido la voz más activa contra esta situación, llegando a ocupar Meirás en agosto del 2017 en señal de protesta.
Otra gran polémica fue la puesta en venta del Pazo de Meirás en una inmobiliaria por parte de la familia Franco. Fueron los nietos del dictador, tras el fallecimiento de su madre Carmen Franco, los que decidieron apostar por deshacerse de la propiedad a través de una empresa especializada en inmuebles de lujo. El precio del anuncio fue de 8 millones de euros.
Las esculturas del Maestro Mateo
Otra de las grandes polémicas que esconde este inmueble son las esculturas del Maestro Mateo, recogidas del Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago. Estas figuras, de gran valor histórico, fueron trasladadas al Pazo de Meirás por la familia Franco, en lo que se entendió como una provocación. El ahora exalcalde compostelano, Martiño Noriega, y su gobierno local denunciaron ante la justicia esta situación.
Tras varios pasos atrás en materia legal, ahora se abre de nuevo la vía, tras aprobar el Parlamento gallego pedir a la Xunta que exija al Estado su expropiación. Desde los distintos partidos han señalado que se debe estudiar a conciencia el modo de operar para conseguir, ahora sí, recuperar el Pazo de Meirás. Un nuevo frente para el Gobierno, que también está inmerso en la exhumación de Francisco Franco del Valle de los Caídos. Pasos cortos para borrar toda huella de un doloroso pasado y recuperar aquello que fue robado al pueblo.