El exconcejal de Mobilidade Sostible con la Marea Atlántica, Daniel Díaz Grandío, escribió un hilo en Twitter contando cómo se originó el Barrio de las Flores de A Coruña. El exedil, que a principios de diciembre hizo un repaso por la historia del Agra del Orzán, recupera la génesis y la estructura de este barrio, "totalmente diferente a lo que se había hecho en la ciudad con anterioridad".
Díaz Grandío comienza explicando que el Barrio de las Flores nació como parte del Polígono de Elviña, con el que el Ministerio de Vivienda pretendía convertir Alfonso Molina en la principal vía de entrada a A Coruña.
La zona, sin embargo, no creció alrededor de una estructura viaria existente como ocurrió con el Agra do Orzán, sino que solo "se acomodó" al Camino de Santiago (actual Avenida de Monelos).
El avance del barrió se llevó por delante prácticamente todo lo que había en la superficie que hoy ocupa. Sobrevivió la Avenida de Monelos, pero no así la Granja Agrícola Experimental, que durante 75 años fue un centro de ciencia y tecnología dedicado a mejorar las técnicas agrícolas. Fundado en 1888, este espacio de 16 hectáreas convirtió a la ciudad herculina en la capital moderna de la agricultura gallega hasta 1964. Actualmente, esta función la desarrolla el Centro de Investigacións Agrarias de Mabegondo (CIAM).
El Barrio de las Flores tuvo, sin embargo, más condicionantes en su creación. Uno de ellos fue la diferencia de cuota en la parcela de trabajo, tal y como explica el exconcejal. La diferencia en la altitud era en algunas zonas superior a los 30 metros, algo que se solucionó colocando terrazas planas y un gran número de escaleras. Esto supone hoy en día una barrera en cuanto a la accesibilidad, que afecta especialmente a las personas mayores o con problemas de movilidad que lo habitan.
Otro de los condicionantes fue el "río subterráneo de petróleo" que cruzaba la zona y que se aprovechó para crear un corredor verde de alta calidad natural único en la ciudad. Esto, según apunta Díaz Grandío, convierte este espacio en una referencia de cara a la recuperación futura de esta franja y debería ser un ejemplo ante el tratamiento que se le dará al oleoducto cuando quede sin uso industrial.
El diseño de este barrio coruñés fue dividido en cinco unidades vecinales que se repartieron entre cinco grupos de arquitectos con vía libre para acoger a 400 viviendas en cada una. Una de las curiosidades que destaca a este respecto el exconcejal coruñés está vinculada al aprovechamiento de la luz solar a la hora de diseñar los edificios del Barrio de las Flores. Los bloques de edificios, construidos a diferentes alturas, están colocados y separados de forma que la luz solar pueda incidir en todos ellos.
El innovador diseño, denominado bioclimático, no se repitió en actuaciones urbanísticas posteriores a pesar de que "asegura una calidad habitacional elevada". ¿La parte mala? Los materiales de construcción empleados en las viviendas sociales no eran de gran calidad. Esto contrasta con otra innovación vinculada, en este caso, al trato a la movilidad motorizada. En las fases I y II de Elviña, el diseño urbano gira alrededor del tránsito en coche, mientras que el Barrio de las Flores no puede ser atravesado por estos vehículos.
Las primeras viviendas sociales fueron entregadas en 1967 en un acto al que asistió Francisco Franco, encargado de inaugurar los 1.200 hogares. Este fue un acto relevante porque el Polígono de Elviña fue la primera de varias intervenciones urbanísticas estatales en diferentes ciudades de España. Los alquileres, en aquel entonces, tenían un precio de entre 800 y 1.500 pesetas mensuales e incluía la amortización para el acceso a la propiedad.
El polígono de Elviña y, por tanto, el Barrio de las Flores, se convirtió durante muchos años en la frontera entre la ciudad construida y los campos para trabajar. No fue hasta los años 90 cuando se construyó Matogrande y, más tarde, Xuxán. Díaz Grandío destaca que esta zona vivió momentos muy duros en las décadas de los 80 y 90 debido a la heroína, que afectó a numerosas familias. También en esta época cambiaron los límites del barrio: la construcción del túnel de Eirís reconvirtió esta vía en una distribuidora que comunicaba el puerto interior con los polígonos industriales y las principales vías de entrada y salida de la ciudad.