Gerardo Belisario Sánchez viajó hasta un hospital del Sáhara para ejercer como audioprotesista, profesión que desarrolla en A Coruña y que le ha permitido ayudar a numerosas personas en territorio saharaui del 13 al 28 de abril. Un viaje del que regresó hace 15 días y que tendrá segunda parte para comprobar la evolución de los pacientes a los que consiguió adaptar los audífonos y formar a los técnicos del centro hospitalario en el que trabajó.
Este emprendedor de 27 años abrió su propio centro auditivo en A Coruña en plena pandemia y actualmente colabora con el grupo Pablo Durán. Belisario disponía en su anterior trabajo de la posibilidad de hacer voluntariado y ahora, con el visitador médico Santiago García de Lamo, comenzó a plantearse la posibilidad de realizar una labor humanitaria en el Sáhara. Fue así como comenzó su aventura.
La búsqueda de fondos y audífonos
Belisario y García comenzaron a preparar el proyecto hace aproximadamente un año, investigando la situación del Sáhara e iniciando la búsqueda de fondos y de audífonos. La iniciativa supuso un gran esfuerzo personal por parte de ambos: el primero es autónomo y dejó su centro auditivo "a medio gas", mientras que el segundo tuvo que pedir una excedencia de empleo y suelo. Cada uno de ellos, además, aportó más de 2.500 euros de sus propios ahorros.
Los gastos no solo corrieron por su cuenta. Los responsables de la iniciativa realizaron una campaña de micromecenazgo entre amigos y familiares para comprar materiales. "Conseguimos que un fabricante, GN Resound, donase audífonos antiguos, así como también recibimos donaciones de audífonos de particulares en centros auditivos que fueron limpiados, desinfectados, arreglados y reprogramados", explica Belisario.
Los preparativos del viaje también incluyeron la autorización del Ministerio de Sanidad, la solicitud de los visados y todo el trabajo de logística del que se encargó principalmente García de Lamo, que ya en el Sáhara ejerció como auxiliar. Ambos realizaron una escala en Argel debido a la escasez de vuelos que achacan tanto al Ramadán como a la delicada situación por la que atraviesa el Sáhara, también en su relación con España tras el anuncio de Pedro Sánchez de que apoya que se convierta en una región autónoma de Marruecos.
Belisario y García de Lamo viajaron con un otorrino y, ya en el hospital, trabajaron con dos enfermeros que se responsabilizaron de los aspectos vinculados a la patología. El coruñés, por su parte, se encargó de la parte de audioprotésico, desde hacer los moldes hasta poner los audífonos.
Gran parte de la población tiene problemas de audición
Belisario explica que al ser "un país con bajos recursos y en guerra", una gran parte de la población tiene problemas de audición. "Estudiamos a 75 pacientes y hemos adaptado y devuelto a la sociedad a 43 personas que estaban aisladas, porque cuando una persona no oye, no se comunica ni participa de la vida social. Además, atendimos a otras 26 personas con diferentes patologías que fueron tratadas.", indica el coruñés, que explica: "Había una barrera de idioma importante y entre eso y la pérdida auditiva era complicado. Uno de los enfermeros que estaba con nosotros nos hacía de intérprete".
Los técnicos del hospital se encargan habitualmente de realizar revisiones a los pacientes, que entran en una lista de espera que se alarga demasiado. "Cuando nosotros fuimos, la última comisión de audiología había ido cuatro años antes", lamenta Belisario, que concreta que estuvieron en Dajla y que realizaron jornadas laborales de hasta 14 horas: "Nos hemos levantado y trabajado en el lugar donde dormíamos para llevar moldes fabricados y así minimizar el tiempo de espera a nuestros pacientes".
No fue un trabajo fácil. Belisario y García de Lamo encontraron dificultades como el equipamiento insuficiente para hacer las pruebas necesarias, la escasez de tiempo o el desconocimiento de la lengua, que los enfermeros Salama y Said ayudaron a solventar. Los largos tiempos de espera para los pacientes por la falta de transporte público para llegar al hospital o el elevado número de moldes que tuvieron que fabricar manualmente fueron otros dos inconvenientes que lograron superar durante su experiencia.
Un cambio para mejor en la vida de los pacientes
Belisario ayudó durante las dos semanas que estuvo en el Sáhara a numerosas personas con problemas de audición. El viaje, del que regresó y que ya está pensando en emprender de nuevo, supuso una importante oportunidad para 43 ciudadanos a los que pudo adaptar los audífonos para que volviese a escuchar. Estos son algunas de sus historias:
Una anciana muy activa en la comunidad
Una señora de 75 años acudió a la consulta con su nieto para poder comunicarse con Belisario y el resto del equipo. La mujer tenía hipoacusia severa en ambos oídos. "El nieto nos explicó que era muy activa socialmente y que desarrollaba un papel importante para la comunidad, por lo que necesitaba el audífono para poder seguir asistiendo a las reuniones de los campamentos", explica el responsable del proyecto.
La niña que sacaba malas notas porque no escuchaba a la profesora
Esta niña de 13 años tenía una pérdida auditiva moderada. La adolescente tenía buen vocabulario, pero hablaba con una voz muy nasal propia de niños con hipoacusia. "Nos pedía que por favor le pusiéramos el audífono porque decía que sacaba malas notas porque no escuchaba lo que decía la profesora", cuenta Belisario sobre la historia de la pequeña.
El ingeniero que perdió su trabajo
Un joven de 30 años que había estudiado ingeniería en Cuba gracias a los acuerdos que el país tiene con los saharauis también tuvo la suerte de que la expedición gallega se cruzase en su camino. "Llegó al Sáhara y empezó a trabajar de ingeniero hasta que perdió la audición en los dos oídos, tras lo que se quedó sin trabajo. Hacía unos cuatro años que no oía nada porque tenía una pérdida severa. Cuando le pusimos el audífono se emocionó muchísimo, nos dio las gracias por todo, porque podía volver a reintegrarse, a intentar buscar trabajo…", explica el impulsor del proyecto.
El hombre que acudió tras recibir un disparo en la cara
"Este paciente acudió a nosotros después de recibir un disparo en la cara. En el hospital le hicieron la extracción de los restos de la metralla del rosto y, después, esperó en la sala de espera a que lo atendiésemos porque llevaba más de cuatro años esperando poder oír", explica Belisario. El oído izquierdo era completamente disfuncional y el oído derecho tenía una pérdida muy grave debido a la exposición a los ruidos de la guerra. Los impulsores del proyecto y los trabajadores del hospital, sin embargo, lograron hacer una adaptación satisfactoria en el oído derecho. "Estaba deseando poder contárselo a su familia", indica el coruñés
El niño que se emocionó al escuchar a su madre
Los niños sufren las consecuencias de la guerra y de la falta de recursos sanitarios. Este pequeño de siete años tenía una pérdida auditiva moderada-severa originada por una otitis media no tratada a los cuatro años, lo que le causó un retraso de lenguaje y que pronunciase las palabras como hacen los niños con hipoacusia. Belisario realizó la adaptación e hizo un molde a medida. "Nada más encender el audífono, el niño se emocionó al escuchar a su madre llamarlo por su nombre. Le hacía mucha gracia y no quería quitárselo", recuerda el audioprotesista.
Algunos pacientes, descartados
Belisario y García de Lamo, sin embargo, se enfrentaron en ocasiones a la difícil situación de no poder ayudar a alguno de los pacientes. Hubo personas que tuvieron que ser descartadas para la adaptación con prótesis por no tener pérdida auditiva suficiente, haber sufrido la pérdida de niños y no haber adquirido el lenguaje o porque el equipo no disponía del audífono adecuado o se había quedado sin ellos, entre otras razones.
El audioprotestista recuerda especialmente el caso de un niño de 9 años que era mudo. "Es imposible que tenga una adquisición del lenguaje. Aunque le pongamos un audífono, nunca va a poder desarrollar el habla porque eso corresponde a una edad más temprana", explica Belisario. Otros casos difíciles a los que se enfrentó el coruñés fueron los de algunos ciudadanos que, a causa de la guerra, tenían el oído "inutilizado", por lo que el audífono no es una solución porque las células no procesan bien la señal.
"En las revisiones, hemos encontrado casos especiales, con grandes traumas acústicos debidos a la guerra, difíciles de ver en España. También vimos niños sin capacidad para hablar debido a que no adquirieron el lenguaje, muchos de ellos por otitis mal curadas que les provocaron hipoacusia y, por último, hemos visto un caso de microtia, en que el canal auditivo no estaba abierto y era imposible la transmisión del sonido por vía aérea", resume el coruñés.
Volver en un año con más audífonos y para formar a los técnicos
Belisario tiene previsto regresar al Sáhara para hacer un seguimiento a medio plazo del trabajo realizado con el objetivo de comprobar si las personas beneficiarias usan el audífono y si se han podido reintegrar en la sociedad, entre otros aspectos. "Dentro de un año queremos volver y dar más formación a los técnicos que están allí para que puedan abarcar más complicaciones sobre el tema de la audiología y los audífonos, y para que los pacientes tengan más asesoramiento técnico", explica el impulsor de la iniciativa.
Así, el proyecto de Belisario no solo tiene la vertiente solidaria de adaptar audífonos para los pacientes con problemas auditivos sino también la educativa mediante la formación de los profesionales sanitarios del Sáhara. Esto les permitirá aprender a reparar o a limpiar los aparatos. "No tiene sentido hacer esta acción si no tienes allí un responsable técnico que les dé apoyo a las personas", explica el coruñés.
La formación no será el único objetivo de Belisario en su viaje de regreso al Sáhara. "Queremos conseguir al menos el mismo número de audífonos, que es un equipo muy caro. El precio de 40 audífonos en España pueden ser unos 120.000 euros", indica el coruñés sobre la continuidad de un proyecto que ha ayudado a tantos ciudadanos.
Belisario y García de Lamo realizaron un reportaje con fotos de cada paciente y vídeos de las distintas adaptaciones para mostrar la labor realizada al mismo tiempo que se convierte en una importante base de datos para estudiar estadísticamente los casos tratados. Los responsables de la iniciativa, además, hicieron pública su labor a través de la televisión saharaui "por cortesía de Mohamed Salem", su director.
"Para el pueblo saharaui solo tenemos palabras de agradecimiento por su hospitalidad. Nos han brindado su casa y nos han hecho sentirnos parte de su familia desde el primer momento", indica Belisario, que dedica unas palabras cariñosas hacia el personal del hospital, como Salama y Said: "Ellos desarrollan su trabajo de forma admirable, aguantando las largas jornadas en pleno ramadán y siempre intentando que se atendiese al máximo número de pacientes posible".