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Lendoiro, sobre el fútbol femenino: "Ha llegado la hora de hacerse fuerte y exigir derechos"
El expresidente del Dépor ha señalado que al no existir convenio en vigor, el fútbol femenino "juega con un viento que no puede soplar más a favor de las jugadoras"
7 septiembre, 2023 14:45Chupinazo por la escuadra del fútbol femenino al Convenio. Al fútbol femenino le ha llegado el momento de hacerse fuerte y exigir derechos fundamentales que se le han venido negando. La corta historia de su Liga profesional ha sido controlada por los clubs masculinos, que vieron la oportunidad de hacerse con un botín que no les correspondía, haciéndose no solo con una holgada mayoría absoluta en las decisiones de la Liga F, sino también ganándose las simpatías de políticos y ciudadanos por su “apoyo” a la mujer, sin sospechar estos que los clubs recibían unas subvenciones que les permitían cubrir con facilidad los gastos del equipo femenino.
Pero los clubs no contaban que ese caramelo estaba “envenenado” porque en breve aparecerían los derechos de las jugadoras profesionales y con ellos, obligaciones colaterales para la patronal. Por eso, ahora, los clubs masculinos tendrán que hacer frente a gastos superiores a los ingresos del fútbol femenino de élite, y eso no era la hoja de ruta de LaLiga.
Incluso todo la se complica más, pues al no existir Convenio en vigor, tras proclamarse Campeonas del Mundo, el futbol femenino juega con un viento que no puede soplar más a favor de las jugadoras, ni más en contra de los clubs.
Diría que, sin querer, y de forma sigilosa, se está fraguando el gran homenaje que España le debe a las Campeonas. El “chupinazo” que acaba de abrir el “Año de Oro del Fútbol Femenino” supone un gol por la escuadra al Convenio.
La huelga de las jugadoras ha cogido a los clubs “a piñón fijo”, con el paso cambiado. Los ha pillado de vacaciones -concentradas en el mercado de verano del fútbol masculino- y los sindicatos aprovecharán el éxito mundialista para exigir a la patronal, con mucha más fuerza que antes, decisivos avances en el Convenio.
Con huelga, o sin ella, las Campeonas del Mundo tienen que exigir, entre otras, mejoras que afectan a los derechos mínimos de sus dos grandes soportes: la base y la élite.
El primero, que no pueda ser objeto del Convenio, es conseguir que desaparezca, de una vez en el fútbol, esa desigualdad existente entre niñas y niños, que no se produce ni en la educación, ni en la sanidad, ni en la cultura… Esa es la mayor lacra. El trato desigual en las edades iniciales es el germen de las enormes diferencias en la edad adulta entre hombres y mujeres profesionales. Las niñas no solo deben poder contar en su club con equipos de benjamines, alevines, infantiles… -categorías que todos los clubs mantienen en el fútbol masculino y muy pocos en el femenino- sino que también tienen que disfrutar de los técnicos, médicos, campos y viajes de un nivel similar. Conseguir la igualdad real de niñas y niños sería el mejor reconocimiento a las pioneras del fútbol femenino y a las Campeonas del Mundo, que tampoco disfrutaron de ella.
Es una igualdad que no puede ni discutirse en la base, pero que será imposible de conseguir en la élite por las inexorables leyes del mercado… pero ello no es óbice para admitir como justas las reivindicaciones económicas de las jugadoras profesionales de Primera División Femenina, que luchan por un salario mínimo anual digno.
El fútbol femenino de élite va a la huelga, porque la Liga F ofrece para este año un salario mínimo de 20.000€ y las futbolistas de Primera División solicitan 23.000€, cantidad inferior a la que hoy perciben los jugadores de la tercera categoría del fútbol masculino (Primera RFEF) y un chiste si la comparamos con los 186.000€ que cobran como mínimo los jugadores de Primera o con los 93.000€ que perciben los de Segunda.
Esa es la pelea en la que están las jugadoras con la Liga F -una Liga que, hasta el momento, de profesional solo tiene el nombre y la dedicación como tal de las futbolistas- a las que su vocación las lleva a considerarse profesionales percibiendo un salario mínimo mensual de 1.500€ brutos -que, con apuros, les da para vivir al día, y más si están fuera de sus casas- y en una actividad que te “jubila”, más o menos, a los 30 años. ¿Y después qué?
Su lucha ha chocado con la cerrazón de la patronal, lo que nos puede encaminar a una huelga sine die, que, tras el título de Campeonas del Mundo, la tienen que afrontar los clubs en las peores condiciones populares, porque, si las jugadoras aguantan el tirón, sus peticiones tienen visos de convertirse en un clamor popular, en un plebiscito ciudadano.
Todo lo que está sucediendo nos confirma que la única solución para que el fútbol femenino crezca como se merece es independizarse del fútbol masculino, como han hecho en el básquet y en otros deportes. Si no se produce ese cambio imprescindible, el fútbol femenino se convertirá en una sección deportiva más del club, que, en los momentos de dificultades económicas, hará que el fútbol femenino corra muy serio peligro.