José Manuel Rama lleva 27 años siendo bombero. Lo suyo es vocación, un compromiso con la sociedad que le ha hecho recorrerse 945,3 kilómetros para prestar ayuda a los afectados por la DANA en Valencia. En las casi tres décadas en la profesión ha visto cosas horribles, pero "nada parecido" a lo que ven sus ojos mientras habla con Quincemil por teléfono: "No puedo describir lo que estoy viendo —resopla profundamente—, es el caos más absoluto".
El Ayuntamiento de A Coruña ha puesto a disposición de las autoridades 12 bomberos y numeroso material como generadores y bombas de agua. Son el equipo más preparado de la zona, según cuenta José Manuel y, todavía así, necesitarían más medios. "Es tal la magnitud del desastre que nada es suficiente".
Los Bomberos de A Coruña llegaron a la Comunidad Valenciana el lunes a la una de la madrugada. Después de cruzarse toda la península, los efectivos de la ciudad arrancaron el martes las labores de limpieza y salvamento. Aunque el primer día estuvieron "unas dos horas" parados porque la coordinación de los mandos en el terreno está siendo muy complicada. Por ello, impotentes y cansados de estar de brazos cruzados, decidieron aventurarse y salir a Albalat para ayudar "en todo lo posible".
El puesto de mando avanzado al que están supeditados gestiona los recursos materiales y humanos que llegan desde todos los puntos de España. No es una tarea fácil. Todo lo contrario. "Nosotros estamos trabajando con una grúa de gran tonelaje del ejército de aire", dice José Manuel.
Puede que la ayuda tardase en llegar, si bien una semana después de la catástrofe todo lo que ven los ojos de este coruñés son agentes de policía, efectivos militares y voluntarios de protección civil —este miércoles trabajan en Catarroja—. Pero, de nuevo, no es suficiente. El daño provocado por la DANA es tal que "puede que las calles se limpien en dos o tres semanas" pero la reconstrucción de la Comunidad Valenciana durará "meses", estima José Manuel. "Está todo destruido", añade.
Trabajos de sol a sol
Las pérdidas materiales, no obstante, pasan a un segundo plano cuando se recuerda la cifra de muertos (podría variar). Los registros oficiales recogen que 215 personas han perdido la vida durante la tragedia. "Seguramente se encuentre alguno más", vaticina el cabo de A Coruña.
En el momento de la entrevista, el equipo de Rama trabaja retirando escombros de un canal de unos 30 metros de ancho. Está colapsado por la cantidad de coches y ramas que arrastró el agua. Muchos de los turismos ya fueron revisados y en algunos de ellos se encontraron cadáveres.
Los bomberos casi no tienen horario. En realidad, casi nadie de los desplazados y afectados por la DANA los tienen; su día comienza nada más ponerse el sol, a las siete de la mañana, y termina cuando se va, sobre las 20:00 horas. Del otro lado de la línea no hay una sola queja, es para lo que han ido: ayudar. "Al terminar también tenemos que limpiar todo el material, ayer terminamos a las once de la noche".
Los vecinos, enfadados con las autoridades y solidarios con los voluntarios
La faena, eso sí, se hace amena cuando ven la gratitud en la mirada de los vecinos, aunque "están enfadados porque las alertas no llegaron a tiempo". "Nos ayudan, nos dan de comer y nos tratan fenomenal", asegura José Manuel. Incluso son los ciudadanos los que, en más de una ocasión, les han cedido medios materiales. "Ayer no traíamos productos para descontaminarnos y nos dieron lejía. Lo que veo es un apoyo total", relata.
El trabajo de los bomberos, militares y altos cargos del ejército contrasta con el de los más pequeños. En la Comunidad Valenciana hay jóvenes que están viviendo una situación dantesca para su edad: "Ayer vi a niñas de unos 12 o 14 años repartiendo comida de la cocina de su casa a los voluntarios", dice antes de despedir la llamada. En unos días José Manuel volverá a casa y otros compañeros le tomarán el relevo. Eso sí, "en dos o tres semanas" espera estar de nuevo rumbo a Valencia para hacer lo que mejor se le da: ser bombero.