Seguramente al pasar por la tarde por la Calle Galera, cerca del Café Hispano, o por la Calle Real con la Torreiro, has visto alguna vez el poeta coruñés Abel García Pantín, de 31 años, ofreciendo sus escritos en una hoja de papel, enrollados, y con un lazo de detalle.
A los que van sin prisa, Abel abre y les lee el poema, muchas veces firmados por sus seudónimos, como Cuervo Blanco, Saul Pushkin (de Aleksandr Pushkin, el poeta ruso), entre otros nombres. Y así "se busca la vida" en la calle, todos los días.
Como lector voraz, lleva siempre en su mochila obras de Sara M. Bernard (Málaga), Teresa Ramiro (A Coruña) y Celia Prado Vega (Ponferrada), por ejemplo. Además de un libro en colectivo, "Dis-continuo", en el que ha participado y que está en las bibliotecas. Al lado, su fiel perra, Lorca (en referencia al poeta español Federico García Lorca, que es su preferido).
Como se ve, todo a su alrededor es poesía. Según él, escribió su primer poema con siete u ocho años. Desde entonces ha puesto sus inquietudes en versos, ha creado piezas para teatro y también ha hecho letras de rap. "Fundido en Negro" y "Burbujas de Jabón" son algunos de los cuadernos de poesías que ha sacado, además de los muchos fanzines que ha publicado con el colectivo de poetas Esbardalle.
Casi 10 años en la calle
"Trabajé de camarero, ayudante de cocina, cuidando de una persona mayor… No tengo estudios, me fui por ahí. No me daba la cabeza. Siempre me dedicaba a leer y a investigar. Dejé el instituto para meterme en la biblioteca", cuenta Abel. Así que con sus 20 años ha decidido vivir de lo que más le gusta: el arte y la poesía.
En su trayectoria ha hecho espectáculos y recitales en bares de A Coruña (y también Santiago, Ourense, Pontevedra y otros sitios de Galicia). Con su colectivo, ha llegado a Granada, Madrid, Barcelona, haciendo arte accesible. A lo largo de estos años ha escrito cerca de 100 poemas, algunos son los que suele vender por la calle a día de hoy.
"Hay una serie de ellos que a mi me gustan más, que la gente los recibe mejor, sobre todo poemas más suaves, igual con los poemas que son de amor, más fáciles de digerir. Luego tengo muchas cosas escritas que son muy críticas, muy ácidas, muy duras, que a la gente no les gustan", observa.
Un horario de trabajo
En 2010 empezó a vender los poemas por la calle. "En noviembre del año que viene hará 10 años. Mi idea es llegar ahí y parar", dice, y continuar solamente con los recitales en los bares. "Porque tengo una cosa con la calle, después de tantos años pues se cría algo ahí bonito."
Cuando bajó por primera a vender estaba acompañado de su amiga Bea. En la Plaza de Lugo, el sitio elegido para el intento, "ofrecíamos poemas a 20 céntimos. Y bueno, en general la recepción era soprendente. A principio muy bien, en general", relata.
"Hacía como un trabajo normal y corriente. Esto siguió así durante bastante tiempo. Bueno, vivía en el centro de alquiler, tenía que llegar al alquiler y a las facturas como minino. Y sí que ganaba dinero, no me faltaba nada, daba para mis tapas, mis cafés…"
Con esto de salir "a ver qué pasa", vio que podría vivir de su arte. "Entonces empecé a salir ya con algunos horarios. Un horario de trabajo. Estaba como de 10:00 a 14:00 y de 16:00 a 20:00 de lunes a viernes y los sábados por la mañana", comenta. Pero en los últimos meses nos cuenta que generalmente sale a vender cuando lo necesita.
Además de vender en algunos puntos de la ciudad, hay botes de cristal con sus poemas en el café Universal y El Café de Macondo.
A este oficio prefiere llamarlo "buscarse la vida". "Yo no pido, estoy ofreciendo algo. En eso hay mucha lucha." Ahora ya no baja con su amiga y los precios han cambiado. Deja que la persona que compra decida cuanto vale.
Distintas reacciones y anécdotas
"Hubo momentos muy bonitos, de la gente que realmente mira a los ojos, gente que ha llorado, que ha sonreído cuando venía triste. Me han ocurrido cosas muy curiosas como, por ejemplo, una mujer que dejó a su marido por un poema mío".
"En contraste con eso, luego me pidieron un poema para leer en una boda. Hay un montón de gente que tiene los poemas en la habitación en la pared, o en la nevera. Bueno, son cosas muy bonitas, la verdad", se alegra de decir.
Y otra cosa que le saca una sonrisa es recordarse que ya han llevado sus poemas a otros países, en los cinco continentes. "Están en movimiento. Me hace mucha ilusión, sirve para algo lo que hago."
Por otro lado, señala, hay "mucho rechazo y mucho desprecio". Es la reacción negativa. "No entiendo, pero existe, y es mucha gente. Lo que pasa es que se compensa con la gente que lo valora".
"Me han llegado a pegar por vender poemas. Eso fue una vez solo. Comportamientos de este tipo son muchísimos, insultos, desprecios, falta de respeto. De gente de todo tipo. No chavales, de gente adulta, con hijos, gente mayor. Y digo, ¿qué os pasa", se pregunta el poeta.
Arte al aire libre
"Hay una visión social hacia la gente que está en la calle que viene del miedo, de la incomprensión. Claro que hay mucha forma irrespetuosa de acercarse. Gente desesperada y que hace lo que sea. Pero los artistas que están en la calle son artistas y están trabajando. Están ganando su pan", puntualiza.
"Para mí es súper necesario que haya arte en la calle, es una muestra de que vivir de tus sueños es posible. ¿Cuántos artistas conocidos, los famosos, que la gente sigue en masa, empezaron así? No quitemos valor a eso. Puedes vivir estando en la calle".
¿Cómo surgió la idea de vender poemas en la calle?
Esto empezó con una amiga, Bea, cuando estábamos hablando de cómo vivir de lo que nos apetecía hacer. Estábamos viendo la película argentina "El Lado Oscuro del Corazón" (1993), que narra la historia de un poeta que cambiaba versos por monedas en la calle. Así surgió la idea de salir con algunos poemas. Y ahí fuimos.
¿Cuáles los sentimientos que te obligan a escribir?
El amor sobre todo, y la tragedia, por la parte que me duele.
¿Como describirías tus poemas?
Poemas muy barrocos, todo muy oscuro.
¿Qué autores te inspiran más?
La última poetisa que vi que me gusto muchísimo fue Patricia Heras. Su poesía es bastante dura y con algo mágico. Necesito realidad. La poesía está bien como distracción, pero también como algo que haga pensar.
Poetas que recomiendas leer:
Maria Buenamuerte (A Coruña), Teresa Ramiro (A Coruña), Susana Rumbo (Jaén) y Sara M. Bernard (Málaga), entre otras.