Prestige en el Puerto de Lira (Carnota, A Coruña): Nalgunhas praias aínda queda chapapote

Prestige en el Puerto de Lira (Carnota, A Coruña): "Nalgunhas praias aínda queda chapapote" Quincemil

Costa da Morte

Prestige en el Puerto de Lira (Carnota, A Coruña): "Nalgunhas praias aínda queda chapapote"

Un marinero y una mariscadora de este puerto del municipio de Carnota rememoran su impotencia ante la marea negra que arrasaba en pocos minutos todo lo que limpiaban en las playas y que destruyó algunas especies como la coquina

13 noviembre, 2022 06:00

Este fin de semana luce el sol en el puerto de Lira, en Carnota (A Coruña), concretamente en el muelle de Portocubelo, donde también se encuentra la lonja. Pero 20 noviembres atrás, todo se ensombreció y se tiñó de negro en esta zona costera y alrededores debido al fatal desenlace del Prestige. Las intensas jornadas de limpieza con las mareas devolviendo el fuel continuamente, el trabajo incansable de centenares de voluntarios llegados desde todas partes o la puesta en común de los marineros de los pocos medios a su alcance para recoger el chapapote siguen muy presentes para la gente de la zona que vive del mar desde siempre y que además ponen de relieve que el chapapote nunca se ha llegado a ir de algunas playas.

Foto: Quincemil

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El marinero Andrés Domínguez y la mariscadora Manuela Pérez conocen bien cómo se vivieron aquellos complicados momentos en el puerto de Lira y todo el municipio de Carnota y afortunadamente a día de hoy ambos viven del mar (él empezó con 20 años en los 90 y ella en el 2002). El marinero coge pulpo y nécora con nasas y también trabaja con aparejos, mientras la mariscadora coge erizos, percebes o berberechos, además de trabajar en la lonja procesando, elaborando y congelando pulpo para vender a una empresa, una tarea que en muchas ocasiones se alarga hasta bien entrada la madrugada. "Hai días que temos máIs de dúas toneladas de pulpo para procesar nunha noite", detalla.

Sobre los primeros días en los que desgraciadamente comprobaron que el Prestige iba a ser un gran problema, rememoran que a las aguas de la zona del puerto comenzaron a llegar "galletas de chapapote que se metían nas nasas e manchaban os polbos e camaróns". Por esta razón, dos días antes de que se decretase el parón de la actividad pesquera por la catástrofe medioambiental que provocó el buque monocasco, ya dejaron de salir al mar porque no podían trabajar.

Foto: Quincemil

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"Limpabas e ao rato a praia estaba negra outra vez"

Domínguez afirma que la zona del puerto estuvo menos afectada que otras zonas de playa próximas, a las que sí llegó gran cantidad de fuel. "Había vento de suroeste e mal tempo, o que atraía o chapapote a esas zonas porque dáballe de cara ás praias. Limpabas e a praia estaba negra outra vez e así durante un par de meses", explica, a la vez que añade que "o mar levaba o fuel para outro lado ou enterrábao, facendo unha especie de sándwich de chapapote e area". Para llevarse los kilos de chapapote que se recogían en aquel momento, el marinero cuenta que llegaron a Carnota grandes camiones que pasaban por el medio del pueblo "e case non cabían" y que en una ocasión uno de ellos rompió la parte de atrás quedando toda la carretera llena de fuel. "Foi de película", cuenta.

Sobre los primeros momentos de recogida, reconoce que "foi un despropósito" y critica que no se permitiese pasar a tractores a la arena para llevarse el fuel, lo que obligó a los voluntarios a carretar por la arena cestones llenos de chapapote. La mariscadora en noviembre de 2002 se unió a todos sus compañeros de cofradía, en la que se organizaron con containers y guantes para limpiar las playas lo máximo posible. "Todo o mundo se meteu ao mar a quitar o chapapote sen pensar se era perigoso", subraya. A su lado, Domínguez hace hincapié en que en aquel noviembre "todo era unha incógnita e ninguén sabía ao que se enfrontaba".

Foto: Quincemil

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Sobre la situación en el agua, describe que "o mar era unha balsa de aceite que chegaba ás praias e acumulábase". "Hai que darlle as grazas aos voluntarios, militares…que con mal tempo estaban metidos no mar recollendo chapapote e cargando os containers. Non había nin duchas e lavábanse en auga fría en enero, eran chavales de universidade galegos e de Xerez, choro recordándoos ás veces". reconoce el marinero, mientras que Manuela matiza que "reinaba a impotencia por non poder quitar o chapapote, que se metía entre as pedras impediendo chegar a moitos sitios". De hecho, pone en valor que en varias de las playas donde fue muy complicado limpiar el fuel en aquel momento, esa substancia aún está presente a día de hoy, a pesar de que han pasado dos décadas. Debido a lo sucedido las coquinas también desaparecieron de la zona.

"Ninguén quería o barco á porta de casa"

Foto: Quincemil

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En los largos días que transcurrieron hasta el hundimiento del Prestige como destino final del petrolero, las autoridades intentaron mover el barco hacia Portugal y Francia, con la consiguiente negativa de ambos países, y en este sentido Domínguez opina que "se se houbese levado o barco a Corcubión polo menos concentrábase todo o fuel nunha zona e non se paseaba por todos os lados". "O Goberno mandou levar o barco ao quinto pino pensando que o fuel non ía chegar. Tiñan asesores e non lles fixeron caso e escudáronse nos alcaldes, na negativa de que ninguén quería o barco á porta de casa", argumenta.

El gran perjudicado de todo lo ocurrido fue el capitán griego Mangouras, que estuvo en la cárcel más de 80 días y fue el único condenado del juicio mediático del Prestige que se alargó durante meses. Sobre su inocencia o culpabilidad en la catástrofe, el marinero defiende: "Mangouras non tiña culpa, todo foi debido a un golpe de mar a un barco vello ao que lle permitiron andar. En todo caso será culpa da armadora ou das leis marítimas que rixen se podes navegar con barcos monocascos máis vellos ou menos vellos". "O capitán pagou os pratos rotos. O barco ás olas de moitos metros desmantelárono e cando afundiu dicían que o fuel ía solidificar e non ía salir nada pero todos sabíamos que iba vir", expone, mientras justifica su argumento con el hecho de que cuando pasaban mercantes por la costa habitualmente dejaban pequeñas manchas de fuel.

Foto: Quincemil

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La mariscadora concuerda con la teoría de su compañero y destaca que "os mariñeiros vellos optaban por meter o barco abrigado nunha ría e que quedase alí o chapapote". En los meses siguientes a noviembre de 2002, pidieron soluciones en manifestaciones multitudinarias como la del movimiento ‘Nunca Máis’ en Madrid y sostienen que "manter movementos sociais como esta non fan mal ningún para que a xestión se faga doutra maneira". Sobre la gestión política, opinan que "se taparon as cousas con cartos" y ellos llegaron a recibir unos 1.200 euros durante siete meses. "Algún mariñeiro ao ter iso aínda dicía que viñera outro Prestige", explican, mientras el marinero se muestra indignado con ciertos detalles como que gente que tenía una lancha en Lira pero vivía en Estados Unidos recibiese también estas indemnizaciones.

Acerca de las enseñanzas adquiridas en estos años sobre lo ocurrido por parte de las autoridades y los numerosos fallos cometidos que quedaron en evidencia, ambos remarcan la existencia del remolcador Don Inda y otros dos disponibles en la zona de Costa da Morte. "Os accidentes sempre están ahí e os barcos e partes meteorolóxicos poden ser mellores ahora, pero un accidente pode pasar en calquer momento e máis se se ten medo de tomar decisións políticas", dice el marinero.

Foto: Quincemil

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Sobre si Galicia ha olvidado o no el Prestige, el marinero concreta que "olvidar de todo non, pero intentas vivir e adaptarte ao que hai", y la mariscadora muestra su impotencia recordando la cobertura realizada por determinados medios en aquellos negros momentos para Galicia: "Non tiñamos moito tempo a mirar a televisión pero era unha inxusticia porque vías que nalgúns sitios planteaban as cousas como tranquilas e aquí estábamos co chapapote ata o pescozo".