La lacra de los incendios es una constante en Galicia cada verano. El aumento de las temperaturas y la disminución de las lluvias ayudan a una propagación en la que, sin embargo, interfiere de forma innegable el ser humano. Son varios los incendiarios que las autoridades han detenido en lo que va de año; el último, una persona en Boiro que se disponía a prender fuego con un mechero.
La actividad de algunos individuos no es la única que perjudica a los montes gallegos. A la presencia de especies altamente pirófitas como el eucalipto, del que los expertos calculan que hay más de 500.000 hectáreas plantadas en Galicia, o la acacia mimosa, más desconocida pero de crecimiento igualmente rápido, se une la escasa limpieza de las zonas boscosas. El abandono del rural gallego es una realidad y son muchas las voces que se alzan pidiendo una solución.
Las llamas devoran la fauna y la flora de la comunidad cada año, llevándose con el humo el modo de vida de miles de personas, y este 2020 no es una excepción: Ourense registra este miércoles 16 de septimebre 16 incendios forestales. La situación llevó a varias asociaciones a convocar una concentración mañana a las 20.00 horas ante la sede de la Xunta en Ourense para exigir una rectificación de la política forestal del Gobierno gallego, así como mejoras en los servicios de extinción.
Este tipo de protestas también se producen a diario de forma virtual: las redes sociales claman cada año Lumes Nunca Máis y denuncian que #QueimanGalicia. Los lamentos de los usuarios de Twitter, Instagram o Facebook se unen a las imágenes que los bomberos y brigadistas, además de los profesionales de la comunicación, comparten para dar voz a un problema que ya dura demasiado.