Los centenares de fervenzas (cascadas en gallego) que están repartidas por Galicia se han convertido en el objetivo vital y el mejor remedio para el salmantino, pero gallego de adopción (estudió el MIR en Compostela), Carlos Frade, que ejerce como otorrino en el Hospital Clínico de Santiago desde hace más de dos décadas. Una de sus pasiones era la bicicleta de montaña (incluso hizo el Camino de Santiago con ella desde Roncesvalles hasta la plaza del Obradoiro) pero en 2013 la vida de este hombre de 56 años dio un giro de 360 grados cuando le detectaron una de las denominadas enfermedades raras, concretamente una neuropatía de fibra fina.

Fervenza das Hortas: del regato de Saímes, que desemboca en el río Ulla.

Este trastorno consiste en la pérdida de las terminaciones nerviosas finas que llegan a la superficie de la piel y de las extremidades inferiores, algo que provocó que empezase a notar síntomas raros como presión en los pies, pero sobre todo mucho dolor. "Dejé de notar el frío y calor en los pies y solo sentía dolor desde que me levantaba hasta que me acostaba", afirma. Tras un largo recorrido por diversos especialistas y hospitales (la Unidad del Dolor de Salamanca y de Toledo o un neurólogo en Madrid) nadie sabía lo que tenía hasta que él mismo leyendo dio con su propio diagnóstico. "Me informé y por los síntomas me pareció que podía tener una neuropatía de fibra fina y acerté. Coincidió conmigo un neurólogo compostelano que es un gran profesional y se confirmó tras la realización de una biopsia que hubo que enviar a Valencia", rememora.

Sin límites: "En vez de ver Galicia desde tierra la veo desde el mar"

Fervenza de Cadarnoxo: El rego de Graña, afluente del río Coroño.

Sobre su enfermedad, Frade detalla que "te duelen los pies como si te pusieras unos calcetines de brasas" y concreta que "no tiene cura", aparte de que "el tratamiento normal con el que se afronta no tiene mucho efecto". Este inconveniente le obligó a aparcar por completo la bicicleta de montaña, paradójicamente en uno de sus mejores momentos deportivos, porque en 2013 se estaba preparando para la carrera Titan Desert (competición de ciclismo de montaña que se lleva a cabo en el desierto de Marruecos) y entrenaba seis días a la semana unas cinco horas diarias.

"Fue un palo tremendo, tuve que dejarlo todo. Pensé que así remitirían los dolores pero no fue así y aumentaron aún más", recuerda con cierto dolor, debido a que desde muy pequeño guarda un amor especial por la naturaleza y la montaña y cuando era joven dedicaba todo su tiempo libre a hacer rutas por los Picos de Europa o la Sierra de Gredos. Lejos de dejarse vencer, sacó fuerzas y decidió reorientar su vida y no renunciar a explorar la naturaleza, momento en el que comenzó a realizar rutas en Kayak, otra de sus grandes aficiones. "En vez de ver Galicia desde la tierra lo hago desde el mar y es una maravilla. Ver la costa gallega desde el agua no tiene nada que ver con verla desde tierra porque se puede llegar a acantilados y playas que no son accesibles a pie", comenta.

 Fervenza de Tourón: en la parte alta del río Cerves.

Antes de que le detectasen la enfermedad, en 2010, el salmantino creó su primer blog, en el que publicaba rutas para bicicletas de montaña y de senderismo que realizaba. Años después, cuando la neuropatía ya se hizo notar, y tras un tiempo apartado del deporte, Frade se convence de que "necesita hacer algo para sentirse útil" al margen de su faceta como otorrino, y es así como se encomienda su ardua labor de catalogar todas las fervenzas de la comunidad, un reto que comenzó en diciembre de 2015 y cuyos logros va registrando en el blog (fervenzasdegalicia.blogspot.com) creado para la materia.

"Deseo ver personalmente todas las fervenzas de Galicia"

Se propuso registrar las fervenzas gallegas porque se informó y comprobó que la información existente "estaba desordenada", aparte de que encontró un libro sobre la materia que estaba descatalogado y que "estaba muy bien para hace 20 años cuando se publicó". "Pensaba que en total habría en la comunidad como un centenar de cascadas, pero empecé a investigar en libros y por internet y vi que al menos existen 350 en Galicia (de las que ha visitado 184 y calcula que le quedan 164)", explica, a la vez que deja claro que "quiere ver personalmente todas ellas y fotografiarlas".

 Fervenza de Codeso: En el río Pontillón, afluente del río Ulla por su margen derecho.

"Hay un dicho en Galicia de que cada río tiene su fervenza y más o menos es cierto. Normalmente voy solo porque en el 90% no hay indicadores de donde está la fervenza ni un camino para llegar, entonces me tengo que abrir paso por el monte con los palos de senderismo", reconoce. Su modus operandi es sencillo, cataloga las cascadas en función de cinco puntos: la localización (cómo llegar con el coche hasta el punto más cercano y desde ahí cómo encontrar la propia fervenza más la localización GPS), si está o no indicada, la dificultad (cuatro categorías: sencillas, dificultad intermedia, difíciles y muy difíciles), si son aptas o no para ir con niños y si desde el punto desde donde se deja el coche hasta la cascada hay que caminar.

Al margen, graba las rutas mediante la aplicación Wikilok, una plataforma donde almacenar y compartir rutas al aire libre georreferenciadas y puntos de interés de todo el mundo. Una de las que más le ha impresionado y sobre la que advierte que "hay que ver antes de morir" es la cascada de Ézaro, una de las más populares de la comunidad. Además, destaca otras como la de Rego da Portorosa, una fervenza que cae sobre el río Mandeo y a la que se accede "por un sendero de vértigo". "Sabía que la fervenza quedaba de frente al río Mandeo y en principio no se veía, por lo que me tuve que meter en el propio río porque había una especie de saliente. Al pasarlo me encontré con las cascada encajada en un cañón y la catalogué con el nivel negro porque la pendiente es muy inclinada y hay que bajar arrastrándose por algunos sitios, además de que para subir por el monte para volver hay que tener bastante fuerza", alerta.

Fervenza del Rego da Portorosa: afluente del Mandeo que cae sobre él por un cañón lateral.

Otros lugares que destaca son las pozas de Tourón y Melón, las cuales descubrió hace aproximadamente un mes y le dejaron impresionado. "Me quedan años para acabar el trabajo porque las fervenzas que no he visto están en un radio cada vez mayor, porque en las cercanas a Compostela ya he estado. Quiero conocer sobre todo las de Ourense y Lugo pero necesito fines de semana para ello", aclara.

Discapacidad del 56% y el kayak como otra gran pasión

Hace tres años, a Frade le dieron una discapacidad del 56%, algo que no le ha limitado para seguir desarrollando su labor como otorrino, una profesión que desarrolla con gusto porque "el contacto con los pacientes le da la vida". "Aunque tenga dolor el cerebro es capaz de bloquearlo mientras hago estas actividades que me gustan tanto", admite.

Esta disposición la demuestra también con los planes futuros que ya tiene programados para cuando remita la pandemia y aumente la movilidad en Galicia, dado que clubes de piragüismo le han contactado para darle la enhorabuena por su blog de rutas, además de concertar con él algunas excursiones. "Me gusta buscar cosas que me hagan olvidarme de mi enfermedad, porque el dolor te va limitando la vida. Si no hubiera buscado algo diferente me habría rendido y estaría en una cama quejándome, algo que no pienso hacer nunca", concluye con optimismo e infinitas ganas de vivir.