La búsqueda de pisos en Santiago de Compostela se pone más difícil cada año. Con la subida de precios y la aparición de nuevas cláusulas, los estudiantes que residen en la capital gallega durante el curso ven más difícil encontrar un piso de alquiler que tenga unas condiciones dignas y un precio asequible.
Cada año se adelantan más las fechas de las visitas por parte de los estudiantes para encontrar el piso en el que vivirán en el siguiente curso universitario, comenzando las visitas ya en junio o incluso en mayo. Los pisos se agotan muy rápido por la cantidad de demanda existente entre los estudiantes. De todas maneras, la oferta no es muy buena.
Humedades y salones inexistentes
"Mientras buscaba piso para este curso, me encontré con uno por el que pedían 200 euros por habitación y una de ellas no tenía ventana" cuenta Víctor López, estudiante. El universitario explica también otra visita que hizo para encontrar piso este curso. "Otro de los pisos que visitamos no tenía salón, ya que lo rehabilitaron como habitación", añade. Por ello, el salón se encontraba en el pasillo, donde habían puesto una mesa plegable con dos sillas y un sillón.
Muchos de los pisos para estudiantes en Santiago tienen problemas con las humedades, algo que parece no importarle a las inmobiliarias o a los caseros. "Fuimos a ver un piso que nos vendieron muy bien porque tenía lavavajillas y costaba 120 euros la habitación al mes, al llegar allí vimos como todas las habitaciones tenían humedades y una de las paredes estaba cubierta de moho", afirma Uxía Miranda. "Buscar pisos es toda una odisea", concluye la universitaria.
Durante estas visitas, José, también universitario, se encontró con una situación un tanto fuera de lo habitual. "Subimos a un piso con el encargado de la inmobiliaria y nos dijo que salía más barato porque también era el despacho de un abogado que iba allí a veces a trabajar", explica. El encargado les dijo que no pasaba nada, que el abogado les avisaría antes de entrar en el piso.
Una experiencia parecida a la que vivió Uxía mientras buscaba piso le ocurre a Carlota Lázaro, alumna del doble grado de Periodismo y Comunicación Audiovisual en la USC, en el piso en el que reside actualmente. Esta presenció como una de las paredes de la habitación de su compañera se fue volviendo negra con los meses. "La pared se fue poniendo negra por las humedades y tuvimos que cambiar el orden del mobiliario de la habitación, los caseros no hacen nada por mejorar esta situación", expresa la estudiante.
Maite Bermejo, alumna del programa SICUE en el curso de 2019/2020, cuenta como a ella y a sus compañeros les ponían pegas porque no podían ir a ver el piso de forma presencial. "Tuvimos que buscar a amigos y a gente para que lo hiciera por nosotros", argumenta.
Pulgas y visitas sin avisar
Las experiencias a lo largo del curso han sido muy dispares. Uxía Rial, alumna de Periodismo, cuenta como su casero hizo visitas sin previo aviso a su piso con otros estudiantes mientras este aún estaba ocupado. "Non tes opción a decir que non, porque está en xogo a fianza", expresa la estudiante. "Pregúntome se recibiría o mesmo trato unha familia ou unha persoa de 30 ou 40 anos que tamén comparte piso", señala. Además, cuenta como el casero les recriminó que habían roto la alcachofa de la ducha a propósito cuando estas le informaron de que había dejado de funcionar correctamente. Declara que nos "culpabilizan por ser estudantes".
El trato no siempre es el mejor cuando los inquilinos son estudiantes y Andreia lo sabe de primera mano. Esta explica cómo fue su experiencia en un piso situado en la Avenida de Rosalía de Castro. "Era un piso bastante caro, sobre 200 euros ao mes por cabeza. Ese ano animámonos a gastar un poco máis xa que era o último", cuenta. Andreia explica cómo comenzó a notar picaduras por el cuerpo ya en septiembre. En noviembre fue cuando identificó que esas picaduras eran de pulgas. Se lo comentaron a su inmobiliaria y esta hizo caso omiso. A partir de enero, Andreia y sus compañeros dejaron de pagar el piso para que la inmobiliaria les hiciera caso y fumigaran el inmueble. "En febreiro finalmente fumigaron o piso, desapareceron as picadas, puiden volver a dormir e pagamos o atrasado", concluye.
Situaciones escabrosas con los caseros también ha vivido Patricia en el piso que habitó este curso junto a dos compañeras. Esta relata como "el casero de este año nos hizo un contrato falso en el que ponía que pagábamos 400 euros al mes, cuando en realidad eran casi 700″. Patricia indica que accedieron después de que el casero les pidiera que aceptasen, justificando que Hacienda se lleva gran parte del alquiler. "Muchos caseros e inmobiliarias piden que el pago sea en efectivo para así no declarar a Hacienda", sentencia. Asimismo, Patricia explica que, después de todo, el casero les quitó parte de la fianza alegando que el piso estaba sucio y que tenía que pagar un servicio de limpieza.
No todos son malas experiencias en los inmuebles compostelanos. Alejandra García cuenta como fue su experiencia en el piso en el que estuvo el primer año que cursó en la USC. "No tuve ningún problema con la inmobiliaria, de hecho nos facilitaron mucho los trámites", explica. Como anécdota cuenta que cuando se les estropeó la lavadora, el casero no se demoró en pagar el coste para arreglarla.
Uxía Calvo lleva más de 3 años en el mismo piso, el que ya es casi para ella su primer hogar. "Temos un trato excelente co caseiro, non podemos estar máis contentas", manifiesta. Asegura que todo aquello que han pedido, le han escuchado. "Seguimos neste piso porque seguramente non encontremos nada mellor", constata.
Quejas de inquilinos y dueños
Desde la Inmobiliaria Julio Gerpe, situada en la Avenida de Vilagarcía, dicen que "hay bastante demanda" para el siguiente curso y que de momento "todo va bien". "Hay quejas por parte de los inquilinos por el estado de piso o el precio y también por parte de los dueños, que entregan bien el piso y se lo devuelven, pasado el curso, en mal estado", comentan desde la inmobiliaria. Detallan que tanto los inquilinos se quejan, como también los dueños y que la inmobiliaria es la que está siempre en el medio.
Todos los pisos que se ponen en alquiler en las inmobiliarias compostelanas para estudiantes acaban siendo adquiridos. Muchos de estos estudiantes acaban viviendo en pisos con problemas por miedo a no tener un techo debajo del que vivir durante su curso universitario.
Cada vez más universitarios buscan piso o compañeros de piso a través de redes sociales. Es una forma fácil, rápida y sencilla de encontrar una habitación en la capital, además de tener una fuente de primera mano sobre el piso, que son aquellos inquilinos que dejan su morada o nuevos compañeros para el siguiente curso.
De toda formas, los universitarios que consiguen un buen piso y un buen trato con la inmobiliaria y/o el casero, se suelen quedar en el inmueble a lo largo de su carrera universitaria. En el momento en el que acaben la carrera o se marchen de Compostela, este piso probablemente pase a manos de amigos. Infundando así la confianza del dueño del inmueble en los nuevos inquilinos, como si se tratara de una carta de recomendación.