Según el último informe publicado por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), Galicia se ha convertido en uno de los principales puntos de entrada de droga a España y Europa Occidental, cuya producción y consumo se ha disparado y diversificado sobre todo en el caso de substancias como la cocaína. De hecho, el Informe Mundial sobre la Cocaína 2023 también detalla cómo el cultivo de este estimulante extremadamente adictivo presentó un aumento del 35% tras una desaceleración inicial marcada por la pandemia de la COVID-19. A este respecto, el actual gerente de la Fundación Galega Contra o Narcotráfico, Fernando J. Alonso, apunta a una contención durante la crisis sanitaria causada por el consumo social asociado a este tipo de drogas: "Desde el lado social, también tenemos un problema porque nunca ha habido una percepción tan baja del riesgo de consumir drogas en general como ahora".
El Informe Europeo sobre Drogas 2022 también arrojó cifras históricas tanto en tráfico como en consumo: "un 29% de los adultos (de 15 a 64 años) de la Unión Europea han consumido algún tipo de droga ilegal, con un mayor número de hombres (50,5 millones) que de mujeres (33 millones)". Dentro de estos parámetros generales, se estima que cerca de 3,5 millones de adultos consumieron cocaína en el último año y hasta 2,2 millones formaban parte de la franja de adultos jóvenes (15-34 años). "En las estadísticas está más o menos contenido, al final en las encuestas se puede mentir (…) pero sin embargo, en los análisis que se hacen de aguas residuales, Santiago de Compostela por ejemplo es una de las ciudades cuyo consumo se ha multiplicado por tres o por cuatro en los últimos 10 años", señala Fernando J. Alonso sobre unos resultados que revelan una media de consumo de 505,1 miligramos de cocaína por cada mil habitantes al día en la capital gallega (quinta ciudad de España en consumo) sólo el último año.
En el cómputo general de la comunidad, el consumo de esta sustancia ilegal se hace especialmente notable en los grupos de 19 a 24 y 25 a 29 años, con un 3,3% y 2,7% respectivamente. "Tenemos un problema muy serio y ojalá no tuviéramos que decirlo. Es verdad que se han hecho cosas muy interesantes y muy buenas en la lucha contra el narcotráfico, pero parece evidente, a la vista de los resultados, que aún estando bien no son suficientes", reflexiona el presidente de la Fundación Galega Contra o Narcotráfico, una organización que lleva más de 25 años en el ámbito de la lucha antidroga en dos facetas principalmente: la asistencia a personas con problemas de adicciones o campañas de prevención y colaborando con las fuerzas de seguridad y el estamento judicial en medidas que ayuden a mejorar la eficacia en la lucha contra el narcotráfico, como es el caso de un servicio pionero en su día de gestión de bienes intervenidos al narcotráfico con el apoyo de la Xunta de Galicia y el Colegio de Procuradores de A Coruña.
Mayor tráfico, menor precio, mayor consumo
Según apuntan numerosas asociaciones gallegas (tales como Érguete, ACLAD o la propia Fundación Galega Contra o Narcotráfico), entidades públicas e informes oficiales sobre la situación, en la actualidad podemos destacar varios factores clave que han contribuido de una forma u otra a esta escalada descontrolada del consumo en Galicia, entre ellos la sobreproducción de drogas a nivel mundial, una baja perpepción de riesgo, la sensación generalizada de impunidad (relacionado con los procesos judiciales) y una bajada del precio que deriva en una mayor accesibilidad a dichas sustancias ilegales. "Esa sobreproducción genérica de sustancias como la cocaína, la heroína o el hachís trata de llegar a los mercados que la consumen y Europa es uno de los principales favoritos", recalca el presidente de la FGCN. "Además estamos viendo que entran de muy distintas maneras, vemos cosas que son casi de ciencia ficción como el caso de los famosos narcosubmarinos", agrega.
El hecho de que sustancias como la cocaína se hayan vinculado a un consumo social y de ocio también ha provocado que las edades de inicio se hayan reducido de una forma drástica. "Es algo realmente preocupante", afirma Fernando J. Alonso. Las estadísticas gallegas sobre las edades de principio de consumo reflejan que a los 17 años ya se han iniciado en el uso de cocaína un 37,4% de estos jóvenes (un 8% hasta los 14 años). "El problema que hay con el consumo es que se está empezando a ver como algo normal, como algo que forma parte del paisaje y no podemos resignarnos a que esto sea normal, ni a darlo como bueno, porque es una auténtica ruina para la salud de las personas y para la seguridad de todos", agrega. "nosotros estamos haciendo mucho hincapié en que hay que reaccionar ante este problema políticamente (…) echamos de menos campañas de prevención, ahora parece que estamos un poco dormidos con este tema".
Además, la bajada en las cifras del precio de las drogas resulta también determinante a la hora de explicar el aumento del consumo en Galicia: en la actualidad un kilo de cocaína ronda en la comunidad gallega menos de 40.000 dólares, mientras que hace tres décadas dicho coste superaba los 65.000 según el último Informe Mundial sobre Drogas. "Uno de los temores que tenemos ahora mismo es que la bajada de estos precios comporte unos mayores índices de consumo, lógicamente, porque es más accesible", señala el presidente de la Federación Galega Contra o Narcotráfico.
Un problema multifactorial en Galicia
A medio y largo plazo, el consumo habitual de cocaína puede producir efectos físicos y psicológicos además de adicción. Tal y como apuntan médicos especialistas, el uso reiterado de este tipo de sustancias también puede afectar al funcionamiento cerebral y provocar trastornos psíquicos como ideas paranoides o depresión, desencadenar cuadros de psicosis o esquizofrenia o daños importantes en los sistemas circulatorio y respiratorio entre otras complicaciones y riesgos. Unos daños a los que también hay que sumar los propios de la vía particular de administración de la cocaína (nasal, inyectada…). Con todo, el problema del consumo de drogas no es únicamente un problema de salud pública (como se tiende a delimitar), sino que conforma un auténtico problema multifactorial donde muchos otros sectores de la sociedad se ven también afectados.
"Estamos viendo que no solamente está aumentando el tráfico de drogas, sino que además están aumentando los episodios de violencia, delincuencia juvenil (…) y desgraciadamente también se está viendo mucha implicación directa del consumo de drogas en general con situaciones de violencia de género o con violencia", señala Fernando J. Alonso. De hecho, se ha encontrado una relación bastante directa y probada de que el consumo de sustancias de carácter ilegal, como en el caso concreto de la cocaína, provoca un aumento de tipologías delictivas como agresiones, robos, violencia de género, delitos contra la seguridad vial o incluso homicidios y suicidios. "Estadísticamente hablando, muchas veces no se asocia o no se computan determinados fallecimientos con el consumo de cocaína, aún teniendo una relación directa con accidentes de tráfico", concluye.