Un recorrido por la Muralla de Lugo, con diez puertas abiertas a la historia de la ciudad
En su origen, el recinto amurallado presentaba cinco únicas puertas de acceso, si bien entre los siglos XIX y XX se abrieron otros cincos arcos debido, en gran medida, a las necesidades de expansión de la urbe
17 marzo, 2024 05:00Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y considerado el recinto amurallado la época romana mejor preservada del planeta, la Muralla de Lugo fue constituida hace más de 17 siglos sobre los terrenos de la antigua Lucus Augusti. Esta gran obra de la arquitectura romana se realizó siguiendo las elegantes directrices de las obras de Vitruvio, superando los dos kilómetros de longitud y manteniendo en su estructura hasta 71 de las 80 torres de planta semicircular que se distribuían originalmente por todo el trazado fortificado. Algunos de estos torreones vieron alterada su planta, en gran medida, como consecuencia de la construcción de hasta cinco nuevos accesos al núcleo de la ciudad.
Lo cierto es que en su origen, la Muralla romana de Lugo contaba con cinco puertas únicas de acceso al interior del recinto, las cuales coincidían con las principales vías que atravesaban la ciudad. Con el tiempo, principalmente entre los siglos XIX y XX, se fueron abriendo otras cinco puertas a causa de las necesidades de crecimiento y expansión que la ciudad lucense presentaba. En la actualidad, de las diez puertas que se extienden a lo largo del recinto amurallado, tan sólo cuatro permiten el paso del tráfico rodado, mientras que las otras seis restantes son únicamente de acceso peatonal. En cualquier caso, desde las construcciones primigenias hasta las obras más modernas, todas ellas albergan un pedacito de la historia de Lugo en su estructura y existencia.
A porta de Santiago
A Porta de Santiago ya existía durante la época romana, aunque su estructura moderna poco guarda de sus orígenes, pues en el año 1759 el acceso fue totalmente modificado para permitir el paso de carruajes y se añadió también una imagen en piedra de Santiago Matamoros. Como decíamos al comienzo, la realidad es que en sus inicios, la muralla de Lugo presentaba cinco únicas puertas de acceso al interior que se correspondían con las principales vías del trazado de la ciudad. Cabe señalar que esta entrada primigenia al recinto amurallado es conocida desde el siglo XII por los nombres de Posticu, Porticu o Postigo. Todos estos designios estaban relacionados con la existencia de un portón encuadrado dentro de otro más grande. Se trataba además de una puerta privada propiedad de la iglesia, utilizada por los religiosos y sus sirvientes para acceder a las huertas. También fue la única que permaneció abierta en tiempos de peste. En la actualidad el acceso en cuestión se encuentra ubicado frente a la entrada principal de la catedral y muy cerca de un paso elevado que permite el ascenso a la muralla. En cuanto a sus dimensiones, la puerta actual mide unos 4,5 metros de ancho así como otros 5,5 metros de alto hasta la clave y cerca de 6,90 metros si se realiza la medición hasta el adarve.
Porta do Bispo Aguirre
Si bien la puerta del Bispo Aguirre no constituye una construcción original de los romanos, este gran arco de acceso a la ciudad está considerado por muchos como uno de los más bonitos dentro del trazado de la muralla lucense. Se trata de la cuarta puerta agregada en el siglo XIX, alrededor del año 1894, para facilitar, en este caso, la comunicación con el viejo cementerio y el recién inaugurado seminario, construido por el arquitecto Nemesio Cobreros bajo la orden del Obispo Aguirre. De hecho, cuando se abrió esta nueva vía de acceso se derrumbaron algunos cubos de la muralla y salieron a la luz varias lápidas romanas. A Porta do Bispo Aguirre mide unos 10 metros de ancho por otros 9 metros de alto hasta su adarve. Al atravesar el arco de entrada es posible divisar unas pequeñas puertas laterales que conectaban con unos habitáculos que antaño servían de fielatos (oficina a la entrada de las poblaciones en la cual se pagaban los derechos de consumo), así como también una placa conmemorativa dedicada al mencionado obispo fundador del seminario.
Porta do Campo Castelo
También conocido como Porta do Cárcere, este arco de entrada fue el tercero que se abrió en el siglo XIX, inaugurado en el año 1887 de la mano de la nueva prisión de la ciudad. Su construcción resultó ser muy necesaria para facilitar los cambios de guardia y el acceso al juzgado. La puerta en cuestión sustituyó a unas antiguas escaleras romanas de acceso y condicionó por completo sus dimensiones, las cuales alcanzan los 4,32 metros de ancho y una altura de 7,15 metros hasta la clave o 8,10 metros si tenemos en cuenta el adarve. En su día, el sobrante de la obra se utilizó para la construcción del alcantarillado en los alrededores de la Porta de San Fernando así como para rellenar el desnivel existente entre la ronda exterior de la muralla y la zona que ocupa en el presente la Praza do Campo Castelo, desde la cual es posible acceder a la parte alta muralla.
Porta de San Pedro
A Porta de San Pedro es otra de las vías de acceso que presumen de tener un origen romano, si bien su estructura fue modificada en torno al siglo XVIII, fecha en la que se le añade un escudo flanqueado por leones rampantes así como otras pequeñas intervenciones. Al parecer durante la Baja Edad Media hay constancia de fuentes escritas y referencias a Sancti Petri. En cualquier caso, cabe señalar que durante la época medieval este arco de entrada también era conocido como Porta Toletana, o Toledana, por estar situado al final de un camino de mercaderes y comerciantes procedentes de Castilla. De hecho, en la actualidad, este acceso continúa siendo la principal puerta de entrada a la ciudad para miles y miles de peregrinos que avanzan hacia Santiago de Compostela a través del Camino Primitivo. En lo que respecta a sus dimensiones, A Porta de San Pedro apenas ronda los 3,70 metros de ancho y los 4,85 metros de altura hasta la calve, si bien su tamaño si tenemos en cuenta el adarve se eleva hasta los 10,80 metros.
Porta Falsa
También de origen romano pero con modificaciones visibles, la Porta Falsa responde al tipo de acceso que los romanos solían denominar posterulae. Este portón de acceso era por aquel entonces de uso exclusivamente militar, cuyos lienzos se abrían de forma asimétrica entre dos torres. La salida, de hecho, era una trinchera excavada sobre el terreno. Cabe destacar que dicho acceso fue cerrado durante la Edad Media y se abrió de nuevo en el siglo XVII coincidiendo con la fundación del Hospital de San Bartomeu en la actual Praza de Ferrol. Como dato curioso podemos decir que esta puerta también era utilizada para la entrada y salida de los correos. Otro momento clave de su historia tiene lugar ya en el siglo XX, cuando se cierra el tráfico y se dota a la estructura en su lado izquierdo de un acceso con escaleras a la parte alta de la muralla. En la actualidad, A Porta Falsa supera los 3,45 metros de ancho, mientras que su altura se encuentra entre los 5,65 y los 11,50 metros, hasta la clave y el adarve respectivamente.
Porta Miñá o do Carme
De las cinco puertas romanas originales que se conservan en el trazado de la muralla, la de la Porta Miñá es la que presenta menos modificaciones de todas. Más conocida en la actualidad como A Porta do Carme ―por estar situada frente al templo del mismo nombre―, en la época medieval recibía el designio de Minei o Mineana por ser la salida natural hacia el río Miño. Su estructura está formada por un arco de medio punto y bóveda de cañón, protegida por dos sólidas torres de granito. En su interior también mantiene en pie el hueco destinado al cuerpo de guardia, aunque se trata de una de las zonas más alteradas. De hecho, el habitáculo en cuestión fue utilizado como capilla hasta el siglo XIX. El arco de acceso ronda los 3,65 metros de ancho y al atravesarlo los viandantes también podrán encontrar unas escaleras de subida a la muralla. Como dato curioso cabe señalar que el Camino Primitivo hacia Santiago de Compostela despide a la ciudad de Lugo al salir por esta puerta.
Porta da Estación
El hueco de la conocida como Porta da Estación se abrió en el año 1875 debido a una petición popular de los vecinos, los cuales solicitaban por aquel entonces una nueva vía de comunicación entre la ciudad y el ferrocarril. La estructura se llegó a ampliar en varias ocasiones, una de ellas tan sólo un año después de su construcción y la otra ya en 1921, cuando la obra supuso el derribo de la primera puerta y el levantamiento de la actual. De hecho, la escasa ornamentación de la puerta permite dilucidar la precaria situación económica de la ciudad provocada por la Primera Guerra Mundial. Cabe señalar que, en el pasado, los habitáculos incrustados en los muros laterales sirvieron para la recaudación de impuestos de consumo durante el siglo XIX y parte del XX. En cuanto a sus rasgos arquitectónicos cabe decir que el arco alcanza una anchura de 10 metros y su altura se sitúa en los 8 metros hasta la clave y los 9 contando el adarve. Además, atravesando esta Porta da Estación también encontraremos en su extremo derecho unas escaleras de subida a la muralla.
Porta de San Fernando
A Porta de San Fernando conforma la primera de las puertas modernas en ser construida. El hueco en cuestión fue abierto en el año 1854 sobre el lugar donde se encontraba el denominado "boquete", zona por la que entraba a la ciudad el acueducto de origen romano. Cabe señalar que este arco de acceso era conocido en el pasado como Porta do Príncipe Alfonso, en honor al futuro Alfonso XII y con motivo de una visita de Isabel II y sus hijos llevada a cabo en 1858. Otro momento destacado de su historia tiene lugar en 1962, época en la cual la puerta es reformada y ancheada debido al crecimiento de la población en la zona norte de la ciudad y las dificultades de tráfico. En el presente, un monolito en uno de los extremos de la puerta también recuerda otra visita real a la ciudad, la de Juan Carlos I y Doña Sofía. Además, una vez atravesado el arco de entrada, una de las primeras imágenes que tendrán los viandantes será la de la iglesia de San Froilán, patrón de Lugo.
Porta Nova
A Porta Nova ya lucía su silueta durante la época romana y funcionaba entonces como paso de salida hacia Brigantium (Betanzos). De hecho, este gran portalón se mantuvo como la principal vía de comunicación con la parte norte de la ciudad hasta la construcción de la ya citada Porta de San Fernando en 1854. Sobre su historia, la documentación conservada menciona una importante modificación en la época medieval, alrededor del siglo XII. Entonces el cuerpo de guardia que albergaba la primigenia puerta era bastante similar al de A Porta Miñá, incluso fue empleado también como capilla dedicada a Santa Mariña y a la Virgen de los Remedios. El pequeño templo en cuestión fue suprimido en el año 1785 a petición del párroco de la iglesia de San Pedro por las constantes profanaciones al recinto. La puerta actual data del año 1900, pues su predecesora se encontraba en un estado totalmente ruinoso y cabe destacar que para la construcción de la misma fue necesario el derribo de uno de los cubos de la muralla. En cuanto a sus dimensiones, la estructura ronda los 4,60 metros de ancho y entre 8 y 8,95 metros de alto. Además, desde este adarve del recinto amurallado se observa una de las escenas más típicas de la Muralla de Lugo, con la ciudad y las torres de la Catedral en el horizonte.
Porta do Bispo Odoario
La historia detrás de la Porta do Bispo Odoario marca el inicio de la protección de la Muralla de Lugo. Se trata de una puerta bastante tardía, pues el hueco fue abierto ya en el año 1921 con motivo de la colocación de la primera piedra en la construcción del Hospital de Santa María. No obstante, la realidad es que la obra en cuestión fue hecha sin ningún tipo de permiso, dinamitada bajo la orden del entonces alcalde Ángel López Pérez. Tras el suceso, un grupo de vecinos denunciaron los hechos y dio lugar a un contencioso fallado contra el ayuntamiento. El incidente provocó que en abril de ese mismo año el Estado declarase Monumento Nacional a la Muralla de Lugo con la intención de dotar a este vestigio romano de la máxima protección. En todo caso, el nuevo arco de entrada sería terminado en 1928, alcanzando los 12 metros de ancho y una altura de entre 9,10 y 10 metros.