El último gran pirata del Atlántico era de Pontevedra
El último gran pirata occidental era este sanguinario pontevedrés e inspiró el famoso poema de José de Espronceda.
26 mayo, 2019 08:00Cuenta la leyenda que un gallego fue el último gran pirata del Mar Occidental, que se convirtió en uno de los más sanguinarios de la historia y que inspiró la “Canción del pirata” de José de Espronceda. Se llamaba Benito Soto Aboal y era de Pontevedra. Esta es su historia y la de su bergantín, “El Burla Negra”.
Benito Soto Aboal nacía el 22 de marzo de 1805 en Pontevedra, en la conocida antiguamente como “Casa del Pitillo” (actual “Casa das Campás” y sede del Rectorado) en el barrio de A Moreira. La ciudad había llegado a ser el puerto más importante de Galicia y el norte de Portugal durante el Siglo XVI, pero la decadencia de la villa hizo que Benito siguiera la tradición familiar junto a su padre: el contrabando en la costa gallega, lo que le valió para hacerse un nombre en los ambientes portuarios de contrabandistas.
Ávido de mayores riquezas, pero, sobre todo, escapando de la “Matrícula del Mar” para servir en la Marina Real, se cree que en 1823 se escabulle hacia La Habana y aquí es donde su historia se difumina. Algunas fuentes indican que ejercía de marinero dedicado a la trata de esclavos y otras dicen que combatió a bordo de corsarios cubanos y colombianos.
Lo que está claro es que reaparece en 1827 en el puerto de Rio de Janeiro, donde embarca como segundo contramaestre en un corsario brasileño, un bergantín de siete cañones, llamado “El Defensor de Pedro”, dedicado al tráfico de esclavos entre Brasil y África. Su capitán es Pedro Mariz de Sousa Sarmento y en poco tiempo se convierte en un recuerdo, ya que Benito Soto, tras encabezar un motín a bordo, es elegido nuevo comandante del navío.
Benito decide cambiar de negocio y dedicarse a otro mucho más lucrativo, la piratería. Así, renombra su barco como “Burla Negra”, enarbola la bandera pirata y se dedica a asaltar buques mercantes, especialmente británicos, en el Océano Atlántico.
Su primera víctima y con la que se ganó su siniestra reputación fue la fragata inglesa Morning Star, a la cual saqueó y a cuya tripulación estuvo a punto de exterminar completamente. El siguiente fue el bergantín norteamericano Toaz y así hasta llegar a 10 navíos durante su viaje desde el Sur de África hasta las Azores.
Pero la “morriña” (y que ya no le cabía más botín en sus bodegas), le llevó de nuevo de vuelta a Galicia, pasando por Pontevedra y por la ciudad de A Coruña donde se hizo pasar por el verdadero capitán del barco para poder vender la carga en la ciudad. Una vez ejecutado su plan, decidieron que ya habían guerreado suficiente y que era hora de irse a Cádiz a disfrutar de su jubilación y vivir de las rentas.
Pero durante el viaje, el vigía del Burla Negra confundió el faro de la Isla de León con el de Tarifa y acabaron encallando en una playa cercana a Cádiz. Como piratas que eran y además torpes, mientras intentaban reflotar el barco, presumían en tabernas y burdeles de sus hazañas y riquezas y acabaron llamando la atención de las autoridades, que apresaron a diez de ellos y terminaron ahorcados, mientras que el resto huyó.
El capitán Soto escapó a Gibraltar creyéndose a salvo, pero un superviviente de la masacre del Morning Star lo reconoció. Benito fue arrestado, juzgado y condenado a la horca, culpable de 75 asesinatos y del saqueo de 10 navíos.
La leyenda cuenta que el 26 de Enero de 1830, con la soga al cuello, frente a la Bahía de Algeciras y en presencia del Gobernador de Gibraltar, Benito Soto gritó “¡Adeus a todos, a función rematou!”. Moría antes de cumplir los 25 años y se cree que la famosa “Canción del Pirata” de José de Espronceda se basó en la vida de Benito Soto Aboal, el último gran pirata del Atlántico.
Pero su historia no terminó aquí…
En 1904, setenta y cuatro años después de su muerte, se descubrió en la playa en la que el Burla Negra había encallado, un gran botín de monedas. La noticia corrió como la pólvora y todo Cádiz se lanzó en busca del tesoro.
Al año siguiente, en los Carnavales de Cádiz, el Tío de la Tiza y su peña Los Anticuarios, hicieron una chirigota sobre este botín “Aquellos duros antiguos, que tanto en Cádiz dieron que hablar…” que se convirtió en eterno himno gaditano.
Y así fue como, fiel a la esencia nacional, todo comenzó con un sanguinario pirata y acabó en chirigota gaditana…
Historias de la Historia…
Iván Fernández Amil. Storyteller. Experto en Compras y Aprovisionamiento. Procurement Manager.
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Referencias:
- exponav.org
- levante-emv.com
- guiategalicia.com
- laescaleradeiakob.blogspot.com
- perezreverte.com
- jotdown.es
- ecured.cu