En el estado canadiense de Ontario se ubica un municipio llamado Corunna que por poco fue la capital de Canadá. Allí descansan los restos de Andrew Mack, que como ya contamos fue fundador de "otra" Corunna, la de Míchigan y se inspiró en la ciudad herculina hasta para crear su escudo.
Estas "casualidades" de localidades llamadas Corunna ubicadas al otro lado del charco, tienen detrás la fascinación que los visitantes anglosajones sintieron al visitar la ciudad de A Coruña. Eso sí, los motivos que están detrás son bien diferentes.
La ciudad fundada por un soldado veterano
En el caso de la Corunna canadiense, la razón de la visita no fue la de venir a comprar ovejas, sino que la inspiración fue más heroica y surgió en el campo de batalla. El municipio fue fundado en 1823 por Lord Beresford, que llegó al enclave con tres brigadas de soldados leales a la corona de Inglaterra en barco por el río Santa Clara. Beresford bautizaría a la ciudad que aspiraba a construir como Corunna, en recuerdo del lugar donde luchó en 1809.
Desembarcó en una playa frente a una isla (hoy Stag Island) y comenzó a trabajar en el ambicioso proyecto de construir una ciudad desde cero, cuando Canadá no era todavía un Estado, sino un vasto territorio que colonos británicos trataban de conquistar. Previamente a este desembarco en el que se iniciaría la construcción de la Corunna canadiense, una primera expedición encabezada por Lord Hicks ya había explorado el lugar advirtiendo de lo apropiado del enclave para ubicar un nuevo asentamiento.
¿Quién fue Beresford?
Ostentó el título de Lord desde su juventud y su ascendencia era irlandesa. Hizo carrera militar y participó en numerosas contiendas en varios continentes: luchó en India, en Madeira, en Buenos Aires, donde llegó a ser gobernador… y en A Coruña, donde fue uno de los protagonistas de la defensa frente a las tropas napoleónicas de Marshal Soult, ayudando a contener el avance francés mientras se organizaba la retirada en el puerto coruñés.
Estuvo al mando de toda una división en Elviña y ayudó a organizar al ejército portugués durante la invasión napoleónica lo que le valió que se le conociera como "mariscal" en el ejército portugués.
Pese a las decenas de batallas que protagonizó Lord Bereford, sin duda lo que pareció marcarle más fueron las libradas en España durante la invasión napoleónica. No solo porque llegó a proyectar una ciudad que aspiraba a ser capital del nuevo estado canadiense con el nombre de la ciudad española que defendió hasta el final, sino que sabemos que cuando se retiró del ejército, dedicó los últimos años de su vida a escribir un libro recogiendo las anécdotas y reflexiones sobre la "Historia de la Guerra Peninsular".
Fascinación por A Coruña tras luchar en Elviña
Beresford había estado en A Coruña luchando bajo las órdenes de Sir John Moore en la Batalla de Elviña en 1809. Moore resultó herido de muerte en el enfrentamiento y sus restos descansan en la Ciudad Vieja coruñesa, en los Jardines de San Carlos. Por su heroica defensa de la ciudad, Rosalía de Castro le dedicó un poema: "¡Morir así en playas extranjeras, / morir tan joven, abandonar la vida / no harto todavía de vivir y ansiando/ gozar del fruto que cultivado hubiera!"
En Elviña se libró una encarnizada batalla en el mes de enero de 1809, de la que Beresford sí salió ileso. Las crónicas de la época destacan su esfuerzo y valentía ya que fue su división la última en embarcar, resistiendo la ofensiva de los franceses ayudados por los habitantes de A Coruña. La batalla que Beresford plantó sin descanso hasta que todas las tropas estuvieron a salvo en las naves de la Armada Británica, hizo posible que que las tropas británicas pudieran regresar a Inglaterra sin lamentar más bajas.
La inspiración en Elviña impregna esta otra Corunna. Además del nombre con el que bautizó el enclave en la actual Canadá, Beresford también puso el nombre de militares que lucharon junto a él en la Batalla de Elviña en 1809 a las calles de la Corunna canadiense.
Beckwith, Beresford, Baird, Fane, Paget, Lyndoch, Cameron, Bentinck, Colborne, Hill, Murray, son algunos nombres de las calles que a día de hoy conserva el plano de la Corunna canadiense. Calles que soldados ingleses fueron construyendo con sus propias manos en la nueva ubicación hace casi dos siglos.
Aspiración por ser la capital de Canadá
Como contábamos, el primer expedicionario proyectó la Corunna canadiense fue otro veterano de la batalla de Elviña, Lord Hicks, pero sería Lord Beresford quien dedicaría más esfuerzos en imaginar un futuro prometedor para el nuevo municipio. Beresford llegó a plantear que ese enclave de la Corunna canadiense podría ser el perfecto para convertirse en la capital de la futura unión entre las colonias del "Alto Canadá" (actual Ontario) y la "Baja Canadá" (Quebec).
Según cuentan páginas que registran la historia de la Corunna ubicada en la actual Canadá, el municipio fue considerado seriamente como posible capital del estado en ciernes. Fue descartada debido a la proximidad respecto a Estados Unidos, de donde se temía que pudiesen sobrevenir incursiones. Para ser exactos, La Corunna de Ontario se ubica apenas a unos 150 kilómetros de la Corunna de Míchigan
Hoy en día un monumento con una inscripción en piedra recuerda el grandioso plan que Beresford imaginó para la Corunna que ayudó a fundar. El mojón marca el punto donde la expedición de Beresford planificó construir la Plaza San Jorge, ubicación donde quedaría proyectada la construcción de lo que pudo ser el nuevo Parlamento de Canadá.
Corunna y la vecina Moore Town hoy
Cuando se planeó el desarrollo de Corunna, se fundaron también otros pueblos próximos. Uno de ellos es el pueblo de Moore, alusión también muy evidente a la Batalla de Elviña que nuevamente demuestra el sentido homenaje que Beresford hacía al comandante de las tropas británicas (su comandante) en Elviña a cada paso que daba por el nuevo continente.
Hoy Corunna y Mooretown se engloban dentro de la ciudad Saint Clair Township. En Mooretown destaca la existencia de un museo que recoge la historia del lugar con muchas fotografías del siglo pasado, y un recorrido por algunas casas históricas (como la vieja estación de tren), entre las que destaca una capilla en la que es posible casarse.
En total apenas suman 15.000 habitantes, y si por algo destaca es por ser un lugar tranquilo, ubicado a tan solo 15 minutos en coche de la frontera de EE.UU. Entre las propuestas turísticas destacan el golf, senderos que recorrer bordeando el río Saint Clair, "paisajes rurales tranquilos y pequeñas aldeas históricas".