Hace un par de años Jorge Méndez, medio asturiano medio vasco, decidió vender todas sus pertenencias y quedarse solo con una moto. Con ella recorre la península dedicado a la música, pero con una vertiente particular: devuelve a la vida a los órganos y armonios que descansan silenciosos, en muchos casos abandonados, en iglesias, catedrales y capillas de Galicia.
Ya había tomado la decisión de no tener más pertenencias que las herramientas que le sirven para reparar instrumentos y la moto para desplazarse, cuando hace un par de veranos estaba muerto de calor en Castellón. Le dio un par de vueltas a un destino en el que poder refugiarse de termómetros rozando los cuarenta y la bombilla se encendió en A Coruña.
Llegó a la ciudad herculina y, apoyado en amigos que le acogieron, ofreció sus particulares servicios para devolver a la vida, o a la música, a órganos mudos. Uno de los primeros que arregló fue el de los Jesuitas de A Coruña. "Un órgano que estaba completamente estropeado. Padeció una inundación, por eso la iglesia está reformada. Las tuberías pasaban por dentro del órgano, por eso había quedado completamente inservible".
Otro órgano "resucitado" fue el de la iglesia de San Pedro de Mezonzo. Fue en un viaje que hizo a Galicia hace un par de meses, en el que aprovechó también para arreglar el de Dominicos y afinar el de San Jorge.
También fue el responsable de afinar el órgano de la iglesia Castrense, que aunque no estaba en desuso tenía algunos fallos. Las notas renovadas del órgano de Santa Cruz de Oleiros también tiene su sello, "llevaba mucho sin funcionar y aprovechando también reparé el armonio y di un concierto", nos cuenta.
Ha vuelto a Galicia hace unas semanas, con paso por la Castrense de Ferrol y por San Miguel en Santiago. El armonio de la Colegiata lo tiene todavía asombrado, "es impresionante" y también habla maravillas de cómo suena el de la iglesia de Santiago. También habla con emoción del descubrimiento que hizo en Lugo: "en la iglesia de los Franciscanos está el que debe ser el único órgano en el mundo que tiene los tubos al revés, fue obra de un monje de la orden y es algo completamente original".
Entre la cultura y el dolor
"Los órganos cuando no se tocan se estropean", explica. Entonces, cada vez que pasa de nuevo en alguna ruta por Galicia, vuelve a visitar a los instrumentos que pasaron ya por sus manos en grado UCI para una revisión de mantenimiento. Se sienta en el taburete y vuelve a hacer surgir notas de instrumentos que en algunos casos, se mantuvieron en silencio hasta su nueva visita.
"El mundo del órgano es un dolor, aunque desde fuera se vea bonito. Piensa que el organista es el único músico que no es propietario de su instrumento y eso hace delicado ir a tocarlos. Y luego está el tema de que son instrumentos que están dentro de Iglesias y veces eso lleva a tacharlo como religioso, pero para mí es simplemente cultura. Además, lo cierto es que la acústica de una iglesia es perfecta para los órganos", explica Jorge.
El se define como músico y compositor, aunque defiende que esto de arreglar órganos no le da de comer y que es "vocacional". Un músico con sus particularidades, ya que lo mismo toca en la banda Korroskada que afina un órgano para acompañar los momentos de mayor recogimiento de una Eucaristía.
Es amigo de Julián de Siniestro Total y tocó con "Los Enemigos" en un directo de Jorge Ilegal. Es más, aclara que su instrumento, realmente, es la guitarra. Ha compuesto para grupos folk (dice que las últimas melodías han sido para gaitas), pero también para anuncios de televisión y cortometrajes; por supuesto, entre el repertorio de su autoría no falta la música clásica.
Se fue corriendo la voz y lo llaman de diferentes partes. Por Jorge no será que quede un órgano sin arreglar. "Aunque me paguen poco, yo prefiero que suenen". Él, ahora, se lo monta por libre: "sin comisiones". "Se cree que cuesta mucho arreglarlos, pero no es verdad; el problema es cuando la política entra en la cultura". Todo lo que importa para Jorge es que no haya instrumentos mudos. Ya sean órganos o guitarras.