"Pon las manos aquí, bien mojadas y deja que el barro resbale entre tus dedos". Estas son las palabras de Molly a Sam mientras sus manos se entrelazan y caen rendidos a uno de los besos más recordados de la historia, porque hay una escena de película en la que las manos adquieran gran importancia esa es la de  Ghost, estrenada en 1990, protagonizada por Demi Moore y  Patrick Swayze  y recordada por narrar una de las grandes historias de amor del cine. Precisamente esos minutos de amor  y manualidades acompañados de la banda sonora de la canción Unchained Melody está considerada  como una de las escenas mas eróticas del séptimo arte.

En los últimos años las clases de manualidades han dejado de ser una cosa de niños o de aulas de la tercera edad para convertirse en toda una moda creciente que tiene cada día más seguidores. Pintura, macramé y sobre todo cerámica son algunas de las actividades en pleno apogeo y que encabezan la lista de tendencias en cuanto a ocupar nuestro tiempo libre se refiere.

Cuanto menos resulta curioso que en pleno siglo XXI, cuando estamos más dotados de tecnología, en un tiempo donde los robots de cocina y las aspiradoras inteligentes han copado nuestras casas para que hagan por nosotros las tareas domésticas a base de programar y hacer "click" en un par de botones, se nos dé por volver a lo más básico, a mancharnos, a crear con nuestros dedos.

Ya durante los meses de confinamiento del año 2020 provocados por la pandemia vimos cómo las redes se plagaban de fotografías en las que hacíamos masa para pan, muchos recuperaban aficiones perdidas como el dibujo o el bordado y otros muchos se rapaban el pelo. La necesidad de utilizar nuestras manos, todo el tiempo, se volvió tendencia. Y así han proliferado cursos de bordado, talleres de joyería y, por supuesto, clases de cerámica.

Si bien en otras ciudades más grandes como Madrid existen locales con mucha tradición ceramista como Pinta en Copas situado en la calle Velarde o o Lumbre y Barro en la calle Gaztambide, hasta nuestra comunidad también ha llegado la moda de  las clases  de cerámica y para este verano vienen pisando fuerte. No podemos olvidar que en Galicia tenemos una fuerte tradición ceramista con Sargadelos y sus más de 200 años de historia desde su nacimiento, cuando Antonio Raimundo Ibáñez fue capaz de levantar la primera fábrica de cerámica en la mariña lucense.

Concretamente en Santiago se impartirá el día 1 de julio un taller de cerámica ia cargo de Pablo Iglesias Quintas, artesano que tiene su obradoiro en Gondomar y que traerá su sabiduría para enseñar a los alumnos sus técnicas sobre mesa, con dos tipos de barro.  El curso, organizado por la Escuela de tiempo libre y animación sociocultural Garatuxa , capitaneada por Nathalie Budiño, se impartirá en el local de la librería Os Mundos de Carlota ( San Pedro, 52) y acogerá a un máximo de quince alumnos por grupo (habrá uno de mañana y otro de tarde), cumpliendo con todas las normas de seguridad e higiene vigentes. En este curso los asistentes realizarán dos piezas en forma de maceta a lo largo de las dos horas de duración y el material está incluido dentro del precio del mismo. Toda la información relativa al taller, los precios y la reserva de plaza se pueden consultar en el email garatuxatempolibre@gmail.com.

La necesidad de conectar con nosotros mismos y otras personas, la búsqueda de espacios que conecten con la vida real y la curiosidad por aprender algo nuevo son algunas de las razones que pesan para aquellos que deciden apuntarse a estas clases pero además, psicólogos y neurocientíficos, insisten en los aspectos positivos de este tipo de actividades que generan bienestar y satisfacción,  ejercitan nuestra memoria y disminuyen el deterioro de nuestra mente y cuidan nuestra salud emocional, aumentando nuestra autoestima, la capacidad de esfuerzo y progreso y el incremento de la autoconfianza. Por si todo esto no fuese suficiente las actividades artísticas manuales reducen el estrés y mejoran la psicomotricidad, razones no faltan para que la cerámica tenga cada día más seguidores deseando mancharse las manos para trabajar el barro.