Raquel G. Osende (A Coruña, 1984) es una escritora que decidió dedicarse a escribir en medio de una pandemia. Ingeniera, profesional del marketing y desde hace todavía más tiempo, escritora. Aunque solo hace un año que autopublicó su primera novela, La Pata de Oca. Nació en A Coruña, estudió en Santiago y tuvo que buscarse el futuro fuera de Galicia, en Madrid, Viena, Bruselas y ahora en Valencia. Muchos años fuera que despiertan morriña en cualquiera y que convierten la "terriña" en un paraíso al que merece la pena peregrinar.
Ganas de volver y, si no puede ser de manera física, qué mejor que hacerlo con las letras. "La Pata de Oca", finalista del Premio Literario de Amazon 2020, precisamente recorre el Camino de Santiago. Vuelta a casa desde fuera, vuelta a uno mismo desde dentro.
Autora de La Pata de Oca, una historia del Camino de Santiago publicada en la época que es más difícil moverse. ¿Has tenido la oportunidad de venir a Galicia en este tiempo de pandemia?
Sí, precisamente estuve allí la semana pasada. Pasé unos días con mi familia, que con la pandemia está siendo más complicado verlos. Yo tengo a mis padres y mi familia allí, en A Coruña, y se está haciendo duro. Todas las personas que estamos viviendo fuera y tenemos familia lejos de donde vivimos lo estamos pasando mal en ese sentido.
Precisamente en la pandemia te animaste a publicar. ¿Por qué?
Fue bastante curioso. Cuando empezó la pandemia yo tenía esta novela bastante avanzada, pero ni muchísimo menos terminada. Mi idea era, cuando la terminara, tratar de presentarla a alguna editorial. Vino la pandemia y las editoriales estaban desesperadas porque no podían lanzar los libros de escritores consagrados en las fechas previstas. Si estaban retrasando publicaciones de autores consagrados, qué oportunidad iba a tener yo, que no me conoce nadie. Pensé en asomarme a la auto publicación. Lo que vi me pareció muy fácil, era una buena oportunidad para darme a conocer y justo coincidió la temporada del premio de Amazon. Yo me presenté, pero no pensaba quedar finalista. Mi idea era entrar en la comunidad de escritores que se leen y se apoyan entre ellos. Cuando me llamaron y me dijeron que era finalista fue una sorpresa impresionante.
"Mi vida cambió cuando todo estaba parado"
Fue un éxito inmediato. Publicas en primavera, se cierra el concurso en agosto y se anuncian los finalistas del premio de Amazon en noviembre, ¿no?
Fue todo muy rápido y sucedió mientras estábamos todos encerrados en casa. Mi vida cambió mucho cuando todo estaba parado. Fue una época muy revolucionaria a pesar de que una pueda pensar que cómo vas a buscar oportunidades estando encerrada en casa. De todas formas, yo llevo bastante tiempo escribiendo. Esta es la primera novela publicada, pero no la primera novela que escribo. Esta vez por fin parece que la puerta ya se ha abierto un poquito y a ver si conseguimos que se abra más.
No es la primera vez que te acercas a la literatura ni es la primera novela. ¿Recuerdas cuál fue tu primera novela y cuándo la escribiste?
¿Te puedes creer que no lo recuerdo? Yo era muy pequeña. Nunca he escrito cosas cortas, siempre me he dedicado a cosas largas y al principio era todo literatura infantil. Yo creo que la primera que escribí fue una que encontré años después buscando entre mis papeles que ni recordaba haber escrito. Era un plagio de Julio Verne, que me gustaba mucho cuando era pequeña. Eran unos niños abandonados en una isla desierta que tenían que salir de allí. La debí escribir diez u once años, pero la había borrado de mi mente.
¿Hiciste el Camino de Santiago específicamente para escribir La Pata de Oca y ya lo habías hecho y de ahí te surgió la idea?
Es una mezcla. En mi época de estudiante en Santiago con mis amigas cogíamos un bus a cualquier parte y nos volvíamos haciendo el Camino durante dos, tres o cuatro etapas. Yo tenía ese acercamiento previo al Camino. Me gustaba el ambiente, pero nunca lo había hecho sola y nunca lo había hecho largo. Siempre tenía en mente la idea de hacerlo así, pero nunca llegaba a darse. Surgió esta idea como hace seis o siete años. Cuando empecé a concebir a los personajes y a ver el hilo conductor de la trama, tenía la excusa perfecta para hacer el Camino y documentarme. Dediqué las vacaciones de un verano a recorrerlo entero, desde Roncesvalles hasta Santiago, la misma ruta que recorren mis personajes, 31 días de marcha. La documentación era mi objetivo principal, pero también una experiencia muy enriquecedora. Al final aprendí mucho sobre mí misma en el Camino. Yo me llevaba mi libreta de notas y hay descripciones en el libro que están tomadas literalmente de lo que escribí estando allí.
¿El camino se siente diferente si se hace solo o acompañado?
Muy diferente. Yo lo he hecho en un grupo grande, con una sola amiga y yo solo. El Camino, aunque tú lo empieces solo, nunca lo terminas solo. Es lo que les pasa a mis personajes en La Pata de Oca. Se van dando cuenta de que aunque empieces solo al final acabas muy bien acompañado. Cuando vas en grupo te pierdes esa parte de la experiencia peregrina, vas más centrado en la gente que te acompaña y no conoces a tanta gente fuera de tu grupo. Y precisamente esa es la parte más mágica del camino. Mucha gente que va al Camino lo hace en una situación vital bastante especial, en un punto de inflexión en su vida como una perdida próxima o reciente. Siempre hay algo que les impulsa a ir al Camino y de ahí surgen conversaciones muy interesantes. Yo he procurado trasladar un poquito de esa magia a la novela. No se trata solo de coger una mochila y empezar a caminar, es también la gente.
"Aunque empieces solo el camino, siempre lo terminas acompañado"
Hay muchas referencias al Camino de Santiago en novelas y la música. Mägo de Oz hizo un disco sobre el Camino y les cambió la vida, algo parecido a lo que te ha ocurrido a ti. ¿Leíste o te inspiraste en alguna otra novela o canción?
Más en la música que en otras novelas. Mägo de Oz está muy guay, pero más que ellos, artistas gallegos. Milladoiro también tiene un disco dedicado al Camino y que a mí me encanta. Carlos Núñez tiene un tema que es Camiño de Santiago. Cuando crean esta música, es todo lo sugerente que hay detrás de la música, explicando en las carátulas de los discos historias como el Camiño das Estrelas. Todo eso me sirvió de entorno poético para darle dar a entender en la novela que el Camino es magia. Sí que cuando estaba un poco atascada iba a escucharles para encontrar esa magia.
Se concibe Galicia o Santiago como el paraíso. Desde el lado que nos toca, ya vivimos en el paraíso. ¿Al vivir fuera se siente todavía más paraíso?
Al vivir en Galicia no nos damos cuenta de lo paradisiaco que es. Yo ahora estoy viviendo en Valencia, que es seca y llana. Cuando vuelvo a Galicia veo esos montes con un verde lujurioso, selvático, y los montes ondulados con las casitas en las colinas. Me parece todo tan idílico, como hobbits. También está el componente de que los que vivimos en Galicia cuando volvemos, lo hacemos de vacaciones. Siempre está relacionado con el relax y con volver a la infancia. Además, hay un proverbio del Camino que dice que Navarra es la muerte, La Rioja el purgatorio, Castilla el infierno y Galicia el paraíso. Yo hago esa analogía también. Mis personajes van pasando por esas fases a nivel espiritual. La muerte es una transición a la vida peregrina, pasas por La Rioja y Castilla librándote de tus demonios interiores y por fin llegas a Galicia y puedes respirar.
Siguiendo esa analogía. Si Galicia es el paraíso, ¿qué es Fisterra?
Tuve muchas dudas de si terminar la novela en Santiago o en Fisterra. El verdadero final está donde termina la tierra. Al final me quedé en Santiago por no desvirtuar la idea de que es el Camino de Santiago. Para mi Fisterra sería, dentro del paraíso, el punto final. Incluso diría que llegar allí es agridulce. Cuando llegas a Santiago tienes la sensación de haber terminado algo, pero aun tienes la opción de seguir. No tienes por qué sufrir esa nostalgia de las cosas que se termina. Pero en Finisterre no, ya no puedes ir más adelante.
¿Tienes alguna otra novela en camino?
Pues sí, ahora mismo estoy con dos historias. Una es sobre Estambul. Es del estilo de La Pata de Oca, pero allá. Todavía no puedo decir el título porque a lo mejor lo cambio. Es una historia que surgió hace años, pero no me había puesto con ella en serio. Ahora con el éxito de la otra novela me estoy poniendo con ella. Estambul es un cruce de civilizaciones y de geografía porque se unen dos continentes y dos mares. Y también es un cruce de religiones. Fue una ciudad cristiana, luego fue y continua siendo musulmana. Uso Estambul para hacer un canto a la tolerancia religiosa, que tristemente está de actualidad. La otra historia es más ligerita, es una serie de literatura juvenil de fantasía. Es algo que tengo desde hace años y que había dejado un poco de lado, pero la estoy retomando y algún día saldrá a la luz. Me baso en ese misticismo gallego para crear mi mundo de fantasía. Toda la magia de este mundo está basada en la cultura de las meigas y la Santa Compaña.