Desde su llegada a Galicia directamente desde Oriente, esta majestuosa, delicada y exquisita flor ha hecho del territorio gallego su paraíso. Se trata de una flor muy sensible que no soporta las variaciones de temperatura ni tampoco la luz solar directa.
De color rosa, blanca, roja e incluso bicolor o jaspeada, es también una flor muy romántica, pues al marchitarse pierde íntegramente sus pétalos, en vez de uno a uno, vistiendo los suelos de los jardines gallegos. Sería difícil, sí, jugar al “me quiere, no me quiere” con una camelia. Además muchas culturas orientales entregan dicha flor con el mismo fin que nosotros las rosas: para hablar de amor y pasión. De hecho, en el país nipón donde se encuentra su origen, es conocida como la “Rosa de Japón”.
Una flor con mucha historia
Nuestra flor protagonista tiene su origen en Asia oriental, llegando a Europa a finales del siglo XVII gracias a las expediciones que se realizaban en aquella época desde el Viejo Continente hacia Oriente.
La llegada de la camelia a Europa está rodeada de un halo de misterio, pues son muchas las figuras que influyeron en su descubrimiento e importación: el médico alemán Andreas Cleyer, el cirujano y botánico inglés James Cunningham, el farmacéutico James Petiver…
Se dice que en 1753, el botánico y misionero jesuita Georg Josephus Kamel las describió y dibujó tras un viaje a Filipinas a bordo de un galeón español. Más tarde, el científico, naturalista, botánico y zoólogo sueco Carlos Linneo le dio el nombre de camelia en honor al jesuita, que era apodado Camellus.
Las camelias se extendieron rápidamente por las cortes reales de Europa y se popularizaron a raíz de ‘La dama de las camelias‘, la novela de Alejandro Dumas hijo que cuenta la historia de Marie Duplessis (Margarita Gautier en la obra), que llevaba la flor siempre consigo para indicar a los caballeros si estaba disponible para el cortejo o no, según el color de la camelia. Más tarde, Giuseppe Verdi compuso la ópera ‘La Traviata‘, basándose en dicha obra.
Los dandies de la ´época vestían la flor en la solapa de los trajes, mientras que las damas la portaban en la cintura. Coco Chanel también hizo su aportación al impulso de la camelia: la convirtió en su flor preferida cuando Arthur Boyle Capel le regaló una como muestra de su amor.
La camelia llega a Galicia
Son muchos los que afirman que esta flor llegó a las zonas del litoral gallego varios siglos atrás, pero ningún documento lo avala. La teoría más extendida es que en el siglo XIX se descubrió que las camelias eran capaces de vivir en la costa atlántica, lo que favoreció su rápida difusión por Europa: la Bretaña francesa, la costa belga, el territorio alemán del valle del Rin, el norte de Portugal …y Galicia.
En los primeros años, el elevado precio de esta flor redujo su disfrute a los pazos y casas señoriales de la nobleza. Emilia Pardo Bazán y otros intelectuales de la época nombran a la camelia en muchas de sus obras.
Con la llegada del siglo XX, el cultivo y acceso a la flor se populariza entre toda la sociedad convirtiéndose en un símbolo de felicidad y longevidad. Álvaro Cunqueiro recalcó en una de sus obras que “las camelias eran como luces en el invierno gallego”.
Por su parte, Camilo José Cela destacó que dicha flor “vino de Oriente pero se encontró a gusto entre nosotros y se convirtió en la flor insignia de Galicia”. Tanto fue así, que en la actualidad el territorio gallego cuenta con casi 8.000 variedades diferentes de camelia.
¿Dónde podemos admirar esta flor?
Si vives en Galicia, especialmente en la zona costera, lo más seguro es que tengas más de un camelio cerca. El encanto de esta flor gallega se puede disfrutar por todo el territorio, pero es de especial interés apreciarla en algunos jardines como la Alameda de Santiago, castillos como el de Soutomaior, o Pazos como el de Mariñán.
Existen diversas rutas de la camelia, en concreto 12, formadas por jardines públicos y privados que se pueden recorrer a lo largo de toda la geografía gallega.
Aceite de camelia: "el aceite de oliva de Asia”
El aceite de camelia (tsubaki) está considerado el “aceite de oliva de Asia”. Se cree que en torno al año 600 a.C, la Dinastía Sui (China) hacía del aceite de camelia uno de sus mejores aliados en cuanto al cuidado de la belleza. Más tarde, durante la Edad Media, se convertiría en el gran secreto de las Geishas (Japón) para hidratar sus pieles y el cabellos.
El principal beneficio de este aceite es la hidratación, pues contiene una alta concentración de ácidos grasos que mejoran el equilibrio, suavidad y elasticidad del pelo y de la piel. Asimismo es un aceite muy empleado en alimentación. Esa hidratación extrema y duradera facilita la restauración de la piel así como la eliminación de las marcas de acné y de las manchas en la piel.
En los últimos años, el interés y la fabricación de este aceite prensado en frío, ha crecido exponencialmente tanto por los clientes directos del mismo, como por empresas que se dedican al sector farmacéutico o cosmético.