Galicia siempre ha demostrado tener una cultura e indiosincrasia muy particulares. Palabras como retranca, morriña y un sinfín de concepciones más forman parte indisociable del imaginario colectivo creado más allá de nuestras fronteras. Hablamos, en definitiva, de una manera de ver y hacer las cosas ―como en ningún otro lugar del mundo―, que han otorgado al gallego una clara conciencia de identidad. De este singular modus vivendi, hoy rescatamos una ancestral medida agraria, todavía vigente en Galicia, conocida como ferrado.
Por normal general, las cribas métricas empiezan y terminan con el sistema decimal, las hectáreas o los metros cuadrados. Sin embargo, la medida tradicional más extendida en la Galicia agraria continúa siendo el ferrado (aunque existen otras muchas como la fanega, tega, cunca o copelo). Llegados a este punto, la pregunta del millón sería: "¿Qué es y cuánto mide un ferrado?" La respuesta, en cambio, no resulta tan sencilla. Esta unidad gallega tiene casi tantas tallas como municipios. En tanto que Redondela, Soutomaior, Pazos de Borbén y Fornelos ―concellos limítrofes en este caso― establecen la unidad entre los 69 y 74 metros cuadrados; localidades como O Valadouro, Foz o Barreiros elevan su cifra hasta los 714 metros cuadrados. Una variación desmesurada cuya justificación, al menos a priori, reside en la fertilidad de la tierra.
Origen y explicación de la medida gallega
En origen y primera instancia, el ferrado es una medida de volumen utilizada en Galicia para medir cereales o legumbres, de uso común a partir del siglo XVI. Consiste en un cajón de madera, de forma rectangular, con capacidad para albergar en su interior entre 12 o 20 kilos, según el tipo de semilla. Además de la masa y el volumen, esta unidad ha servido tradicionalmente y durante siglos para calcular la superficie de la tierra, midiendo el área de terreno capaz de producir el cereal que cabía en dicho recipiente.
En términos generales, suele establecerse la equivalencia de un ferrado alrededor de los 500 metros cuadrados, aunque las variaciones entre concellos gallegos, e incluso parroquias, son más que evidentes. Una de las explicaciones más extendidas para entender estas desproporciones entre territorios apuntan a la fertilidad del terreno como principal causante. A más fértil, menos ocupa un ferrado; o dicho de otra forma: cuánto más productiva sea una finca, menos espacio necesita esta para obtener la misma cantidad de cereal. También, como tantos otros aciertan a señalar, los diferentes tamaños de cajones (ferrados) vistos a lo largo y ancho de Galicia podrían estar detrás del enigma métrico.
Más allá de las teorías populares, una investigación llevada a cabo por el historiador gallego Rubén Castro Redondo, ha puesto sobre la mesa una nueva y razonable hipótesis en relación a la unidad de medida. Su proyecto, titulado: De señores, señoríos e medidas do país: cartografía metrolóxica da Galicia moderna, fue galardonado con el premio Xesús Taboada Chivite, convocado por la Mancomunidad de Municipios de la Comarca de Verín. El supuesto de estudio que propone Castro Redondo establece que el mapa de distribución de las medidas de los ferrados es idéntico hasta en un 92% con el mapa de los concellos antiguos. Es decir, de las jurisdicciones que van desde la parte final de la Edad Media hasta el siglo XIX. Esta hipótesis explicaría la razón por la cual parroquias fronterizas utilizarían ferrados diferentes, mientras otras más alejadas, pero pertenecientes a la misma jurisdicción, se valdrían de unidades equivalentes.
Los ferrados de Galicia en cifras
Con todo, y aunque la variación entre concellos resulta más que evidente, la mayoría de territorios de la geografía gallega se muestran ―centena arriba, centena abajo― alrededor de los 500 metros cuadrados de base. Por ilustrar un par de ejemplos, en el rango de los 400 metros cuadrados encontramos localidades como Arbo (436), A Coruña (444), Bueu (472), Camariñas (424), Friol (436), o Zas (424). Por otro lado, algunos de los municipios que más se aproximan a la cifra media son Arzúa (536), Baiona (539), Brión (500), Forcarei (500), A Pastoriza (504) o Vigo (541). Por encima de la misma: Castro de Rei (639), Sanxenxo (629), Mondoñedo (612), Santiago de Compostela (629) o Pontevedra (629).
Especialmente curiosos son los extremos de esta tabla de equivalencias, en los que se puede llegar a apreciar una diferencia entre concellos de más de 660 metros cuadrados. Unas líneas más arriba mencionábamos los casos de las localidades pontevedresas de Fornelos de Montes (74), Pazos de Borbén (74), Redondela (69) y Soutomaior (64). Se trata de las únicas zonas con valores por debajo de la centena, lo cual podría explicarse por la situación colindante de los cuatro municipios, que históricamente siempre han tenido como referencia a Redondela. En el lado opuesto, son algunos más los territorios cuya equivalencia es mayor a 700 metros cuadrados, entre ellos Alfoz (714), Baleira (714), Barreiros (714), Cervo (725), Foz (714), O Valodouro (714) y Xove (725).