Hoy en día es difícil de encontrarlas. Crecen en arenales y dunas costeras, y solo florecen cada dos años. La camarina (Corema Album), caramiña en gallego, hace que varios lugares de Galicia, Portugal y Cádiz compartan topónimos. En la comunidad la relación más obvia está entre el municipio de Camariñas y el de A Pobra do Caramiñal.
La planta crece en arbustos, y dependiendo de donde esté arraigada su flor puede tener distintos colores. En Portugal suelen ser blancas, mientras que en Galicia las rosadas son las que se pueden encontrar en lugares como las islas Cíes o la duna de Monte Branco y Praia do Trece, en Camariñas.
Se trata en la actualidad de una especie protegida ya que la manipulación de los dunares atlánticos ha hecho difícil su supervivencia. Expertos achacan esto sobre todo a la sobre plantación de eucalipto, la afluencia masiva en las playas y la eliminación humano al verla como una "planta invasora".
Las bayas de la planta, que se parecen a grosellas, han sido siempre utilizadas desde la antigüedad en numeroso ámbitos. En Galicia, los marineros las utilizaban antiguamente para calmar la sed durante sus travesías, ya que el sabor cítrico aliviaba esta sensación. Popularmente también se le conoce como herba da fame, porque también servía para engañar el hambre.
De hecho este aspecto ya había sido nombrado en uno de los grandes clásicos de la literatura española, Platero y Yo, de Juan Ramón Jiménez, refiriéndose a las que creían en Huelva. "Las camarinas, esas perlas comestibles que llenaron toda mi infancia. Esas camarinas blanquiverdes, con su semilla negrita transparentándose, tan redonditas, tan perfectitas, tan riquísimas de su sabor acidoso, esas preciosas camarinas de la playa que sólo se crían en Moguer, según la Academia, y son todas para ti y para mí y para los carabineros, los fareros y los pobres que vienen de Sanlúcar por las playas de Castilla".
En el país vecino, la camariña también es parte del imaginario común. De acuerdo con la leyenda, Isabel de Portugal habría creado estas "perlas" con sus lágrimas, al llorar viendo cómo su esposo cometía una infidelidad.
Toponimia relacionada
La planta une municipio por toda la costa atlántica solo a través de su nombre. En Cádiz está el Cabo del Camarinal que da nombre a un faro, así como otros lugares característicos del territorio. Referencias a la camarina también se pueden encontrar en la provincia de Huelva, según el nomenclátor de la Junta de Andalucía.
En Galicia las similitudes más evidentes son la de Camariñas y A Pobra do Caramiñal. Estos municipios, aunque separados por más de 80 kilómetros, son los que gozan de una mayor similitud. En Lugo está también A Camariña de Lugo, una parroquia perteneciente al pueblo de Alfoz.
En todos los casos la planta es lo que los une. El más diferente etimológicamente de los dos es quizás A Pobra do Caramiñal. El nombre de este municipio no fue oficial hasta mediados del siglo XIX, cuando se fundieron los pueblos de A Pobra do Deán, perteneciente a la iglesia y a la diócesis de Santiago, y O Caramiñal, que pertenecía al señorío de Xunqueiras.
Esta fusión de municipios no fue nada fácil, pese a ser vecinos. Como prueba una anécdota, que puede ser o no ficticia, epro que todavía se recuerda entre los mayores de la localidad. Entre 1822 y 1840, cuando la villa marinera se encontraba en proceso de fusión, el alcalde de O Caramiñal, trajeado con su sombrero y su bastón de mando, siempre dejaba ambos escondidos en algún lugar de la frontera cuando quería ir a A Pobra do Deán. De esta manera se evitaban conflictos políticos y, según ciertas versiones de la historia, posibles peleas.
La catedrática Ana Isabel Boullón, académica de la Real Academia Galega y natural de A Pobra do Caramiñal, explica así la segunda parte del topónimo. "É un abundancial da palabra camariña, de onde ven tamén o topónimo Camariñas, que facía referencia a una planta, unha especie de carroucha que crecía nos solos mariños. Así damos con un dos topónimos máis bonitos do nomenclátor".