Desde la ciudad de Lambrica en el litoral de A Lanzada hasta la población de Galilea de los bajos de Baldaio en A Coruña, la leyenda de la "Atlántidas" recorre el grueso de la geografía gallega y sus pintorescos enclaves marinos. Lo cierto es que, de entre todas cuantas tierras lengendarias han existido, las urbes sepultadas por los océanos siempre han estimulado la fantasía y el interés tanto de grupos de científicos como de curiosos y hasta cazatesoros. De hecho, en el territorio gallego también podemos encontrar varios casos reales de antiguos pueblos ocultos bajo las aguas, como es el caso de Acedero en Ourense. En cualquier caso, el mito de las ciudades gallegas sumergidas también encuentra su escenario en el corazón de la Costa da Morte, en un rincón emblemático a los pies del Monte Louro.
En la punta norte de la entrada a la ría de Muros y Noia, la silueta del Monte Louro "emerge" del mar dando lugar a uno de los rincones más singulares y bonitos de Galicia. Este sistema montañoso coruñés se enmarca en pleno frente marítimo, junto a la playa de Area Maior y la laguna de Xarfas (también conocida como laguna de Louro), configurando una auténtica estampa de postal. Es precisamente en este enclave natural cerrado al mar por las dunas donde la leyenda localiza una de esas ciudades gallegas sumergidas. No podemos asegurar que los fondos marinos de la laguna de Xarfas sean el lugar donde se esconde la isla mítica descrita en los textos filosóficos de Platón; ahora bien, la cultura popular de la parroquia de Louro dice que en tiempos remotos había allí una civilización que en el presente, cada noche de San Juan, deja un rastro sonoro para recordar su último día de existencia.
La Atlántida de la laguna de Louro
Entre las puntas de Carreiro y Lens, el litoral de Muros se configura entre grandes arenales paradisíacos y enclaves naturales de enorme riqueza paisajística. Sin ir más lejos, las playas de Area Maior y de Louro se encuentran cercadas por un gigantesco complejo dunar que incluso llega a superar los catorce metros de altura en alguno de los puntos de la extensa lengua de arena. Detrás de ellas, la figura granítica del Monte Louro se alza majestuosa. A sus pies, la depresión de las tierras creó en su día una gran laguna que en hoy por hoy se encuentra separada del mar únicamente por el médano y los citados arenales. Conocida como laguna de Xarfas, el lago muradán alimenta sus aguas dulces gracias al Rego de Longarelos y se enmarca dentro de un espacio catalogado como Lugar de Interés Comunitario (LIC) y Zona de Especial Protección de los Valores Naturales.
Pero más allá de su valor natural y paisajístico, lo cierto es que la laguna de Xarfas también podría enmarcarse dentro del patrimonio más mítico y tradicional de Galicia. Según cuenta la leyenda, en los tiempos antiguos se asentó en el lugar una pequeña civilización. Al parecer, una medianoche mientras todos sus habitantes dormían, el nivel del mar subió de improvisto superando el entorno de las dunas e inundando a la ciudad y toda cuanta vida había en ella. Desde entonces, se dice que cada noche de San Juan es posible escuchar el repicar de las campanas de la iglesia así como los gritos y quejidos de las gentes y animales que allí habitaban. Mito o realidad, esta historia popular también menciona la existencia de unas arenas movedizas en los fondos de la laguna capaces de tragar a las personas que tratan de adentrarse en ellas para alcanzar la ciudad sumergida de Louro.
Un nuevo escenario cada invierno en Louro
Hasta hace apenas unas semanas, la laguna de Xarfas se encontraba totalmente aislada del mar entre el Monte Louro y el complejo dunar situado junto a las playas muradanas de Area Maior y Louro. Sin embargo, las intensas precipitaciones de las últimas semanas han provocado un fenómeno singular en este rincón de la Costa da Morte: la fractura del muro de arena que separaba la laguna de Louro del océano Atlántico. Aunque se trata de una circunstancia que se repite casi todos los inviernos, en esta ocasión el canal de agua ha logrado alcanzar los 80 metros de largo y hasta dos metros de profundidad.
El ingüeiro es el término utilizado por los vecinos de la zona para referirse a este fenómeno natural y estacional que se produce de manera frecuente en la laguna de Louro durante la temporada de invierno. Si bien es difícil predecir el momento exacto en el que se va a producir este episodio, e incluso cuándo va a desaparecer, es cierto que deben darse una serie de factores para que ocurra. Entre ellos, que el río Longarela presuma de un caudal elevado al tiempo que producen las mareas vivas y temporales con vientos del sur.