Morriña no es el único préstamo lingüistico que le ha hecho el gallego al español, aunque sí el más conocido y el que se suele poner como ejemplo. Otra palabra de uso común en castellano, más incluso que la nostalgia por la tierra, procede de las lenguas galaico-portuguesas: chubasco. Esta palabra usada para designar a un tipo de lluvia se importo a la lengua castellana hace unos siglos procedente de la parte de la Península Ibérica donde se hablaba gallego y portugués.

Según algunos estudios la palabra chubasco viene del portugués chuva (la palabra portuguesa para la lluvia), otros del gallego chuvia o choiva (lluvia en gallego) e incluso otros estudios dicen que proviene del mirandés, una variante de la lengua asturleonesa que se habla en el pueblo portugués de Miranda do Douro. Sin embargo, la primera referencia del uso en castellano de esa palabra proviene de un libro escrito por un portugués en el año 1590, cuando el gallego y la lengua lusa eran todavía muy similares, y en la práctica todavía dialectos de un mismo idioma común que había evolucionado del galaico-portugués medieval.

Tanto lluvia, como chuvia, al igual que naturalmente chubasco, tienen su origen en la palabra latina pluvia, que significa lluvia. En castellano, la pl- evolucionó hacia ll-, mientras que en gallego y en portugues lo hizo hacia la ch-. Todas las palabras en español derivadas del pluvia latino comienzan por elle, salvo chubasco y chubasquero, por su origen en el gallego o el portugués.

¿Cuándo comenzó a usarse chubasco en la lengua española? No se sabe en qué momento pasó al lenguaje habitual. El general Pedro Fernández de Quirós (Pedro Fernandes de Queirós), portugués al servicio de España, escribió su libro Historia del descubrimiento de las regiones australes en el año 1590, y allí se documenta por escrito por primera vez el uso de la palabra en lengua castellana: "llamóse de San Francisco. Navegóse al Norte y Noreste hasta treinta grados y un tercio, en el cual paraje, a diez y seis de septiembre, les dio un chubasco de agua menuda: amainaron, y al siguiente día al amanecer, la nao almiranta estaba aún a vista".

Un quebradero de cabeza ortográfico

La palabra chuvasco existe actualmente en portugués, pero el diccionario explica que se trata de un préstamo de la propia palabra chubasco en castellano, y el término correcto para referirse a lo mismo en la lengua lusa es en estos momentos chuveiro. Donde sí existe y ha existido siempre la palabra es en gallego, pero escrita con v, siendo una de las más de 60 formas que existen para referirse a la lluvia en la lengua de Rosalía de Castro.

Chubasco en castellano y chuvasco en gallego suelen ser protagonistas de faltas de ortografía habituales. Primero, la de los hablantes de castellano escribiendo castellano, dado que todo lo relacionado con la lluvia se escribe con v, menos chubasco. En segundo lugar, cuando los gallegos que hablan español como primera lengua escriben en gallego y lo ponen con b de Betanzos. Y en tercer y último lugar, cuando los gallegos que hablan gallego como primera lengua escriben en castellano y lo ponen con v de Vigo. Sea con b o con v, nunca llueve a gusto de todos, pero nunca choveu que non escampara.