Iglesias, catedrales, monasterios y todo tipo de santuarios históricos salpican el grueso de la geografía gallega poniendo de manifiesto una parte muy importante del patrimonio religioso en Galicia. Tesoros de la arquitectura y distintos elementos de enorme valor artístico se ocultan en las fachadas e interiores de muchos de estos templos, los cuales, en ocasiones, también salvaguardan en sus Santos Sepulcros los restos de personajes tan relevantes como Santiago El Mayor (más conocido como el Apóstol Santiago) o Fernán Pérez de Andrade, el caballero gallego fiel a Enrique II de Castilla. La realidad, en cualquier caso, es que el paisaje y la propia historia de la región se encuentran teñidos por completo de espiritualidad, historia y devoción.
En el caso particular del Apóstol Santiago, todo buen gallego ―e incluso foráneo― es conocedor del paradero de la tumba de este discípulo de Jesús. Pero, ¿dónde se encuentran los restos de Pérez de Andrade, uno de los nobles más importantes del Medievo gallego? Situada frente a la plaza que lleva su mismo nombre, es la Iglesia de San Francisco de Betanzos el templo donde se esconde el sepulcro de este indómito caballero: primer señor de Pontedeume, Ferrol y Vilalba. De hecho, y a pesar de tratarse de uno de los aristócratas más importantes del Reino de Galicia durante el siglo XIV, su figura no estuvo exenta de controversia debido a sus cambios de lealtad y la usurpación de bienes ajenos. No obstante, el mecenazgo dirigido a las letras gallegas y las generosas donaciones que hizo a lo largo de su vida le valieron del mismo modo el sobrenombre de Pérez de Andrade, O Boo.
Así la iglesia de San Francisco y su sepulcro
Construida en la segunda mitad del siglo XIV bajo un estilo gótico y gracias al mecenazgo de Fernán Pérez de Andrade, la iglesia de San Francisco de Betanzos logró ser declarada monumento nacional en 1919 y Bien de Interés Cultural unos años después. Cabe destacar que el templo en cuestión se erigió sobre un monasterio primitivo que databa del siglo XIII. En la actualidad, la iglesia presenta una planta latina con una sola nave y un ábside poligonal con bóveda nervada, flanqueada por dos capillas laterales rectangulares. En la portada principal se encuentra representada la "Adoración de los Reyes", mientras que en el exterior de la iglesia son visibles varios rosetones y vidrieras góticas, así como ciertos canecillos figurados.
Ya en el interior de la iglesia de San Francisco llaman la atención varios elementos arquitectónicos de sumo interés, entre ellos la figura de un ángel tocando la gaita en los nervios de la bóveda o los diversos capiteles decorados con animales fantásticos. No obstante, es precisamente la enorme colección de sarcófagos que acogen los restos de diferentes miembros de la familia de los Andrade el elemento más destacado.
Un total de 16 singulares sepulcros de caballeros de los siglos XIV, XV y XVI que constituyen uno de los conjuntos histórico-artísticos más interesantes del templo betanceiro, sobre todo si tenemos en cuenta que entre dichas tumbas se encuentra la del caballero Fernán Pérez de Andrade, cuyo sepulcro además está considerado como precedente de la escultura funeraria medieval. Como dato curioso cabe recordar que el sepulcro de Pérez de Andrade estuvo situado en un primer momento en la capilla mayor, junto al de su propia mujer Doña Sancha. Sería ya en el año 1782 cuando los restos se trasladarían al pie de la iglesia, bajo el coro parroquial.
El sarcófago del caballero gallego se encuentra elevado del suelo gracias a unas peanas con forma de oso y jabalí, los animales más representativos del linaje de los Andrade. En la cabecera y los pies del mismo todavía puede distinguirse el escudo de armas de esa familia gallega, en tanto que en los laterales aparecen representadas distintas escenas de la caza del jabalí. Ya en la parte posterior del sarcófago, la escultura deja ver la figura yaciente de un caballero ataviado con su armadura y en posición de reposo, con la mano derecha sobre el corazón y la izquierda sosteniendo la empuñadura de su espada, en cuyo pomo se dibuja el símbolo de Salomón.
El busto que simula a Pérez de Andrade reposa su cabeza sobre dos cojines y sus pies sobre varios perros de caza. También aparecen cuatro ángeles arrodillados que velan el cadáver, acompañados de un incensario y varios libros de salmos. Además, una inscripción antigua rodea a la tumba e identifica los restos de su interior: Aquí jaz Fernan Perez Dandrade cavaleiro que fezo este moesteiro anno do nascemento do Noso Sennor Ihesuxristo de mil e CCC et oyteenta et sete anos.
Breve historia del caballero Pérez de Andrade
Fernán Pérez de Andrade O Boo fue el primer señor de Pontedeume en virtud del privilegio otorgado en Burgos a 19 de diciembre de 1371. Nacido en una fecha desconocida alrededor de 1330 y muerto en el verano de 1397, Pérez de Andrade fue uno de los caballeros gallegos más destacados de la Edad Media, perteneciente a una estirpe ligada a la Orden de la Banda desde su creación en 1131 por Alfonso XI.
Casado con Doña Sancha Rodríguez, con quien tuvo dos hijas, María e Inés Fernández, monjas de Santa Clara. También tuvo un hijo varón del que se desconoce el nombre, aunque ciertas fuentes lo citan como Nuño, que murió a edad temprana dejándole sin heredero varón y haciendo que el señorío familiar cayese en manos de su sobrino, Pedro Fernández, hijo de su hermano don Juan Freyre de Andrade.
Según se sabe sobre la figura de Pérez de Andrade, el primer señor de Pontedeume fue un caballero acérrimo amante de la caza y presto a la batalla, aunque muy prudente y observador ―hay que tener en cuenta que dos hermanos de su abuelo habían sido ajusticiados en el Castillo de la Rocha en 1320. Cultivaba también la poesía y era, para su época, un ávido lector de libros de caballería. También actuó como mecenas y protector de la iglesia, si bien hay que mirar estos actos bondadosos con lupa ya que se sabe que usurpó bienes a diestro y siniestro, abusando de su poder en el territorio que dominaba cada vez que fuese conveniente.
De hecho, después de muchos años de deudas y ciertas ambigüedades a la hora de mostrar su lealtad, Fernán Pérez de Andrade terminó posicionándose del lado de Enrique de Trastámara, más conocido como Enrique II de Castilla y llamado el Fraticida, en el enfrentamiento con su hermanastro Pedro I Castilla El Cruel, asesinado en los campos de Montiel. Según cuenta la historia, el caballero de Pontedeume resultó crucial en aquella contienda, donde socorrió a Enrique II durante la batalla dejando para la posteridad una de sus frases más célebres: "Yo no quito ni pongo Rey, sino que libro a mi señor", la cual otros autores atribuyen al francés Beltrán du Glesclin.
En cualquier caso, tras la muerte del citado rey y el ascenso de Enrique II al trono, Pérez de Andrade jugó un papel trascendental al lado del monarca y llegó a alcanzar la posición de un gran señor de Galicia. El de Trastámara colmó de honores al noble gallego y le recompensó con la donación de varias villas, entre ellas Pontedeume, Ferrol y Vilalba.
En aquellos años de gloria, el vasallo de Enrique II también ordenó levantar una serie de construcciones y fortalezas por todo el territorio, siendo algunos de los más importantes el convento de Santa Catalina de Montefaro, el de San Francisco de Betanzos, o los fuertes de Nogueirosa, Moeche o Narahío, el castillo abandonado entre precipicios y enclavado en un peñasco. Del mismo modo, aunque a medio camino entre el mito y la leyenda, la narrativa popular también le atribuye la construcción de siete iglesias, siete monasterios, siete puentes y siete hospitales. Y lo cierto es que, realidad o no, hoy en día este caballero gallego del siglo XIV, fiel a Enrique II, logró pasar a la historia y ser recordado como Pérez de Andrade O Boo.