Galicia conserva un rico patrimonio histórico y cultural constituido por un sinnúmero de bienes materiales e inmateriales. Abundan los monumentos megalíticos, los poblados fortificados y hasta los restos romanos de tan incunable valor como la Muralla de Lugo, declarada Patrimonio de la Humanidad; o la Torre de Hércules, el único faro de origen romano todavía en funcionamiento en el mundo.

La realidad es que el paisaje y la historia de Galicia se entremezclan en una armonía perfecta que salpica la mayor parte del territorio y se hace especialmente evidente en el caso del patrimonio fortificado, materializado hoy día en forma castillos, fortalezas, murallas y torreones que se presentan como testigos directos de un pasado configurado entre batallas, invasiones, leyendas, feudos y poder. 

En plena Costa da Morte, a sólo un paso de la ciudad de A Coruña, la localidad de Malpica de Bergantiños alberga entre sus límites un castillo cuyo origen se remonta al siglo XV, si bien este fue reconstruido tras las Revueltas Irmandiñas sobre una fortaleza anterior situada a su vez sobre un antiguo castro. Las conocidas como Torres de Mens son a día de hoy el reflejo de la historia y de la importancia que tuvo este pueblo para las tierras de Bergantiños. Además, como dato curioso y según cuenta la leyenda, el castillo malpicano estaba unido a través de un pasadizo subterráneo con el templo de Santiago de Mens. Es precisamente en este corredor secreto donde el relato popular narra como un conde pereció entre las llamas a manos de los vecinos del pueblo para poder rescatar a una bella joven a la que este señor feudal había encerrado.

Breve historia de las Torres de Mens

Rehabilitación de las Torres de Mens Europa Nostra Malpica de Bergantiños (A Coruña)

El castillo de las Torres de Mens conforma un pequeño recinto circular fortificado sobre el que destacan tres torres defensivas de planta cuadrada y una vieja casa solariega adosada a una de ellas. La historia más remota de este antiguo bastión nos traslada hasta la época castrexa y romana, pues hay indicios de que la propieda fue levantada sobre un castellum romano donde antes existió un castro celta. En cualquier caso, la estructura que ha llegado hasta nuestros días procede de una reconstrucción llevada a cabo en el siglo XV, tras su destrucción en 1467 por causa de las Revueltas Irmandiñas. 

Cabe recordar que el conjunto fortificado perteneció en su día a los condes de Altamira, aunque también cayó más tarde en manos de Lope Sánchez de Ulloa Moscoso, allá por el año 1455. La pequeña fortaleza malpicana fue adquirida por última vez en el año 1872 por Pedro Abelenda y Díaz de Andrade, tatarabuelo del actual propietario, Agustín Ordóñez, que decidió restaurarlo como vivienda en el año 1988. De hecho, Europa Nostra premió la rehabilitación de este tesoro patrimonial en Galicia en el año 1993, en un reconocimiento a los monumentos salvados de la ruina y que en este caso había sido llevado a cabo por un particular que lo adaptó como segunda residencia.

Además, el edificio en cuestión también se encuentra incluido en el Registro General de Bens de Interés Cultural como monumento de arquitectura militar desde el año 1994. A día de hoy es posible observar las tres torres rectangulares de sillería desde la distancia, alzadas unos doce metros con puertas y ventanales de arco puntado sobre el horizonte verde de las tierras de Malpica de Bergantiños. 

Un castillo entre leyendas

Torres de Mens Wikipedia Malpica de Bergantiños (A Coruña)

Como sucede con muchos otros castillos y fortalezas en Galicia, la leyenda y el misterio envuelven la historia de las Torres de Mens. De hecho, existe un relato a medio camino entre el mito y la realidad por el que este recinto fortificado es todavía hoy conocido en esta comarca coruñesa, pues en el imaginario popular de Malpica de Bergantiños sobrevive la idea de que un conde fue quemado en uno de los pasadizos subterráneos del castillo con el fin de rescatar a una joven que estaba encerrada entre los muros de la propiedad. 

La tradición habla de la existencia de un paso secreto entre las torres, la iglesia de Santiago de Mens y la playa de Seiruga. También de que un conde mantenía retenida en el castillo a una bella joven del pueblo. Fue precisamente ante esta injusticia cuando los vecinos de la zona dedicieron organizarse para atacar el castillo y rescatar a la mujer de las manos del señor feudal. Al parecer, el conde tuvo tiempo de escapar por el pasadizo, pero los lugareños prendieron fuego a las tres bocas del túnel impidiendo de esta forma la huida del fugitivo. De hecho, también a raíz de esta leyenda, se suele decir que el maíz y el trigo sementado en los alrededores del pasadizo se pone amarillo mucho más pronto.