En los territorios occidentales que emergen sobre la cara norte de la provincia de A Coruña, la Terra de Soneira despliega su sinuoso relieve litoral para abrazar la inmensidad del océano Atlántico, en uno de los rincones más bonitos de la Costa da Morte. Apenas tres pueblos ―Camariñas, Vimianzo y Zas― se entrelazan en esta comarca gallega donde la naturaleza, la cultura y el patrimonio se erigen como los grandes protagonistas.
En su interior más montañoso, este rincón coruñés se ve atravesado de este a oeste por el valle del río Grande, cuyas aguas descienden vertiginosas hasta fundirse con la ría de Camariñas. En esta sucesión de colinas y valles verdes, la cuenca del río Grande se cierra al norte por una serie de elevaciones que marcan el límite natural entre esta comarca y la de Bergantiños.
La realidad es que la Terra de Soneira es mucho más que naturaleza y paisajes de ensueño: es un destino con una historia profunda que ha sido testigo de la evolución humana desde tiempos remotos, cuanto menos desde el período megalítico. Las huellas de las culturas prerromanas continúan presentes en cada rincón de este territorio, representado por antiguos castros y varios conjuntos de mámoas como las de Baíñas, en Vimianzo, o las de Gándara, Brandoñas y Pioza en Zas.
Pero la historia de la comarca no se detiene ahí, pues la mayoría de estos asentamientos fueron romanizados, dejando un importante legado que ha perdurado hasta nuestros días. Un claro ejemplo de ello lo encontramos en Brandomil (el pueblo de sólo 36 habitantes más bonito y desconocido de A Coruña), el cual esconde bajo sus tierras las ruinas de la villa romana conocida más occidental del Imperio Romano. Un auténtico tesoro arqueológico que nos conecta directamente con el pasado más glorioso de esta región.
Brandomil, un reducto romano en A Coruña
Enmarcada en el margen derecho del río Xallas, la parroquia de Brandomil conforma un rincón repleto de encanto e historia: un auténtico reducto romano en las entrañas del municipio de Zas. Lo cierto es que las leyendas populares de esta aldea llevan décadas verbalizando las cualidades especiales y la existencia de una ciudad enterrada bajo estas tierras. Dichos relatos se sustentaban en la abundancia de restos arqueológicos en la zona, como capiteles de columnas o aras.
En base a ello, la Fundación Brandomil inició una investigación en una finca de Pedra do Altar que sacó a relucir, hace apenas unos años, un asentamiento romano urbanizado que podría llegar a entenderse como una ciudad moderna. Cabe destacar que dicho entorno ya era reconocido como un enclave arqueológico de gran importancia, pues la Vía XX romana cruzaba dichos terrenos e incluso dirigía el Camino de Santiago original.
Ya en el año 2007 se llevó a cabo una intervención arqueológica dirigida por Juan Naveira, y aunque esta no tuvo continuidad en el tiempo, aquellos primeros trabajos ya habían revelado la importancia de este enclave como lugar de romanización y centro administrativo. A día de hoy, el asentamiento de Brandomil está considerado el núcleo urbano más occidental de todo el Imperio Romano.
Según los expertos, en esta colonia, más bien domus romana (residencia de familias con cierto nivel económico), nació un importante asentamiento de funcionarios y mineros que trabajaban a orillas del río Xallas. Cerca de estas minas romanas de oro se encuentra asimismo una ruta comercial que explicaría los importantes restos encontrados en Brandomil.
De hecho, la primera gran ocupación de la domus de Brandomil parece situarse de forma clara en torno al siglo I d.C., y así lo certifican ciertos materiales galaicorromanos asociados a esta época. Además, las dataciones de Carbono-14 establecen que la desaparición de esta gran residencia por causa de un gran incendio tuvo lugar alrededor del año 98. No obstante, dicha estructura volvería a reconstruirse tres décadas más tarde, comenzando desde entonces una segunda fase de ocupación que se habría extendido de forma ininterrumpida casi 500 años, hasta el siglo V d.C aproximadamente.
Los tesoros de Pedra do Altar
Las excavaciones llevadas a cabo en Pedra do Altar no sólo lograron destapar varias estructuras romanas de buena calidad, un recinto amurallado y un yacimiento habitable, sino que también permitieron catalogar distintos vestigios y elementos que han servido para ubicar en el tiempo a sus pobladores y entender asimismo su modo de vida, entre ellos varias monedas, restos de materiales cerámicos del siglo I d.C. y terra sigillata de los siglos III-IV d.C.
También en este yacimiento destaca la presencia de piezas tan especiales como un antoniano de plata de Volusiano datado del siglo III y otro de bronce de Claudio II de la ceca de Roma del mismo siglo. Por su parte, las terrazas encontradas en el lugar constituyen uno de los hallazgos más singulares del yacimiento de Brandomil, pues este tipo de construcciones no son habituales de la época romana.