Playa Club de A Coruña: historia de un patrimonio vivo, referencia social y cultural de la ciudad
La gestión del complejo hostelero de Riazor ha pasado por distintas manos desde mediados del siglo pasado, que convirtieron el lugar en relevante epicentro cultural y social de la ciudad. Hoy algunos de sus servicios encaran nuevos proyectos. Quincemil repasa la historia del Playa
29 septiembre, 2024 05:00- El Playa Club de A Coruña y Mondo Vigo se alían para transformar el panorama del ocio nocturno
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¿Qué es el Playa Club? Muchos coruñeses podrían responder a esta pregunta con dos o tres palabras. Es una cafetería, una discoteca, una sala de conciertos, un restaurante... dirían. Pero el Playa (aceptada la eliminación de su apellido) es todo eso o más que eso. O lo fue. A lo largo de los años desde su apertura en 1947, estas instalaciones que besan la arena de Riazor se han convertido en un valor y un referente hostelero, social, cultural y patrimonial de A Coruña con una historia larga que contar. La repasamos en Quincemil.
Pero empezamos por el presente más inmediato. Esta misma semana los responsables de Playa Club y Mondo Club, otra discoteca y sala de conciertos de Vigo, anunciaron la transformación del establecimiento coruñés en "un nuevo espacio que está a punto de emerger". "Punto neurálgico donde artistas, colectivos y creadores con distinto bagaje cultural y vital podrán converger, fomentando la colaboración y el intercambio de ideas entre las dos principales ciudades del Eje Atlántico". No hay más detalles, salvo la indicación de que el lugar ofrecerá "una oferta cultural diversa, alejada de convenciones y prejuicios".
Esta noticia avanza una nueva etapa, una estrategia cultural, pero remite a otra lejana etapa de la vida del Playa Club, cuando no solo la discoteca que mantiene el nombre sino todo el complejo hostelero que hoy comprende además un pub, dos cafeterías y un restaurante con distinta denominación, fue hace décadas un reconocible foco cultural de A Coruña.
El "proyecto personal" de Tomás Pereira
"El Playa Club fue un reflejo de la personalidad de mi padre, Tomás Pereira Revuelta, un fenómeno de la naturaleza". Lo dicen con orgullo Fernando y Enrique Pereira, sus hijos, quienes durante años tuvieron directa relación con la actividad del Playa y de otros míticos refugios del ocio como las discotecas Pachá en A Coruña y Clangor en Santiago. Tomás, empresario, artista e inquieto impulsor cultural, era uno de los hijos de Nonito Pereira Souto, también empresario (titular de Transportes Pereira) y segundo concesionario del Playa Club. Hubo uno primero y habría más después.
En 1947 se construyó el primer edificio, solo un inmueble con servicio de cafetería a los pies de la playa de Riazor. Un año más tarde, el Concello adjudicó su gestión a Manuel Forján Freire. La concesión por 20 años no la culminó: falleció y su viuda pidió el traspaso a sus hijos, pero en 1959 el Ayuntamiento resolvió la gestión de la instalación a favor de Pereira Souto, quien promovió significativas reformas para que el Playa "no fuese solo un negocio estacional sino un lugar que tuviese actividad todo el año y acogiese distintas iniciativas culturales", destacan Fernando y Enrique Pereira.
Ya entonces la familia Pereira empezó a participar en la gestión y evolución del Playa Club, con Tomás como diseñador de su ampliación e impulsor cultural y su hermano Nonito como promotor musical años después. Se ganó terreno hacia el colegio Esclavas para crear los llamados Arcados de Riazor, una alargada superficie de uso hostelero donde en los años setenta y ochenta se celebraban bodas, fiestas y banquetes, cerrada desde hace décadas y hoy objeto de interés en ser recuperada por parte de su actual concesionaria, el Real Club Deportivo de La Coruña.
Animales, un acuario en el bar, exposiciones, conciertos
En el transcurso de su gestión en la segunda mitad del siglo pasado, el Playa, que también sufrió un incendio a comienzos de los setenta, fue ofreciendo nuevos servicios. La cafetería, que al principio estaba casi a la misma altura que el arenal de Riazor, se trasladó a un nivel más alto, encima a cota de la avenida Buenos Aires. A su lado habría un restaurante y abajo, al borde de la arena, la discoteca Playa Club, de las primeras de A Coruña, "surgida a partir de la deriva de las orquestas". Todo con el mismo nombre.
No solo era hostelería, el Playa era una atracción social y un epicentro cultural coruñés. "En la cafetería había un acuario con langostas y otros mariscos y la gente venía a verlo. Hubo un mono, una serpiente en un terrario y un guacamayo. Máquinas recreativas, una bolera. Y al final de los Arcados, en lo que fue durante un tiempo la tasca Jundiña, había una foca y un pingüino que mi padre trajo del Muro porque habían llegado en un barco de pesca", recuerdan los hermanos Pereira.
Su primo Nonito Pereira Rey, hijo de Nonito, también tiene en su memoria que el complejo tenía la responsabilidad de las duchas y vestuarios usados en la playa de Riazor por los bañistas y que en el lugar se guardaba el material de socorrismo, en la zona donde hoy unas escaleras separan la explanada de la avenida Buenos Aires, porque la concesión incluía la limpieza y la seguridad en el arenal.
Templo de la música
"Tomás era una persona con muchas inquietudes intelectuales y quiso abrir el Playa a la cultura", defienden Enrique y Fernando. Por eso, detallan, en las instalaciones hosteleras hubo espacio para una galería de arte con exposiciones de pintura (con obras del propio Tomás incluso), conferencias, café-teatro, un club de jazz y conciertos en la discoteca, promovidos por Nonito Pereira, a quien también ayudó su hijo.
En 1991 era tal la popularidad de la discoteca Playa Club que la prestigiosa revista Rock de Luxe, entonces la de mayor tirada, la incluyó en una lista de las diez mejores del país. "Entendemos el fenómeno musical como algo que va más allá del simple divertimento o la comercialidad", defendían padre e hijo en la prensa local. Por su escenario pasaron Los Íberos, Gianni Ales, Lou Bennett, Tav Falco, The Del Fuegos, Oysterband, Wilko Johnson o Mano Negra, entre muchos músicos.
Fernando Pereira también se encargó durante una etapa del apartado musical. Recién llegado de Londres y "cargado de ideas", la concesionaria cambió la decoración y adquirió novedosos equipos de música. El Playa fue el germen de la discoteca Clangor, que primero desarrolló su actividad en A Coruña, allí en Riazor, y en 1980 vio la luz en Santiago, núcleo clave de la movida gallega hasta el atentado terrorista de 1990 perpetrado por el Exército Galego do Pobo Galego Ceibe, en el que murió una estudiante.
Concesiones y cambios
El Concello trató de rescatar dos veces la concesión del Playa cuando la gestión corría a cargo de Nonito Pereira Souto, a comienzos y a finales de los sesenta. La familia mantuvo la administración, aunque en 1986 fue traspasada a la sociedad Nonito Pereira e Hijos, integrada por los hermanos Dionisio, Tomás, José, Nonito y María. En 1993 se introdujeron cambios y se estableció el final de la concesión en 2042.
En la ciudad fueron apareciendo otras discotecas y la hostelería de A Coruña creció. Pero el Playa Club mantuvo su entidad adaptando con distinta suerte sus negocios hosteleros al paso del tiempo y a nuevas tendencias. El Concello declaró de interés público y municipal las obras de remodelación del complejo en 1992, con motivo de su adaptación a la reforma del Paseo Marítimo en el mandato de Francisco Vázquez. La familia Pereira acabó cediendo parte de la concesión a la sociedad Cuiña en 1997, una operación de la que el Concello se enteró después de haberse realizado. Dos años más tarde se llegaría al inicio de una nueva etapa.
Deporhostelería, el Dépor y Marta Ortega
En 1999 toma la concesión Deporhostelería Playa Club, sociedad vinculada al Deportivo, presidido en aquel momento por Augusto César Lendoiro, rival político del alcalde Vázquez. A lo largo de tres lustros, el Playa, según aquellos gestores, la discoteca "creció sin parar y se convirtió en referente absoluto de la noche en la ciudad".
Grandes bandas nacionales e internacionales (de Love y Arthur Lee a Ocean Colour Scene, de The Sonics a Elástica) dieron conciertos allí, donde también actuaron relevantes nombres de la escena musical gallega y nacional, como Deluxe y Xoel López, Triángulo de Amor Bizarro, Sidonie, Fangoria o Iván Ferreiro.
El Deportivo que competía en la elite futbolística nacional y continental celebró aquí sus grandes éxitos en la etapa de Lendoiro, empresas y marcas presentaron productos en el lugar y el restaurante obtuvo una estrella Michelín. Se celebraron festivales y ciclos (981, Soft Pop) y fiestas, como la de la mayoría de edad de Marta Ortega, hoy presidenta de Inditex.
El Playa, resalta el equipo de responsables en aquellos años, "fue la guía de muchísimos otros locales de la ciudad y la semilla indie para generaciones de coruñeses hasta hoy". "Era el lugar en el que había que estar, con largas colas para entrar en la discoteca. Larga vida el Playa", proclaman hoy los gestores, que en 2013 alquilaron a la sociedad Andén de Riazor la cafetería y el restaurante del Playa Club, que pasaron a denominarse Tira do Playa.
El arrendamiento de otros locales del complejo a otras empresas del sector hostelero de la ciudad permitió en los años siguientes la apertura de otros establecimientos junto a Riazor, entre el estadio y el Palacio de los Deportes y el arenal, como los pubs La Boite y El Andén y la cafetería 57.
Los Arcados y el futuro
Desde poco antes del cambio de siglo la concesión del Playa Club es del Deportivo, al menos hasta 2042. En esta etapa de gestión ha habido más de un intento para recuperar la actividad hostelera en los Arcados de Riazor, donde hoy se advierten desde el exterior los arcos del local que se extiende, vacío, junto a la playa y hasta la escalinata del colegio Esclavas. Las iniciativas cayeron en el olvido.
Es un espacio municipal pero su gestión corresponde al club deportivo. En abril del año pasado el Ayuntamiento concedió al Deportivo una licencia para hacer obras e iniciar una actividad hostelera en los Arcados de Riazor. En ese momento se informó de que los planes apuntaban a la apertura de una sala de banquetes, un restaurante y una heladería, algo parecido a lo que se dedicaron los Arcados antes de que esa zona cerrara hace décadas.
El club ha señalado recientemente que está "tramitando la fase inicial de las obras", sin más detalles. Lo que allí vaya a ocurrir, en todo caso, supondrá un capítulo más (como ahora se prevé en la discoteca) en la historia del Playa Club, patrimonio de A Coruña.