Laura Franco (Noia, 1991) trabaja en atención sociosanitaria dentro de una residencia de la tercera edad y por su forma de contar su día a día se percibe en ella unas ganas tremendas de comerse el mundo. A Laura le encanta la música de Melendi y toca la gaita desde bien pequeña. Hasta aquí puede que todo encaje a la perfección con cualquier persona de 31 años que ustedes conozcan pero Laura es, además y por encima de todo, una enamorada de su trabajo en la residencia de mayores DomusVi de Noia, una tiktoker con casi 300.000 seguidores, una instagramer con casi 16.000 personas pendientes cada día de sus publicaciones y es, además, uno de los rostros más queridos del programa Fun polo Aire de Televisión de Galicia, que se emite de lunes a viernes justo antes del telediario.
Nos sentamos con ella para descubrir de dónde nace toda esta mezcla, cómo compagina estas tres facetas tan diferentes, cuáles son sus pasiones y de qué forma gestiona todo el feedback que recibe a través del otro lado de la pantalla.
Tu perfil es cuanto menos polifacético porque trabajas en tres ámbitos bien diferentes ¿Cuál es tu verdadera vocación?
Yo, ante todo, amo mi trabajo en la residencia de mayores, es mi pasión, por lo que me levanto cada día feliz. Incluso cuanto estoy de vacaciones estoy pendiente de lo que sucede allí. Lo digo orgullosa y me siento afortunada de trabajar en lo que más me gusta. Además mi vocación apareció de forma curiosa.
Resulta que tendría yo unos 12 años y, como tocaba la gaita en el grupo Salgueiriños de Noia, un día fuimos a hacer un pequeño concierto a una residencia de ancianos. Mientras tocaba vi que muchos ancianos lloraban, en ese momento no me daba cuenta que era de emoción, pensaba que era porque estaban tristes y mal, allí dentro. Al llegar a mi casa le dije convencidísima a mi madre que yo tenía que dedicarme a eso porque había visto que esa gente mayor estaba muy infeliz aunque mi madre me intentaba explicar que seguro que lloraban por la alegría que les producía nuestra música, para mi era ya una cuestión que necesitaba hacer sí o sí, como si estuviese en deuda y tenía claro que quería dedicarme a eso. Terminé mis estudios básicos y comencé a estudiar Atención Sociosanitaria,, estuve una etapa trabajando en domicilios, a lo que me dediqué 6 años y ya después entré en el mundo de la residencia.
Seguro que sabes que a priori muy pocas personas piensan que existan personas cuya vocación sea trabajar en una residencia de mayores…
Lo sé y por eso pienso que es tan importante que se sepa, que aunque la gente tenga otras opciones de trabajo, como es mi caso, mi vocación es esta y mi prioridad pasa por la residencia y los mayores. La nuestra, la gerontología, es una profesión que tiene una especie de mala fama pero yo repito, una y otra vez, lo feliz que soy en mi trabajo y cuánto me gusta. Para mí no hay nada comparable al momento en que cada mañana entro por la puerta de cada una de las habitaciones de los residentes y les despierto, les doy los buenos días, los aseo, los arreglo… A muchas les hago peinados, trencitas, les pinto los labios y las uñas, me gusta vestirles de forma alegre, que sepan que son importantes y que lo que nosotros procuramos es que sean felices. Y de verdad, yo hablo por mi centro, la gente está contenta.
Seguro que hay personas que han tenido malas experiencias con las residencias de mayores y es importante que se denuncie pero creo que es injusto no contar todo el buen trabajo que hacemos desde dentro de ellas, que también se cuente todo lo positivo que se hace y que somos un sector muchas veces olvidado y que no se valora lo suficiente. Durante la pandemia hicimos un sobresfuerzo tremendo, doblando turnos y extremando todas y cada una de las medidas de precaución para que todo marchase correctamente y conseguimos que no hubiese ningún contagio. Eso también hay que contarlo, y hay que normalizar hablar de la tercera edad y de todas las personas que trabajamos con y para ellos, acompañándolos en esos últimos años del camino de su vida.
Y de un mundo tan humano y con tanto contacto diario con personas de carne y hueso saltas a las redes sociales ¿Cómo empezaste en todo esto y cómo llevaste lo de tener miles de seguidores en tan poco tiempo?
La verdad es que fue muy casual. Yo un día estaba viendo cosas en TikTok y mientras miraba un video de una chica que salía bailando en bikini vi los comentarios que le dejaban. La mayoría eran comentarios negativos referidos a su físico y eran por parte de otras mujeres. Entonces me calenté y decidí que iba a subir un vídeo aludiendo a todo eso. Hacía una reflexión muy enfadada porque no entendía esos comentarios, esas faltas de respeto y ese machismo procedente de tantas mujeres hacia otra mujer. Yo subí el video y pasé de la aplicación hasta que transcurrida una semana o algo más volví a abrirla y veo que tengo 12.000 seguidores, miles de mensajes, un montón de repercusión, personas mandándome preguntas… Y bueno así empezó todo, poco a poco empecé a incorporar mi humor, mi ironía y mi sarcasmo para tratar sobre todo temas de feminismo, de la lucha contra la homofobia… Creo que la clave está en que en esos videos que subo soy yo misma, la Laura de la calle, que no se corta ni un pelo, que hablo de una forma que puede entender todo el mundo y que muchas veces estoy cabreada, o triste y lo transmito.
Imagino que con los seguidores que tienes recibirás mucho cariño pero a lo mejor no siempre resulta fácil gestionarlo y también te encontrarás haters…
Puedo decir que lo que recibo mayoritariamente es todo bueno, un 99% de lo que me llega son mensajes de cariño, apoyo, personas que se sinceran conmigo, que cogen confianza. A veces sufro porque chicas muy jovencitas me cuentan que tienen problemas importantes y yo lo primero que hago es decirles que hablen eso con un adulto de su entorno y que lo digan, que no tengan miedo a hablar. Pero no puedo evitar sentir mucha empatía y a veces sufro porque me cuentan situaciones graves.
Y en cuanto al hate pues sí, se reciben comentarios, me han llamado “roja de mierda”, me han llegado a decir “mete a todos los maricones en tu casa…”. En fin, las redes al final son un lugar en el que en muchos casos, las personas se amparan en el anonimato para decir cualquier barbaridad. Pero tengo que reiterar que tengo unos seguidores que me transmiten mucho amor, que les encanta que les cuente cosas sobre mi trabajo en la residencia, en la tele… Y también intento normalizar el hablar de temas como la salud mental, que tanta falta hace que se hable de ella.
Eso, cuéntame. Mientras estás con tu trabajo en la residencia, te conviertes en influencer en redes y aparece la tele en tu vida…
Pues fue otra casualidad, totalmente. Desde el equipo de Fun Polo Aire, programa en el que colaboro actualmente, me contactaron porque estaban probando a diferentes perfiles y les gustaba el mío. Fui para unos tres días y… hasta ahora. Yo la verdad que me enamoré de todo el equipo desde el minuto uno. Trabajar con todos ellos es una maravilla. Adoro a los presentadores, a Susana, a Emilio… Amo a mi director, Ricardo, que es un ser de luz y a todos y cada uno de los que forman parte de la familia del programa. Me sentí muy cómoda desde el principio, nada nerviosa y muy arropada.
Tengo total libertad para expresarme allí y eso me encanta y creo que es lo que buscan de mí.
En redes te preguntan una y otra vez si prefieres el trabajo en la tele al de la residencia, pero tu eres muy contundente
Sí, lo soy, repito una y mil veces que mi trabajo ante todo es el de la residencia. Lo otro, tanto la tele como las redes, si es compatible, genial. No puedo tampoco obviar que trabajar en la tele me ha dado cosas maravillosas y que he sentido mucha emoción en muchos momentos, como un día que me sorprendieron con un vídeo de mi padre tocando el acordeón y me puse a llorar en pleno directo y también lloré en una ocasión en que el programa me hizo un vídeo de mis mejores momentos cuando terminaba mi primera temporada.
En las redes también he tenido momentos de decir “buah, qué genial esto” , por ejemplo cuando un día veo que me escribe un mensaje Susana Seivane, una artista a la que yo admiro desde pequeña y con la que, a raíz de ese primer contacto, pude conocer, ver en conciertos… . En resumen, soy una chica muy afortunada porque me van pasando cosas buenísimas en todos los sectores que voy tocando.
Y si sueñas en grande ¿Te apetecería algún proyecto audiovisual en concreto?
Mira, yo quiero un reality en Galicia en plan Gran Hermano. De verdad, pienso que nos vendría genial hacer algo así. Yo iría de participante de cabeza, me encantaría ir y si no es de concursante pues de comentarista también me vale. A mí es que ese concurso me parece una pasada, un experimento social maravilloso y creo que podría servir para dar a conocer a gente que igual se acaban convirtiendo en personajes que pueden dar mucho juego en Galicia.