Crímenes relacionados con la violencia vicaria o de género, prisión permanente revisable, fanatismo religioso, la barrera entre la enajenación mental y la intencionalidad o incluso suicidios derivados de casos de acoso por internet son algunas de las temáticas que trata la nueva serie documental de la productora compostelana, Ficción Producciones: ‘Una historia de crímenes’. La intención es remover al espectador, servir de espejo a la sociedad y crear debate, ofreciendo opiniones distintas sobre un mismo tema para que sea posible conformar una opinión propia y argumentada.
Este ambicioso e interesante proyecto audiovisual ha tardado un año en gestarse desde que ha nacido la idea hasta que se ha completado el producto y se estrena este viernes, 20 de enero, en exclusiva en Prime Video. Los creadores son Alberto Arruty (Operación Marea Negra), con dirección a cargo de Jorge Cassinello (Hospital Real, Entre Pipas) y Fran X Rodríguez (Hierro, Operación Marea Negra). La miniserie consta de seis episodios de 50 minutos.
En ellos se tratan crímenes mediáticos como el de José Bretón con sus hijos, el parricida de Moraña, el cura de Vilanova, Diana Quer o las niñas Sara y Desirée, con declaraciones de las víctimas secundarias (familiares, amigos y allegados), miembros de los cuerpos de seguridad implicados en cada caso y voces profesionales como Manuel Marlasca, periodista de investigación especializado; Miguel Lorente, experto criminólogo y Patricia Abet, periodista de sucesos criminales en Galicia.
Gran parte de los crímenes que se tratan en la serie desgraciadamente han tenido tierras gallegas como escenario y los creadores apuntan a que la comunidad, junto con Madrid y Andalucía, son las zonas de España donde más sucesos criminales tienen lugar. Cada capítulo está apoyado en documentación periodística e imágenes y audios reales de criminales y víctimas, un material con el que se quiere dejar claro que en este proyecto "el criminal no es el protagonista, sino que se huye del amarillismo", trasladan desde el equipo.
Alberto Arruty y Jorge Cassinello han contestado a las preguntas de Quincemil y desvelado más detalles sobre esta prometedora serie, que durante su grabación ha dado lugar a ideas para otros temas a someter a debate social, como la venganza o la criminalidad en grupos jóvenes, que podrían afrontarse en una hipotética segunda parte.
¿Cómo surgió la idea de esta serie? ¿Qué objetivos perseguís?
Arruty: Viendo el consumo tanto en plataformas como en televisión o novelas del género del true crime, parecía que había un tipo de contenido que no estaba cubierto. Hay contenidos específicos muchas veces sobre un caso concreto (Las niñas de Alcàsser, Marta del Castillo…) pero faltaba una especie de continente que fuera una antología criminal para la gente a la que le guste el true crime y a la que no, aunados a través de diferentes temáticas: Prisión Permanente Revisable, violencia Vicaria…y que los expertos pudieran analizar y los espectadores digerir y tener su propia opinión sobre diferentes temas.
La serie nace a partir de ahí, de una necesidad de contar una parte de la historia que estaba sin contar y huir sobre todo del amarillismo. No tiene detalles escabrosos ni cosas macabras, sino que se trata de contar los casos con mucha elegancia y de una manera en la que el público sepa lo suficiente para tener una posición formada sobre cada uno de los temas, pero sin vulnerar la identidad de las víctimas ni de las víctimas secundarias como son los familiares, allegados y amigos. Queríamos generar una conversación a través del producto y queda mal cuerpo debido a los temas que se tratan, pero también se invita a la reflexión sobre los temas que se están poniendo sobre la mesa.
La reflexión es que al final todos somos partícipes de este tipo de violencia, ya sea porque convivimos con ella de alguna manera o porque cuando votamos a un partido o a otro estamos interfiriendo de alguna manera en esa violencia.
Cassinello: El amarillismo, el morbo, era algo que queríamos evitar. Queríamos enfocarnos en la parte empática, la más humana, y también en el debate social. Más allá de los casos más mediáticos pretendíamos tratar otros que también ocurren, hablar de que te puede ocurrir a ti, que el culpable puede ser tu vecino o también puede ser la víctima. Hay un capítulo que habla de la violencia machista y también invitamos a pensar sobre cómo detectar cuando nace esto, no solo fijarse en el momento en que alguien es asesinado. No es poner en alerta, pero sí gestionar la parte didáctica de cómo afrontar estas cosas para intentar que no sucedan.
¿Tenéis miedo a las comparaciones? El true crime está muy de moda con productos como ‘¿Dónde está Marta?’ en Netflix o ‘Dolores. La Verdad Sobre El Caso Wanninkhof’ en HBO.
Arruty: El género es el mismo, lo único en lo que nos podemos comparar es en la investigación, porque al final son trabajos rigurosos de investigación periodística, pero nuestro espacio es diferente al que se toca en esos productos, porque en ellos se toca un caso concreto que por lo que sea es noticioso, y en cambio nosotros miramos los casos desde un punto de vista diferente. Usamos eso para centrarnos en ciertos temas sobre los que queremos generar una conversación. Solo nos parecemos en el trabajo previo de investigación y de rigor.
Cassinello: Hay un trasfondo, que no es el caso en sí, sino lo que hay detrás de ese caso. Solemos tratar varios casos con un nexo en común, un pilar más humano en el que todos nos podemos sentir reflejados. Por supuesto también nos diferenciamos en el formato, que es muy distinto, porque tratamos los casos desde una parte profesional como son los abogados y especialistas, que son comunes en todos los capítulos (Manu Marlasca, Patricia Abet y Miguel Lorente) y también la parte personal, esas víctimas secundarias que tratamos de forma delicada y que da lugar a una conexión emocional con la audiencia.
¿Qué criterio habéis seguido para seleccionar los casos?
Arruty: Ese punto de conexión con el público, de acercamiento, trabajo de empatía, para que el espectador sienta el caso como cercano. Un ejemplo es el caso de Nieves De la Fuente, en el episodio de ‘Tras la máscara de internet’. El caso no es extremadamente conocido y está sin resolver, y nos interesaba porque nos abría la puerta a un nuevo tipo de crimen que nos ha pillado un poco a medio vestir. La legislación no está preparada para este tipo de crímenes e internet está siendo utilizada casi como un arma homicida.
En ese caso internet es la pistola, se empuja a una persona al suicidio a través de una herramienta que los investigadores utilizan para cosas muy buenas, pero que vemos que también puede servir para cosas terribles. El resto de casos poco conocidos se eligieron porque cada capítulo es diferente y en cada uno se quiere llevar a esa conversación y debate hacia cierto punto porque puede ser interesante y enriquecedor para la sociedad.
Queríamos hacer una producción que forme a la gente, que no fuese telebasura ni telemorbo, sino que fuese algo que nos hiciese un poco mejores a cada uno como individuo y a todos juntos como sociedad. Estos casos hacen que empaticemos y que pensemos y nos pongamos en el pellejo de las víctimas secundarias e incluso de las víctimas, que podríamos ser uno de nosotros.
Muchos casos de Galicia en la serie: La niña Desirée Leal, el parricida de Moraña, el cura de Vilanova o Diana Quer en A Pobra. ¿Galicia es una comunidad con tendencia criminal?
Cassinello: Andalucía, Galicia y Madrid son las comunidades con más índice de criminalidad y centrarnos en Galicia vino también porque, por desgracia, tenemos casos de toda índole y porque había casos concretos, como el de la Virxe do Cristal que es muy llamativo. Esto también nos sirve para hablar de la desprotección del rural y de la idiosincrasia de un pueblo. Nos decantamos por las sensaciones que despertaban los casos en nosotros mismos y el interés que nos suscitaban como espectadores y porque también tienen esos ingredientes que nos parecieron interesantes.
Temas de actualidad como la prisión permanente revisable centra uno de los capítulos. El forense lanza un debate sobre si la reinserción de las personas con esta condena es posible o no, es decir, casos como el de Ana Julia, la asesina del niño Gabriel o El Chicle, asesino de Diana Quer. ¿Qué queréis transmitir sobre esto al espectador?
Cassinello: Es un reflejo de la sociedad que vivimos, especialmente la española. El debate está ahí y con la implicación de especialistas en la serie queríamos favorecer la variedad de ideas, que ese capítulo reflejase el debate social. Dependiendo a quien se lo cuentes puede estar a favor o no de que alguien con esta pena que haya cometido un crimen se revise su pena a los 25 años. Miguel Lorente lanza la pregunta de qué se hace en esos 25 años, ¿se les encierra y ya está o se está haciendo algo para su reinserción? Es una crítica a la sociedad y a los políticos, un espejo de lo que ha sucedido y lo que está sucediendo. Ana Julia, la asesina del niño Gabriel, es la primera mujer en España condenada a prisión permanente revisable y tratamos este crimen en la serie.
Arruty: El capítulo lo escribimos entre los dos y desde que empezamos a plantearlo decidimos que tenían que estar basculadas las dos posturas: Por un lado Miguel Lorente, que en conversaciones previas ya había dicho que esta condena era una aberración, el encerrar a una persona teniendo en cuenta el tipo de crimen que había cometido y no fijándose en cómo se puede reinsertar en la sociedad. Y nos faltaba alguien que nos contase el otro lado de la historia, que dijese que estos criminales casi no los considera ni personas, y esta figura la representa el padre de Diana, Juan Carlos Quer.
En un inicio prefirió no participar hablando del crimen de Diana y tras mandarle el capítulo decidió participar, porque vio que el contenido que estábamos generando era precisamente para crear esta conversación y plantearle a los espectadores la gran pregunta sobre este tema, dándole las herramientas a elegir para expresar lo que piensan. Hemos conseguido ese balance entre ambas opiniones para poder ser objetivos, porque queremos trabajar con objetividad y hacer gala de la honestidad con la que planteamos los temas al espectador.
Cassinello: Queríamos generar debate pero partiendo del propio espectador, porque este proyecto al fin y al cabo ha nacido de la calle. Esas protestas, juntarlo con la parte política y judicial, un espejo del día a día que vivimos. Lanzar la pregunta pero recordar que todos somos partícipes en esto. En el propio capítulo hay debate porque Miguel Lorente comentaba que hay distintos tipos de crímenes y recuerda que la reincidencia de los agresores sexuales es la más alta. Se quiere presentar los casos tal y como son, sin amarillismo, poner todos los ingredientes y lanzar el guante al espectador para que se forme sus ideas o se replantee argumentos. Que se remuevan cosas en quien está viendo la serie es el objetivo principal y esperamos conseguirlo en cadena y en masa.
Hay capítulos que cuesta digerir por la gravedad de los casos. ¿A nivel periodístico cuál ha sido el caso más complicado de trasladar a la pantalla? ¿Y a nivel emocional?
Cassinello: Cuando estamos rodando a veces se te pone la piel de gallina, porque tanto en las entrevistas profesionales como personales no hubo en la que no estuviéramos llorando. Recuerdo mirar a mi alrededor y todo el mundo llorando, por mucho que te quieras poner en la piel de alguien es imposible, porque son heridas de muerte, entonces lo único que puedes hacer es ser lo más delicado y honesto posible y coger el pulso de la situación. También se debe destacar la delicadeza y profesionalidad del equipo, no hay palabras. N siquiera lo llamaría entrevistas, son una especie de conexión emocional en la que pones tu buena voluntad y profesionalidad y dejas que fluya.
Arruty: Las entrevistas con José Manuel Leal o los padres y hermana de Nieves La Fuente fueron extremadamente duras a nivel emocional, a nivel periodístico en la de Juan Carlos Quer le dimos el guante a él para que contase lo que considerase. Los investigadores de la UCO no habían hablado nunca del caso de Diana Quer como lo hicieron con nosotros y comunicativamente fue complicado porque estás hablando de temas muy particulares y debes tratar con sensibilidad a todo el mundo porque estás queriendo ir a un sitio muy íntimo de ellos, te están dando algo único. Si nosotros estábamos llorando, ellos que verdaderamente han vivido esas cosas remover eso, cuidado.
El Guardia Civil que trató el crimen de las niñas de Moraña dice que no puede olvidar lo que vio en esa casa y que ojalá nunca hubiera estado allí, eso le marcó y traspasa la pantalla. En el caso de Moraña, teniendo en cuenta lo celosa que es de su intimidad la madre de las niñas, que nunca ha querido salir y siempre ha rechazado aparecer en documentales y demás, queríamos tratar el tema con excesivo cuidado y mimo, porque además el padre fue el primer condenado a prisión permanente revisable.
La entrevista al Guardia Civil considero un acierto el querer tenerla y él desde el primer momento nos avisó de que no nos iba a decir nada, pero eso era lo que queríamos, porque con eso te lo dice todo. Es extraño ir a hacer una entrevista sabiendo que no iba a revelar información pero queríamos que nos contase de él, porque debajo de un uniforme no somos un saco de huesos. Queremos generar emociones en los demás, pero que sean emociones que te lleven a algo, es decir, a intentar ser un poco mejor o a estar más formado.
Cada capítulo tiene una temática, ¿Cuál de ellas consideráis más grave y de actualidad?
Arruty: Es muy importante no olvidar que la violencia de género es un problema muy grave, solo hay que ver las cifras de finales del 2022 y principios del 2023. En el último mes 12 asesinadas, una salvajada. El suicidio, la salud mental y cómo nos relacionamos, sobre todo las generaciones más jóvenes, es una problemática grave a la que hacerle mucho caso también. El crimen más atroz, asesinatos de padres a hijos es indescriptible. En todos los casos que tratamos destacamos una frase en común: "Disponer de sus hijos como si fueran objetos" y con eso ya se dice todo.
Cassinello: Aunque separamos los casos por tipologías, muchos de ellos unifican, en muchos de ellos se utiliza a los menores para hacer daño a la pareja, el caso de Desirée Leal es un ejemplo. Es algo que te revuelve y es incomprensible. El caso del capítulo 2 de la niña Sara, no tiene nombre. Al final la violencia machista está en el foco, pero por todo lo que está ocurriendo, los esfuerzos son insuficientes. El tema de la salud mental es algo muy sensible porque no es tan tangible a veces y queremos proyectar un tema para que al final entre todos se empiece a poner nombre a los problemas, para empezar a sanar o a tratarlos.
Fanatismo religioso y espiritualidad centran otro de los capítulos y estos crímenes son poco habituales y menos mediáticos. ¿Por qué habéis decidido tratar el tema?
Arruty: El subtexto de ese capítulo pretende hablar de la idea del mal que todos conocemos, con casos como La Vampiresa de Barcelona, que no se sabe si es verdad o mentira; otros crímenes que tratamos son el de Daniel Montaño (lanzó a un bebé de 17 meses por una ventana y trató de matar a su madre) o el del ‘Exorcista de Córdoba’, que no se le pudo condenar porque tenía un trastorno mental. Hoy en día no es habitual eso de "En nombre de Dios o del demonio hago esto", pero sí es común que gran parte de los asesinos se escuden en la enajenación mental.
Hay personas que realmente tienen enajenación mental y hacen cosas porque están enfermas y no se les puede condenar y otros a día de hoy se escudan en eso para que no se les impute un delito. Quisimos tratar la enajenación mental desde otro punto de vista en la serie, apoyados en recortes de prensa, audios e imágenes.
¿Habrá segunda parte de la serie?
Arruty: Si la respuesta es buena, material hay de sobra. Veíamos durante la grabación que nos contaban historias los profesionales y la gente que ahora tenemos ganas de contar y va a depender del público y lo que quiera la plataforma. Continuidad puede tener por desgracia mucha. Tenemos temáticas en mente pero queremos que sea algo que fluya natural. Unas pinceladas sobre asuntos a plantear serían, por ejemplo, las venganzas o la criminalidad en grupos jóvenes.
Un mensaje para invitar al espectador a darle al play.
Cassinello: Te podría pasar a ti. Tendemos a pensar que asesino en serie es meticuloso, interesante, que lleva años cometiendo crímenes…pero en la mayoría de los casos los pillan a la primera. Son personas que han cruzado la línea y eso nos podría pasar a nosotros: podría ser tu vecino, el panadero, alguien muy cercano quien cometa un crimen o incluso la víctima.
Arruty: Ofrecemos la posibilidad de escuchar historias de una manera en la que no se ha hecho antes, se acerca al espectador de una manera diferente a casos de asesinato o a conversaciones de los protagonistas. Las entrevistas se convirtieron en conversaciones muy orgánicas y entre el equipo las canalizábamos. Ayudamos con este producto a que la sociedad sea un poquito mejor, damos la oportunidad de hablar con protagonistas y gente con mucho criterio que sabe. No diría que la gente va a pasar un buen rato pero lo va a disfrutar, debemos advertirles sobre no meter los problemas debajo de la alfombra.