Ya era un conocido en el mundo del teatro contemporáneo, pero ahora con su papel en la película As Bestas, de Rodrigo Sorogoyen, ha logrado que su nombre suene como uno de los grandes actores del panorama nacional. Diego Anido (Santiago de Compostela, 1976) atiende a Quincemil a una semana de los Premios Goya, a los que está nominado junto a su compañero de reparto, Luis Zahera, por su papel en el filme que se inspira en el crimen real de Santoalla. Un papel, el de uno de los locales, que le llegó de rebote dos días antes del inicio del rodaje, aunque "ya tenía una conexión con ese personaje". As Bestas fue un gran éxito en taquillas y en festivales nacionales e internacionales, una repercusión que Anido ya vivió en varias ocasiones en el mundo del teatro, donde ya tuvo "esos primeros momentos de alucine".
¿Qué es lo que más te atrae de ser actor?
El dinero (ríe).
Entonces igual te equivocaste de profesión…
¡Claro que escogí mal! Hay una sensación que se produce cuando estás en el escenario, cuando se produce el hecho artístico, que no tiene nada que ver ni con lo que se cuenta, la calidad del intérprete, es un momento que experimentas y esa sensación es arrebatadora. No es un trance loco ni un temblor, tienes una sensación que te aleja de la habitual de tiempo y espacio, y ese viajecito engancha mucho.
¿Cómo llegó a tus manos el papel que tienes en As Bestas?
La directora de casting, que debe de investigar muchísimo, me vio en Ons, la película de Alfonso Zarauza. Me localizó y me llamó para una prueba, que era para un personaje pequeño, buscaban a actores gallegos. La hice y dos meses después, cuando yo ya me había olvidado de esto, me llamaron para hacer otra con el director, en Madrid. Fui de un poco de milagro, porque tenía un bolo en Valencia cuando me llamaron y dije "venga va". Dos semanas después me dijeron que tenía este pequeño papel, que se rodaría en noviembre. La película iba a empezar a rodarse a principios de septiembre y unos días antes me llamaron por teléfono para decirme que era la segunda opción para uno de los protagonistas, y que el actor dejaba la película. Me preguntaron si estaba disponible y allí fui.
Ese actor se tuvo que arrepentir de rechazar el papel…
Me imagino que a nivel personal, si le apetecía, sí. Pero a nivel profesional no, es un actor que trabaja muchísimo, con mucho éxito. A todos nos fastidia lo que no podemos hacer, cuando hay que rechazar algo, pero bueno, tiene mucho talento y trabaja muchísimo.
¿Qué pensaste de este personaje?
Yo conocía la historia de Santoalla de oídas, porque cuando comenté que iba a hacer una prueba para una peli que iba a rodar Sorogoyen en Galicia, me dijeron que trataba de ese crimen. Sabía que había un documental, lo apunté en la lista de cosas para ver, pero nunca llegué a verlo. Sabía un poco de que iba el tema, suponía que estarían en la peli los dos hermanos y tenía la intuición y una conexión con ese personaje, que me hacía pensar "yo seguramente podría hacerlo". No había leído el guion ni nada, pero se me dan bien ese tipo de personalidades, que están ahí en el filo. Cuando me dieron el guion lo leí para ver si me daba tiempo para aprenderme el texto, sobre todo, pero la otra parte de pensar en el personaje e interiorizarlo, ya la había iniciado dentro de mi fantasía personal . No digo que tengamos que ser así, en esto de confiar en nuestros sueños, no creo que sea algo que ocurra, ni un modus operandi en la vida, pero en este caso funcionó.
¿Cómo fue compartir escena con Luis Zahera?
Luis me imponía mucho antes de entrar en contacto con el, pero después de conocerlo su conducta me tranquilizó mucho, tiene una gran empatía y capacidad de trabajar en equipo, de saber compartir el material conmigo que me impresionó mucho, y ayudó a que estuviera tranquilo. Eso es muy importante para que en pantalla no sea vea al actor, se vea al personaje, tu identidad tiene que desaparecer y tienes que estar muy tranquilo.
Interpretasteis a personajes gallegos en un equipo de gente "de fuera", un director de Madrid, ¿hubo diálogo con el equipo para perfilar esos personajes y dotarlos de más carácter autóctono?
El director tiene historia en Galicia, pasaba veranos aquí. No considero que una persona de Madrid sea muy de fuera de Galicia, una cosa es que hable de los Islandeses, por ejemplo, pero para cualquier persona de la península hablar de otros de la península es fácil, los conoces, solo tienes que profundizar. No creo que sea el caso de ser "de fuera". Lo que pasa es que no conocen los detalles, las pequeñeces, entonces sí que había un diálogo muy abierto, cambiamos muchas líneas de texto que nos parecían más locales, eliminamos mucho texto que no hacía falta, porque con una frase pequeña, la forma de decirla y la actitud corporal ya era suficiente. Estaba también con nosotros Fede Pérez, un actor fantástico que hace Guardia Civil en alguna secuencia de la película, el era lingüista en la TVG, y nos ayudó con eso.
En la película vemos ese choque al pasar de vivir en una ciudad a una aldea, algo que también hiciste tú de Barcelona a una aldea de Santiago, ¿crees que la película es representativa de esta experiencia?
La película no es un documental, es una ficción con un director y unos guionistas muy especializados en el thriller, y creo que el objetivo no es reflejar la cotidianeidad de una relación así, el objetivo es crear un contexto más o menos real y comprimirlo hasta que aparece la violencia, para poder hacer que la película funcione y el espectador tenga ese viaje hacia la tensión. Hay muchas cosas de la peli que están basadas en cómo sería pero se narra un hecho excepcional, lo cotidiano está por detrás, en cómo pasa la señora y saluda, cómo es la atmósfera del bar, que no es terrible y oscuro, es un lugar en el que el aburrimiento de la vida del campo está impregnado en todo. Ese es el marco, el fondo, lo que está delante, si lo comparamos con la vida real es exagerado, aunque ocurre, hay una exageración. No tiene nada que ver con mi ejemplo, además en mi caso, yo me he ido y luego he vuelto, conocía el lugar porque soy de aquí, no hay ese choque cultural.
As Bestas te puso en el foco, ¿cómo llevas ser reconocido?
Lo llevo bien, no es para tanto. Yo vivo en el campo, cerca de una ciudad pequeña en la que me crie y conozco a todo el mundo. Tengo una vida normal, si viviera en Madrid igual notaría otra cosa. Aún así no es un fenómeno como una serie de televisión, que genera una exposición brutal, ni tengo un personaje que sea magnético y se convierta en popular para el público.
Y a nivel de crítica profesional, paseos por festivales como Cannes…
A una pequeña escala, la del teatro contemporáneo, ya he vivido esto, lo de ir a grandes festivales y ser bien recibido, formando parte de una propuesta de éxito. Estuve en festivales de toda Europa, en Aviñón, Venecia, en la Bienal recibiendo un León de Plata, entonces esos primeros momentos de alucine ya los tuve, en una escala menor, porque el cine es un poco superior en este sentido. Por una parte veo que todo esto es parecido, pero un poco más grande. Lo vivo como si ya hubiera estado ahí y como si fuera a volver, que ojalá. Una tranquilidad que años antes no me imaginaba, me gusta porque cuando veo a alguien tranquilo en una situación así me da mucha envidia, ahora me doy envidia a mi mismo.
¿Cómo estás viviendo estar nominado a un Goya?
Es como en una película, que solo hay dos formas de vivirlo, estando dentro y estando fuera, como parte del equipo o como parte del público. Yo hasta ahora siempre fui público de eso, de las personas que están nominadas a premios así, entonces siempre tuve opinión o crítica como público. Ahora, por primera vez, estoy dentro y así es muy difícil tener perspectiva. Es muy raro, recibo las noticias y tengo episodios de alegría intermitente a lo largo de la semana, que no obedecen a ninguna lógica emocional ni mental, cuando debería estar alegre estoy frío, cuando debería estar durmiendo me emociono y me despierto. Eso me permite estar en equilibrio, no estoy flipado. Luego la cabeza no para y me pregunto qué pasará, pero es un texto absurdo que no deja de circular y de vez en cuando digo "Diego, calla, ¡tiende la ropa!".
¿En qué estás ahora?
Todo el 2022 me ha servido para prepararme, fue como el verano de la hormiga, haciendo provisiones para poder tener un 2023 disponible. Este año sigo moviendo mi último espectáculo El dios del pop, y El Alemán, que es una obra de 2006. Esto no es difícil porque son dirigidos e interpretados por mi, los conozco. Además, me salieron una película y dos series, algo que no me había ocurrido nunca. Creo que a nivel laboral es suficiente para este año, pero ya te diré cuando acabe 2023.