Hoy se celebra el Día de la Mujer en la Ciencia y Galicia rinde este año homenaje a Jimena Fernández de la Vega, pionera de la genética médica en España. La jornada de hoy sirve para reivindicar el importante papel que ejercen las mujeres es diferentes ámbitos y recordar las dificultades que tuvieron a lo largo de la historia para poder destacar en ellos.
Hemos recopilado cinco gallegas que triunfaron por su labor científica, pese al rechazo o a las trabas para desarrollar su profesión libremente. A continuación os contamos su historia y por qué deben ser recordadas un día como hoy.
Ángeles Albariño
Ángeles Alvariño tiene el honor de ser la única científica española entre las 1.000 más importantes de todos los tiempos. Es considerada, por lo tanto, la científica gallega más importante de la historia. Esta oceanógrafa, zoóloga y profesora fue la primera mujer en participar como científica en un buque de investigación oceanográfico británico.
La ferrolana Ángeles Alvariño está considerada una de las mayores especialistas del mundo en su campo. Tuvo una extensa y exitosa carrera internacional, llegando a convertirse en una eminencia en la National Oceanic and Atmospheric Administration, donde continuó trabajando tras jubilarse en 1987. Su legado va más allá del ámbito científico, ya que reivindicó el papel de las mujeres en la ciencia y la igualdad salarial, que reclamó cuando trabajaba en Estados Unidos.
Antonia Ferrín
Otra de las científicas más prestigiosas de Galicia es Antonia Ferrín Moreiras. Fue la primera mujer en defender una tesis de Astronomía en España. Ocurrió en 1963, cuando Antonia Ferrín ya era licenciada en Química, Farmacia y Matemáticas. Su brillante carrera y el hecho de ser mujer levantó envidias en su gremio. En 1937, con España en plena Guerra Civil, le abrieron un expediente por una denuncia anónima debido a sus ideas políticas.
Fue apartada de la docencia, pero en 1940 consiguió que se revisase su causa y pudo volver a ejercer. Comenzó su carrera astronómica en 1950, cuando entró en el Observatorio de la USC, llegando al culmen de su carrera en 1963, cuando defendió su tesis.
Isabel Zendal
Isabel Zendal fue la primera enfermera en misión humanitaria de la historia. La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna tenía como misión, en 1803, llevar a todo el imperio español la vacuna de la viruela. La casualidad y la necesidad llevaron a esta mujer nacida en Ordes (A Coruña) a participar en la expedición Balmis.
Francisco Javier de Balmis, responsable del proyecto, se percató de que necesitaba una mano femenina para cuidar de los niños portadores del virus de la viruela en su expedición. Zendal fue decisiva durante aquel largo viaje, arriesgando su propia vida para cuidar de los pequeños. Se quedó en México con su hijo, donde se le dedica el premio nacional de enfermería desde 1975, pero en España no llegó a tener una repercusión acorde a su labor.
Ángela Ruiz Robles
En 1949, una maestra leonesa y ferrolana de adopción patentó el que puede ser considerado como el primer libro electrónico de la historia. Se trata de la Enciclopedia Mecánica de Ángela Ruiz Robles. Siempre se consideró a Ángela como una adelantada a su tiempo, innovadora e inconformista. Ya con una plaza de maestra en una aldea de Ferrol, iba a las casas de los vecinos que no podían asistir a la escuela para darles lecciones particulares de manera gratuita.
Llegó a ser directora del Instituto Ibáñez Martín y creó la Academia Elmaca, que se convertiría en uno de los epicentros sociales y culturales de Ferrol. Tras crear su Enciclopedia Mecánica, recibió una oferta comercial de Estados Unidos, que rechazó. Después, trató de comercializarla por su cuenta, pero no pudo hacer frente a la inversión inicial.
Manuela Barreiro
Manuel Barreiro es la primera mujer licenciada en la Universidad de Santiago de Compostela. Fue en 1901 cuando consiguió su título de Farmacia. Debido a las limitaciones impuestas a las mujeres en aquella época, tuvo que pedir permiso para matricularse en la carrera y, más adelante, para ejercer su profesión.
A Manuela se la recuerda por su enérgica lucha para que las mujeres pudiesen estudiar y dedicarse a profesiones vetadas por aquel entonces. Tras licenciarse abrió su propia farmacia en Ribadeo, que permaneció en activo hasta 1933, dos años después de jubilarse.