Cada segundo lunes de febrero se celebra el Día Internacional de la Epilepsia, promovido por la Federación Española de Epilepsia (FEDE). Este año se celebró el 12 de febrero y estuvo enfocado a educar y concienciar sobre esta enfermedad neurológica que sufren 65 millones de personas. La FEDE organiza por esta efeméride los premios Epiforward, que reconocen la investigación de la enfermedad, además de impartir diversas conferencias y sesiones de trabajo.
El grupo de investigación Neurociencia e Control Motor da Universidade da Coruña (NEUROcom) del Centro Interdisciplinar de Química e Bioloxía (CICA) de la UDC, coordinado por el profesor Juan Casto Rivadulla Fernández, se hizo con el premio al mejor proyecto de investigación básica en epilepsia Epiforward 2024.
El equipo de trabajo observó, después de años de trabajo en técnicas de neuromodulación, como eran capaces de reducir la actividad cerebral gracias a la aplicación de campos magnéticos en áreas concretas del cerebro. Casto Rivadulla sabía que la epilepsia es un trastorno en el que el origen se encuentra en una actividad anormalmente elevada de grupos de neuronas o estructuras cerebrales completas, siendo el punto en común de todas ellas la sobreactivación neuronal.
Probaron a aplicar sus campos magnéticos y obtuvieron resultados sorprendentes, la actividad se reducía por encima de las expectativas, dando pie la una nueva línea de investigación básica en esta enfermedad. El trabajo desarrollado busca aplicar sus campos magnéticos de forma generalizada en las cabezas de estos pacientes mediante el diseño de un casco que pueda abordar varias áreas del cerebro a la vez. Ahora mismo la dimensión de los aparatos para áreas concretas en humanos les permite tratar todo el cráneo en ratones con Dravet, pero junto a la Escuela de Ingeniería Industrial de la Universidad de Vigo (UVigo) están trabajando en el diseño de un casco que podrán usar en la siguiente fase del proyecto con humanos.
En este caso, el paciente podría visitar a una clínica de forma ambulatoria, se le aplicaría el casco con campos magnéticos durante un tiempo moderado y esto modularía la actividad cerebral que reduciría las crisis, permitiendo normalizar la vida de estas personas. El doctor Rivadulla apunta que el deseable es que en un futuro este tratamiento pudiera aplicarse en la casa o directamente con implantes.
"O primeiro que cómpre aclarar é o propio concepto da enfermidade", señala Rivadulla. "Entendemos este trastorno en singular coma se cada caso tivese un mesmo orixe e forma de manifestarse. A sintomatoloxía que asociamos popularmente á epilepsia son as convulsións e, aínda que ocorre nalgúns casos, non sempre é así. Coñecer todos os síntomas e falar do concepto de epilepsias pode axudarnos a aumentar a capacidade diagnóstica da poboación, xa que convivimos con síntomas que son epilepsia e non o parecen", añade.
El factor común en las epilepsias
El factor común a todas las epilepsias es la sobreactivación de una o varias áreas del cerebro. En una crisis de epilepsia solo están trabajando los sistemas estimulantes, es decir se produce una actividad anormalmente alta en alguna parte del cerebro o en varias a la vez. Aquí radica la explicación de por que no existe solo un tipo de epilepsia, ya que una de las formas en las que podemos clasificarlas es por la parte del cerebro a la que afectan. Por ejemplo, un brote de epilepsia en la corteza motora o en el cerebelo podrá dar sintomatología de convulsión, pero uno en la corteza sensorial podría darnos simplemente una sensación de formigueo en los brazos o en una mano, así como una sobreactivación en la corteza vinculada al habla podría darnos problemas de acceso a vocabulario.
Otro recurso para clasificar los tipos de epilepsia es el origen. Hay epilepsias que aparecen fruto de un traumatismo, o fruto de una alteración en el desarrollo de la corteza cerebral, pero también podemos encontrar epilepsias de base genética. Las instrucciones de nuestro ADN podrían dar lugar a uno mal funcionamiento dieras sistemas moduladores de actividad cerebral, provocando brotes de uno o múltiples focos.
Asimismo, existe un tipo de epilepsia que combina un origen genético y una sintomatología asociada la crisis multifocales en las que gran parte del cerebro está sufriendo una sobreactivación. Esto les ocurre a los pacientes con Síndrome de Dravet, una forma de epilepsia severa que tiene base en el ADN y se manifiesta a partir del año de vida.
En estos casos, una anomalía genética provoca que las neuronas encargadas de modular a la baja a actividad cerebral no funcionen. Cada vez que estas personas reciben un estímulo que lleva a una sobreactivación, carecen de mecanismos para modular esa actividad neuronal y esto termina provocando una crisis. Dependiendo del caso, los estímulos externos pueden ser tan sencillos como cambios en la temperatura, jugar con un amigo o familiar, escuchar música o ver una película. Descansa decir que la calidad de vida de estos pacientes es indescriptible, pero además su esperanza de vida es muy reducida.