Diego Velázquez (1599-1660) estaría más que orgulloso de ver la adaptación contemporánea de sus Meninas (1656) sobre los muros de Canido, en Ferrol. Múltiples pinturas y graffitis decoran el aspecto de un barrio en declive que ha recobrado la vida tras el éxito de este ingenioso proyecto. Pateamos amodiño este acogedor distrito en busca de los mejores "cuadros" para alegrar el sentido y entender por qué influyen tanto en el entorno.
Una cocreación masiva
Con más de 400 ilustraciones repartidas por las paredes de este pequeño Soho gallego, Canido ha visto llegar a unos 1.500 artistas procedentes de todas partes del mundo para participar en su proyecto de revitalización cultural. Desde muralistas profesionales hasta poetas, músicos o fotógrafos nacionales y extranjeros han querido visitar Ferrol y dejar muestra de su arte en este espacio de efímera, cambiante e interdisciplinar intervención.
Ferrol cuenta con un espacio único
Aunque de temática concreta, sobre la obra maestra del proyecto se abre un sinfín de reinterpretaciones: "Somos únicos en crear un movimiento en torno a una sola obra clásica del barroco. Aquí se ha desconceptualizado e interpretado libremente, y de muchas maneras distintas, una creación custodiada en uno de los mayores museos del mundo (El Prado)", señala Hermida. Este valor asociado a la singularidad de la idea sirvió como fuente de inspiración para un equipo de trabajo del ayuntamiento de Madrid que en 2017 dispuso por primera vez decenas de esculturas de Meninas distribuidas por el callejero de la capital.
Pero en Ferrol las Meninas tienen un toque distinto, insólito, especial. A la vista o escondidas en los recovecos de un plano urbano irregular, Canido luce en sus fachadas exteriores e interiores arte de todos los colores y tamaños. Desde pinturas que parecen salidas de un placentero sueño hasta ilustraciones de diversa textura y profundidad, todas ellas merecen ser recopiladas en un libro que, no obstante, debería actualizarse cada año para ser fiel a la continua ampliación y renovación del espacio creativo utilizado.
El poder de las manos negras
Con todo, este proyecto artístico ferrolano de alcance internacional no solo ha dado brillo a un barrio sumido en la tristeza, sino también ha atraído fenómenos actuales y perniciosos como es la gentrificación. La revalorización del barrio está provocando sobreprecios que, según el artista, son irrespetuosos con el costumbrismo tradicional de la zona, ponen en riesgo el espíritu rural del barrio y dificultan la viabilidad de su rehabilitación para fines residenciales. La intencionalidad artística de enfrentarse al abandono y el sentimiento de guerrilla social encargada de generar optimismo, esperanza e ilusión en una ciudad tan castigada por la crisis y la despoblación, se enfrentan ahora a la especulación que se cierne sobre el barrio.
De la anécdota al icono
Es una realidad que la delicada silueta de las Meninas acompaña cada vez más el nombre del "nuevo Ferrol", convirtiéndose en uno de los símbolos al alza que mejor evocan su identidad urbana tras varios siglos vinculada únicamente (y en el mejor de los casos) a la iconografía naval. Algunos premios institucionales del concello ya han adaptado su fisonomía al de las jóvenes doncellas y en las tiendas de souvenirs también se detecta fácilmente su rastro. Definitivamente, La familia de Felipe IV ya no es patrimonio exclusivo del Museo del Prado.
Cuando el arte se convierte en festival
Desde 2008, cada primer fin de semana de septiembre tienen lugar en Canido una serie de celebraciones que festejan el poder creador del arte del barrio. Se trata de un festival de pintura, microteatro y conciertos de pequeño formato que conmemora en el escenario barrial de Canido el nacimiento de un movimiento que ha embellecido toda el área que lo conforma. Estas fiestas también se aprovechan para seguir creando arte sobre los muros. Hablamos con Eduardo Hermida (1965), artista formado en la Escuela Superior de Arte y Diseño Pablo Picasso de A Coruña, sobre la génesis de este proyecto estrella que coordina.
Entrevista al artífice de la idea
P.: ¿Cuál ha sido el germen del proyecto "Meninas"?
E.H.: Creo que el origen de todo se remonta a mi niñez. Como dijo Rilke: "la verdadera patria de uno es la infancia", por lo que atribuyo a ella la idea del proyecto. De pequeño pintaba con tizas y trozos de teja algunas superficies, lo que fue desarrollando en mí un sentimiento de amor hacia el barrio. Considero que esa sensibilidad del artista a su espacio de trabajo, sobre todo cuando este está vinculado de alguna manera a su infancia, es la principal fuerza sustentadora de un proyecto a lo largo del tiempo.
P.: ¿Cuándo comenzó a tomar forma el proyecto?
E.H.: En 2008 comencé a pintar algunas meninas junto a mi hija, un viejo alumno, una vecina y el también artista Jorge Cabezas. Él trabajó en un dibujo artístico sobre una pared, pero un vecino lo ocultó al poco tiempo con un rodillo de pintura blanca. Al día siguiente de saberse lo ocurrido, múltiples artistas urbanos de todo el país se solidarizaron con nosotros y los convocamos en el primer fin de semana de septiembre de 2008. El llamamiento fue tan exitoso que desde entonces nos reunimos cada año en las mismas fechas para seguir pintando, y utilizamos el festival como soporte para restaurar y ampliar las creaciones. Este año se celebrará durante los días 4, 5 y 6 de septiembre, pero estaremos bastante condicionados debido a la emergencia sanitaria.
P.: ¿Por qué Las Meninas y no otra obra?
E.H.: Para mí, Las Meninas es el cuadro más grande de la pintura española, contiene mucho simbolismo y puede resultar interpretable por mucha gente. No obstante, el proceso creativo de la obra tiene una gran particularidad. Su autor, Velázquez, trabajaba bajo un compromiso con los reyes, pero en su lienzo reflejó el "patio trasero" de la corte: las doncellas (meninas), los enanos… en definitiva, la servidumbre. Y todo ello con la tristeza de la comprometida infanta Margarita Teresa de Austria como protagonista. Así pues, en la elección de la obra para el proyecto estuvo presente la niñez como nexo entre la infanta y yo, ya que la infancia es una etapa vital a la que otorgo gran importancia. Otro factor destacable es el origen gallego de una de las meninas, Agustina de Sarmiento, quien se crió en el Monasterio de Canedo, en las Rías Baixas. La fonética de Canedo y Canido facilita el juego de palabras entre ambas. Además, la figura del perro (cánido, no Canido) que equilibra la horizontalidad del cuadro, es otro de los aspectos que me llevaron a determinar su elección. Por último, no se puede olvidar un detalle insoslayable: Menina es una voz gallego-portuguesa que se refiere al joven paje real de género femenino que había en la corte. Hubiera sido misión imposible encontrar alguna otra obra mejor conectada con el barrio y Galicia.
P.: ¿Qué papel toman las pinturas en el día a día del barrio?
E.H.: El proyecto pictórico reivindica el pasado animado del barrio a la vez que le otorga un presente que actúa como punto de inflexión hacia un futuro prometedor. La obra de tantos creadores que han pasado por aquí ha contribuido, sin duda, a la dignificación de un barrio tan degradado como el nuestro. Artistas y vecinos intercambian con orgullo y admiración mutuos sprays y paredes que se abrazan en el tiempo para establecer vínculos entre todos ellos.
Apoyo como reconocimiento
El padre del artista, Jaime Hermida, reconoce sentirse orgulloso de la buena acogida vecinal y gremial del proyecto promovido por su hijo, así como de haberlo vivido con él y ver cómo se han ido superando los diferentes obstáculos organizativos a los que se enfrentaron: "No todo fue fácil". Tras 11 años de ilusión, en 2019 la Televisión de Galicia distinguió a Canido con el premio al mejor barrio de Galicia según los espectadores. Por su parte, el concello, la Xunta y la Sociedade Mixta de Turismo de Ferrol sufragan buena parte de los costes de producción del evento anual.
Recientemente, el estudio de arte Eduardo Hermida donde el artista ferrolano da clases de pintura ha sido trasladado de su anterior ubicación al número 2-4 de la calle Riego, situado en el propio barrio, a escasos metros del cruceiro.