A pesar de que todo en Santiago gira en torno a su catedral, alrededor de la que surgió toda una ciudad, la capital gallega también late de la mano de otro corazón situado al borde de su Casco Histórico y fuera de su antigua muralla: el Barrio de San Pedro, un espacio único, independiente y con vida propia.
San Pedro nació como un arrabal en la propia entrada de Compostela que se encontraban los peregrinos al alcanzar la ciudad desde el Camino Francés, justo antes de acceder a ella por la Porta dos Franceses, la que hoy es la Porta do Camiño.
La historia del barrio
La construcción de la muralla de Santiago -destruida en su práctica totalidad en el siglo XIX- se remonta al siglo X, cuando Almanzor arrasó la ciudad y la catedral sin encontrar apenas resistencia en su camino.
El cierre de la ciudad, cuyas puertas sólo se abrían entre el alba y el atardecer, llevaba a los peregrinos a buscar cobijo extramuros, de tal modo que, poco a poco, se fue creando un ecosistema propio, relacionado con el Casco Histórico y a la vez independiente: el Barrio de San Pedro.
De este modo, en San Pedro convivían desde peregrinos a artesanos, pasando por mercaderes y personas acaudaladas. El barrio fue tomando forma de la mano de múltiples ordenes religiosas, que levantaron muchos de los edificios que hoy día siguen en pie y en los que aún se pueden apreciar escudos con las iniciales de las órdenes de San Martiño Pinario (S.M.) y San Caetano (S.C.), así como de la propia Iglesia compostelana (S.T.).
En la parte del barrio más cercana al Casco Histórico se levantaron el monasterio de San Domingos de Bonaval, que hoy alberga el Museo do Pobo Galego y el Panteón dos Galegos Ilustres, o el Pazo de Baladrón, donde se encuentra la residencia de mayores de la Porta do Camiño.
Precisamente en el interior del pazo se encuentra una de las cuatro fuentes públicas de las que disponía el barrio, la utilizada por más pudientes; las tres restantes, en el Matadero, Casas Reais y San Domingos de Bonaval, estaban destinadas al bautismo de peregrinos, los pobres y los enfermos, respectivamente.
A ambos lados del trazado del último tramo del Camino de Santiago fue tomando forma la Rúa de San Pedro, el epicentro del barrio y la calle más larga de Compostela hasta la construcción de la Avenida de Lugo.
En su recorrido, esta calle se cruza con la Praza de San Pedro, donde se ubicaba el antiguo monasterio de San Pedro de Fóra, para finalizar en el Cruceiro de San Pedro y fundirse con la Rúa dos Concheiros, que debe a su nombre a que era el barrio donde vivían y trabajan los artesanos dedicados a la fabricación de las conchas que después portaban los peregrinos.
Aunque se suele asociar el barrio a la Rúa de San Pedro y las calles aledañas, éste abarca también el Parque de Belvís, uno de los pulmones verdes de Compostela que debe su nombre a un apócope de "Bela vista", en clara referencia a las espectaculares vistas del Casco Histórico que se pueden apreciar desde lo alto.
Tradición y modernidad
Precisamente en Belvís y sus edificios se aprecia a la perfección la idiosincrasia del barrio, a caballo entre la tradición y la modernidad: junto al Convento de Santa María de Belvís o el Pazo de Belvís se encuentran el Seminario Menor, un ejemplo de arquitectura regionalista que, pese a su aspecto antiguo, data del siglo XX, y el Centro Sociocultural da Trisca, un edificio moderno diseñado por el arquitecto estadounidense John Hejduk.
Esta dualidad también se observa a día de hoy entre el esplendor barroco del Convento de San Domingos de Bonaval y el Centro Galego de Arte Contemporáneo (CGAC), un diseño contemporáneo del arquitecto portugués Álvaro Siza.
San Pedro en la actualidad
En la actualidad, el Barrio de San Pedro es uno de los más activos de la ciudad a nivel social, económico y cultural. Sus calles albergan una gran cantidad de establecimientos de hostelería y tiendas de todo tipo, todo ello a escasos metros del Mercado de Abastos.
Nada más abandonar el Casco Histórico por la Porta do Camiño es habitual encontrarse de frente las terrazas repletas de la Praza do 8 de Marzo, antesala de una gran oferta gastronómica, con la cocina de barrio del Pampín, la tradición del Dezaseis, el precioso jardín y las tapas de A Moa, la innovación de A Maceta, los helados artesanos de Xearte Brigitte o la inspiración japonesa y peruana de Izakaya Marquesa.
La movilidad en el barrio experimentó un gran cambio en los últimos años con la peatonalización de la Rúa de San Pedro; en la parte trasera de esta calle, orientada hacia Belvís, aún existe una buena cantidad de huertos urbanos.
Sus fiestas también son muy populares, siendo las principales las Festas do Barrio de San Pedro, que cada año dan entrada al verano, o sus "cacharelas" en la noche de San Juan.
Sin embargo, el haberse convertido en el "barrio de moda" de Santiago también trae consigo consecuencias negativas: en 2017, las asociaciones vecinales decidieron dejar de celebrar -al menos temporalmente- la Feira da Primavera al entender que "expulsaba" a los vecinos del barrio.
Del mismo modo, en los últimos años se viene acentuando un cierto proceso de gentrificación del barrio, cada vez más masificado ante el continuo crecimiento del Camino de Santiago y en el que empiezan a proliferar los pisos turísticos.
Con sus muchas luces y las sombras que también asoman, el Barrio de San Pedro, doble Patrimonio de la Humanidad al formar parte tanto de una ciudad que recibe esta distinción como del Camino Francés, seguirá latiendo con vida propia y recibiendo a quienes acudan a él, ya sea de paso o para quedarse, con las palabras grabadas en sus calles: "Europa se hizo peregrinando a Compostela".