El Monasterio de San Martiño Pinario, el segundo más grande de España -solo por detrás de El Escorial- y uno de los conjuntos barrocos más importantes de Galicia junto a la Catedral de Santiago, ya es Bien de Interés Cultural (BIC).
La aprobación por parte del Consello da Xunta este mismo jueves del expediente para convertir el monasterio en BIC permitirá dotar de un mayor grado de protección a los más de 200 bienes que alberga San Martiño Pinario.
En su interior, el monasterio, de 20.000 metros cuadrados y cuyo origen se remonta al siglo IX, alberga actualmente la sede del Seminario Mayor, el Instituto Teológico, una hospedería, la Escuela Universitaria de Trabajo Social o el Archivo Histórico Diocesano de Santiago de Compostela.
Historia
El origen de San Martiño Pinario se remonta a antes incluso de la fundación de la Compostela que conocemos hoy en día: tras el descubrimiento de los restos del Apóstol Santiago y la construcción de una iglesia sobre los mismos ordenada por Alfonso II "El Casto", se levantó un oratorio dedicado al culto a Santa María, la iglesia de la Corticela.
Por aquel entonces también se erigió el germen del monasterio benedictino de San Paio de Antealtares y, ya en 912, el obispo Ordoño II le donó a dicha orden unos terrenos junto a la Catedral de Santiago y la propia iglesia de la Corticela.
Esta edificación, al igual que todo el entorno de la tumba del Apóstol, se vio afectada por el ataque de Almanzor sobre la ciudad: tan solo quedó en pie la capilla, que a día de hoy forma parte de la propia Catedral de Santiago.
A pesar de la destrucción de este santuario, el peso que había adquirido la orden benedictina llevó a levantar un nuevo monasterio fuera de la primera muralla de la ciudad, que solo incluía a la iglesia que hoy es la Catedral, la Praza da Quintana, el convento de San Paio y algunas calles.
Este monasterio fue sustituido por otro más amplio, cuya iglesia fue bendecida por Diego Xelmírez, el primer arzobispo de Santiago, en 1102. Con el paso de los siglos, los terrenos de los benedictinos fueron creciendo paulatinamente, si bien esta orden no tenía demasiados posibles.
Esta situación cambió radicalmente en 1494, cuando esta orden quedó supeditada a los benedictinos de Valladolid y San Martiño Pinario fue designado como residencia para las otras dos comunidades de la ciudad, San Paio de Antealtares y San Pedro de Fóra.
Fue entonces cuando arrancó la época de esplendor de la orden benedictina en Galicia, plasmada en el propio Monasterio de San Martiño Pinario: se convirtió en el más poderoso de Galicia, teniendo bajo su mando la mayoría de monasterios de la comunidad, y empezó una ambiciosa reedificación.
Así, en el siglo XVI arrancó la construcción del complejo de 20.000 metros cuadrados que conocemos hoy en día, aunque el proceso no concluyó hasta 1747.
Las fachadas
La fachada principal de San Martiño Pinario, que data de 1738, fue diseñada por Gabriel de las Casas y pasó por las manos de dos maestros constructores: González Araujo primero y Fernando de Casas y Novoa después.
La fachada está conformada por cinco pabellones y en su centro dos parejas de grandes columnas toscanas soportan un entablamiento con pináculos. Sobre la puerta hay una imagen de San Benito, un gran escudo de España y, coronando la construcción, una imagen de San Martín a caballo rasgando su capa para compartirla con un pobre.
En el acceso, que conecta el claustro procesional con la Praza da Inmaculada, se levantó una escalinata en arco para salvar el desnivel, una construcción del benedictino Plácido Camiña.
La fachada de la Iglesia, consagrada a Santa María, está orientada hacia la Praza de San Martiño. Antes de alcanzarla ya destaca su escalinata ovalada, obra de Manuel de los Mártires, y su estética barroca, mucho más recargada que la de la fachada principal.
En esta fachada, con estructura de retablo y separada en tres cuerpos y tres calles, destacan las estatuas de la Virgen y varios abades benedictinos. La parte superior es mucho más sobria que la de la fachada principal y está coronada por un frontón triangular con una estatua de San Martín de Tours.
La iglesia
La iglesia fue una obra coral: el arquitecto portugués Mateo López se encargó del inicio de la obra, el granadino Bartolomé Fernández Lechuga fue responsable de la cúpula y el salmantino Peña y Toro trabajó en las obras de contención en algunos muros del complejo.
Este templo cuenta con una planta de cruz latina con tres naves en el brazo principal y una en el transversal. Al acceder a su interior destaca inmediatamente el retablo mayor de estilo barroco diseñado por Fernando de Casas y Novoa y ejecutado por Romay.
Este retablo, además, tiene doble cara: una hacia la nave de la iglesia y otra hacia el coro. Estos dos cuerpos, que tratan la Asunción y la Coronación de la Virgen, cuentan con una gran decoración en pan de oro, con columnas salomónicas, volutas, perlados y hojas de acanto.
La sillería del coro, realizada en nogal por Mateo de Prado, es la más importante realizada en Galicia y, junto al retablo y los laterales en los brazos el crucero, forma uno de los principales conjuntos del barroco peninsular.