Pensar en Santiago lleva irremediablemente a pensar, además de en la Catedral de Santiago y todo lo que la rodea, en la universidad. Su principal emblema, además de sus edificios históricos, es el Campus Sur, donde conviven facultades, residencias, instalaciones deportivas y zonas verdes.
Ubicada entre la Alameda de Santiago, la Carballeira de San Lourenzo y las carreteras de Noia y Conxo, esta "ciudad jardín" es un entorno único de la capital gallega y tiene su origen hace casi un siglo.
El origen
Para encontrar el origen del Campus Sur hay que viajar a unos años antes de su construcción en 1929. Concretamente, a 1909, cuando la Exposición Regional Gallega aprovechó parte de los terrenos que hoy forman parte del Campus Sur para sus instalaciones.
Poco queda de aquella exposición: todos sus pabellones fueron demolidos, a excepción del diseñado por Antonio Salas, que aún pervive como la Escuela Infantil de Santa Susana, en la Alameda, o la propia escalinata que une la Alameda y el Campus, cuya estructura se mantuvo pese a haber sido remodelada posteriormente.
La construcción del Campus Sur tal y como lo conocemos hoy se empieza a plantear en 1929, cuando se aprobó un ambicioso proyecto para ampliar la Universidade de Santiago de Compostela con una mayor dotación de residencias, infraestructuras y, por supuesto, facultades.
En 1928 se habían comprado los terrenos comprendidos entre la Alameda de Santiago, la carretera de Noia y la de Conxo, tras lo que se le encargó al por aquel entonces arquitecto municipal, Constantino Candeira Pérez, diseñar todo el proyecto de urbanización de la zona.
En 1930 fue sustituido en el cargo por Jenaro de la Fuente Álvarez, quien se encargó de desarrollar este proyecto que parte del eje de la escalinata de la Alameda de Santiago, desde donde fue tomando forma el conjunto del Campus de Santiago.
El anteproyecto para la construcción de la zona central del campus y sus principales edificios se presentó en 1930, aunque fue ligeramente recortado debido a lo ambicioso del mismo.
Así, tras descender la escalinata de la Alameda -ampliada con un tramo más para descender hasta el Campus-, en primer término se encuentra una amplia zona ajardinada con un estanque en el centro que desemboca en la Praza de Rodríguez Cadarso -rector de la USC durante la Segunda República-, donde se sitúan los tres colegios mayores.
En el campus confluyen tanto los jardines con una marcada estructura geométrica como los espacios verdes más irregulares, como los que se sitúan a ambos lados del citado paseo. Más allá, la zona del Monte da Condesa cuenta con espacios de bosque abierto.
El Campus Sur supuso una gran innovación para el urbanismo de la ciudad, creando un espacio dominado por amplias zonas verdes y salpicado de edificios, una suerte de "ciudad jardín" que todavía mantiene esa misma estructura.
Además de las residencias universitarias, pabellones e instalaciones deportivas, el Campus alberga las facultades de Relaciones Laborales, Biología, Ciencias de la Educación, Ciencias Políticas, Derecho, Farmacia, Física, Matemáticas, Psicología, Química, así como otros edificios emblemáticas como la Biblioteca Concepción Arenal.
Sus 400.000 metros cuadrados están repletos de vegetación de todo tipo, entre la que destacan los ginkgos del estanque, los cedros del Atlas, los cedros del Himalaya o los alciprestes, además de camelias, tuyas o magnolios.
Las esculturas
Además de sus edificios y zonas verdes, el Campus Sur también cuenta con varias esculturas. Algunas de ellas aluden a la vida universitaria más académica, como la que honra al jurista Emilio Penzol Labandeira, mientras que otras se centran en su vertiente más lúdica, como el Monumento a la Tuna, construida en 1980 con motivo del Certamen Internacional de Tunas celebrado en Santiago.
Sin embargo, la más relevante tanto por su simbolismo como por su emplazamiento -en la Praza de Rodríguez Cadarso, rodeada por los colegios mayores- es la que creó en 2007 el escultor Acisclo Manzano para recordar a los 44 profesores expulsados de la universidad durante la Guerra Civil.
Esta escultura, realizada en hierro, representa un remolino que esparce en el aire los pensamientos y deseos de aquellos profesores, que se vieron truncados por la purga realizada por el Régimen. Junto a la estructura figura una estrella con el lema "Vae Victis, 1936…".