Una de las últimas visitas que hizo la cantante Rocío Jurado a Galicia fue para abrazar al Apóstol. También imitaba este gesto Carmen Sevilla en el año 1996 cuando arrasaba presentando el Telecupón y aprovechó la ocasión para pedirle paz para todos los españoles. El cantante Luis Miguel lo hizo en el año 2004 y diez años más tarde, Angela Merkel dejó a un lado su fama de mujer fría y achuchó al Santo.
Miles y miles, millones de abrazos ha recibido el Apóstol hasta que la pandemia se llevó esta tradición, pero ¿por qué? ¿de dónde nace esta tradición? ¿Estaba falto de cariño?
Sin lugar a dudas se trata de uno de los rituales jacobeos con más emoción y se tiene constancia de que se produjo por primera vez en el siglo XIII, al finalizarse las obras de la catedral. Se trata de un rito que surge por el afán de sentir la cercanía física de Santiago después del esfuerzo de la peregrinación y hasta existen leyendas que hablan de que la figura del Apóstol estaría hecha de una piedra especialmente energética…
Si lo pensamos desde un punto de vista religioso este abrazo significa que el Apóstol nos acoge (dicen que incluso en la imagen de Santiago se puede intuir una sonrisilla íntima) y nos da la bienvenida a su casa, como el mejor de los anfitriones. En ese gesto de cariño e intimidad que reside en el abrazo muchos fieles aprovechan también para pedir algún deseo. Para otros muchos es simplemente la meta, lo que se diría vulgarmente llegar y besar el santo.
El gesto del abrazo al Apóstol constituye el fin del Camino y el encuentro con el Santo pero, tal y como podemos ver en la Plaza del Obradoiro, este gesto de cariño también se da entre todos los que han completado la ruta juntos. En definitiva, todos los posibles significados pasan por la ilusión de la llegada.
Este rito no ha variado desde que se inició, en el año 1211, cuando se colocó la escultura en el altar mayor dentro del contexto de una transformación en la forma de percibir y circular por la catedral. Se trata de una estatua monumental hecha en piedra policromada del taller del Maestro Mateo y en la que encontramos representado a un Santiago maduro, con bigote y barba, entronizado, con cartela y báculo terminado en forma de tau. Más adelante, en la época barroca, la escultura recibe añadidos: un nimbo, la esclavina, un nuevo báculo y el trono de plata.
Fue en ese 1211 cuando se procedió a regular la apertura de las rejas del espacio en el que se situaba la escultura para que los peregrinos pudiesen acceder a entregar limosnas y ofrendas y dar esos abrazos y así ha sido hasta que el 9 de marzo del año 2020 los obispos de Galicia se adelantaron a lo que estaba por venir y dieron una serie de indicaciones con el fin de extremar la higiene en los actos litúrgicos por el coronavirus. Se sustituía el abrazo por una reverencia, algo que, hasta la fecha, se mantiene, para evitar el contagio. Además, para que este acceso al camarín siga siendo posible se les pide a los fieles que sigan el debido orden y distancias en el acceso al mismo.
Los abrazos en pause y la retirada del agua bendita son solo una muestra de las medidas obligadas por la crisis sanitaria a la que se suman la obligatoriedad de llevar puesta la mascarilla en el interior de la Catedral, el control del aforo y el respeto de la distancia de seguridad en la visita al mismo.
Pero no todo van a ser malas noticias y es que recientemente se han puesto en marcha las visitas guiadas nocturnas a la Catedral de Santiago, en un proyecto que organiza la Fundación Catedral de Santiago y que permite el recorrido guiado por el interior del templo en horario nocturno, una vez que se ha cerrado al público, en dos turnos de visita (22:30h y 23:00h), en grupos de 25 personas que van acompañadas de guías oficiales.