Santiago es un lugar mágico que esconde una cautivadora tradición de leyendas y mitos. Ahora que se acerca la festividad céltica de O Samaín, es interesante conocer una de las historias populares que oculta una de las plazas más emblemáticas de la capital gallega.
Para entender y disfrutar de esta leyenda, debemos dirigirnos a la Praza da Quintana, curiosamente dividida en dos niveles conectados por unas escaleras. Antes de adentrarnos en cuentos posiblemente ficticios, no está de más recordar que en algún momento de la historia de la ciudad, en la parte alta de la plaza (conocida como Quintana dos Vivos) estaban situados los tribunales que administraban la justicia de la ciudad y en la parte baja (Quintana dos Mortos) se ubicaba un cementerio en el que se enterraban, entre otros, los cuerpos de los ajusticiados a muerte.
Si cruzamos la Praza da Quintana durante el día, es posible que apenas nos inmutemos de la existencia de una esquina situada poco antes de la Puerta Santa, justo en la base de la Torre del Reloj.
Pero si nos acercamos a última hora del día, la cosa cambia. Cuando cae la noche, observaremos cómo la oscuridad se adentra en la ciudad y por consiguiente el alumbrado de la plaza se enciende. Es entonces cuando aparece una figura humana con indumentaria medieval, sombrero y bordón. ¿Es realmente la sombra de una persona?
Podría decirse que tan solo es un efecto óptico causado por el fulgor de las luces y la opacidad de las sombras sobre el muro de granito de la Catedral, en el punto exacto dónde está ubicado uno de los pararrayos. Pero en Compostela no queremos obviar las leyendas mágicas que se esconden tras esa estampa. De hecho, la imagen acumula un sinfín de estas fascinantes narraciones populares: el alma de un peregrino que se quedó atrapado en la Catedral; el triste destino del francés Leonard du Revenant tras cometer tres asesinatos; el alma que acompaña a los caminantes y no aparece hasta que llegan a su destino… Aunque la versión más extendida no es ninguna de estas tres. Te la contamos.
La leyenda remite a la historia de amor entre un sacerdote de la Catedral de Santiago y una monja de clausura del convento de San Paio, emplazado al otro lado de la plaza. Ambos vivirían este romance en secreto a través de un pasadizo oculto que, situado bajo la escalinata, uniría la Catedral con el convento.
Pero los amores secretos terminan cansando y una noche el sacerdote decidiría citar a su amada para huir juntos. Él intentaría no llamar la atención y esperaría escondido en una esquina de la fachada de la Catedral vestido como un peregrino medieval.
Ella nunca aparece.
Muchos siglos han pasado pero el enamorado sigue acudiendo cada noche a esperar pacientemente por si acaso su amada decidiese aparecer para continuar juntos con ese legendario amor.