Si hay algo que caracterice a las calles compostelanas es el ir y venir constante de visitantes que recorren la ciudad y se alojan una o varias noches en los diferentes hostales, apartamentos, pensiones y hoteles con los que contamos.
Ahora mismo es fácil llegar a Santiago desde cualquier parte del mundo en no demasiadas horas, sobre todo si lo comparamos con lo que suponía viajar hace no tantos años.
Antaño los viajeros que llegaban a Compostela tardaban incluso meses en pisar tierra santa y al llegar se alojaban en monasterios, hospitales, conventos e incluso en la misma Catedral que tenía un pequeño espacio habilitado exclusivamente para ellos.
Sabemos que Santiago no contó con alojamientos hosteleros formales como tal hasta finales del siglo XIX, momento en que comenzó a modernizarse.
El sector turístico español coge, crisis y pandemia por medio, cada vez más fuerza. Durante el mes de mayo de 2022 en los hoteles de Santiago de Compostela se calcula que la media de noches que pernoctamos fue de 1,74 por persona y la estancia media en el conjunto de España de 3,02 noches por persona en el mismo período.
Está claro que la forma en que viajamos ha cambiado por el aumento de transportes y el modo en que consumimos establecimientos hoteleros también ha variado. En Santiago hay abiertos un total de 163 hoteles y como bien sabemos todos y polémicas a un lado, junto a este número de plazas hoteleras (unas 7.600 según datos del INE) en todas las ciudades españolas ha surgido otro tipo de ofertas como los apartamentos turísticos.
Pero con la situación actual ya explicada ahora vamos a remontarnos a finales del siglo XIX, en concreto al año 1897 cuando los hermanos Mengotti desplazaron su ya famosísimo Hotel Suizo de la rúa da Conga a un edificio modernista de tres plantas en la rúa Cardenal Payá, que después de un tiempo de obras, abría sus puertas a comienzos del siglo XX.
Los Mengotti eran una familia suiza que llegaron a España con la idea de implantar el negocio del salón-café atendiendo de una forma especial a su clientela y fueron los promotores que dieron vida tanto al Café Suizo, la Fonda Suiza en Compostela y el Hotel Suizo. La familia, que había vivido la gloria, alcanzó la decadencia y la tragedia personal (ambos hermanos perdieron a sus hijos pequeños y enviudaron muy jóvenes) pero en un ejercicio de superación retomaron la actividad y aumentaron la reputación de sus locales, en especial del Hotel Suizo, en la esquina de Cardenal Payá con Mazarelos.
Inaugurado en el año 1904 el establecimiento contaba con servicio de carruaje para sus clientes, un espectacular y elegante comedor que llegó a acoger a más de 325 comensales el día que Montero Ríos inauguró la antigua Escuela de Veterinaria ( hoy sede del Parlamento de Galicia) y contaba con 36 habitaciones.
En ellas se alojaron personalidades como Miguel de Unamuno, Gonzalo Torrente Ballester y hasta el mismísimo Ernest Hemingway que repitió estancia en más de una ocasión.
Heminway y Santiago
Hemingway (1899-1961) estuvo varias veces en Galicia y hay cartas que así lo demuestran en las que habla de sus viajes a Vigo, A Coruña, Noia y Ourense. En ese intercambio epistolar recomienda a un amigo que visite esos lugares, sobre todo Santiago, que en sus propias palabras era “la ciudad más hermosa que había visto jamás…”. Sabemos que en concreto el Nobel se alojo en dos veranos, los de 1927 y 1929 en el Hotel Suizo de Compostela y que allí encontró la inspiración literaria para su obra Adiós a las armas influenciado por su relación con la Galicia de aquel momento.
Con Adiós a las armas, finalmente publicado en 1929, Hemingway adquirió aun más reconocimiento literario del que ya gozaba, quién sabe si ayudado por la magia compostelana atrapada en las paredes del Suizo o quizás por lo mucho que disfrutó la gastronomía de la zona, alabando las ricas truchas del Ulla y el Tambre que él mismo pescaba.
Tal y como pueden ver en las fotografías, sobre la fachada del 18 de Cardenal Payá, hay colocada una placa en la que se cuenta que tanto Hemingway como Torrente Ballester residieron allí y aunque por el edificio han ido pasando diferentes negocios, la estética es prácticamente la misma desde que en 1904 comenzase su andadura como Hotel Suizo.
Pero cabe destacar si hablamos de personalidades que pasaron por este lugar, que la fotógrafa etnográfica y documental norteamericana Ruth Matilda Anderson (1893-1983) fue también huésped del Suizo, acompañada de su padre y que incluso instaló en su propio cuarto un pequeño laboratorio de campaña para poder revelar sus negativos.