Una de las razones por las que Galicia es un territorio con tanta riqueza, además por su historia, gastronomía, cultura y naturaleza, es por su lengua. Y mucho más allá del reconocido gallego, en nuestra comunidad autónoma hay sorpresas en prácticamente cada municipio, e incluso pueblo. De esta manera, existe una gran variedad de diccionarios particulares en cada territorio, a través de los cuales solamente las personas autóctonas se entienden.
Si bien es verdad que Santiago no cuenta con un amplísimo glosario de términos propios – debido sobre todo a que gran parte de la ciudad está conformada por turistas y estudiantes no locales – algunos sí que hay.
En una ciudad en la que a choiva é arte, es probable que si encajas bien con alguien al poco rato se dirija a ti como meu, cuya traducción exacta sería el posesivo "mío", pero que informalmente hablando se utiliza como apelativo cariñoso (en inglés, se usan los conceptos "Dude" o "bro").
Supongamos que ya has llegado a ese punto de amistad con alguien de Santiago. ¿Qué es lo siguiente? Pues probablemente te inviten a ir de cuncas ("ir de vinos") pero, ojo, no a la turística calle del Franco, sino justamente en la paralela: a la Rúa da Raíña, la calle de vinos por excelencia de la ciudad. ¿Y por qué ahí? Pues aunque un picheleiro – nombre por el que se conoce a los santiagueses – te dirá no te sé decir ("no tengo ni idea"), la respuesta es porque esa zona se llena de mazo peña ("mucha gente") y los precios de los vinos de la casa de cada local son un chollo ("ganga"). Cuidado por cierto, porque si está a chover a cántaros es posible que metas un pie en una fochanca ("bache", "socavón"). Y si te pilla la lluvia, pídete un porrón ("recipiente de cristal o cerámica que se llena de bebidas alcohólicas").
En algún momento durante tu estancia en Santiago es posible que te apetezca jalar, término que abarca dos significados distintos, pero con matices en común "comer" y "enrollarse" con un alguien. Vamos, lo que viene siendo ir más allá que un par de besos pero no llegar al acto sexual. Y hablando de no llegar, ¿Qué pasa si no llegas a clase, intencionadamente? Aquí no se hacen pellas, sino que se lata a clase y si tus profesores o padres se enteran y te rosman ("gruñen") siempre puedes inventarte alguna trapallada ("tontería") para justificar que estabas de carallada ("fiesta").
En Santiago hay muchos peregrinos y parece que a mayores ("además", "también") muchos pavos y pavas. Sí, pero hay que aclarar que cada vez que escuches este término no se está refiriendo a un ave de llamativas plumas, sino a cualquier chico o chica, más bien joven, a quién te puedes dirigir directamente ("Pavo, mejor vámonos a otro sitio") o en tercera persona ("Me lo contó una pava pero no recuerdo su nombre").
Si vienes a la capital gallega y te cuelas entre el día a día de la gente más enxebre ("pura", "auténtica") descubrirás que estas palabras forman parte de la cultura local, y sino es que estás chosco ("ciego") porque estas palabras en Santiago… habelas, hainas.
Y tú, ¿Qué otros términos o expresiones incluirías?