“Pasa la tuna en Santiago, cantando muy quedo romances de amor” son las primeras palabras de la famosa Compostelana, una canción compuesta por Méndez Vigo y que se popularizó a ritmo de pasacalle al ser incorporada en el repertorio clásico de las agrupaciones musicales de la Universidad española, las conocidas como tunas.
Por empezar por el principio, tenemos que aclarar que existen diferentes versiones sobre el origen de la palabra tuna. Por un lado están aquellos que apuestan a que deriva del verbo tunar que tendría el significado de llevar una vida vagabunda viajando, tocando y bailando, pero sin embargo hay quien dice que vendría de la palabra atún y compara la vida de estos peces a la de los tunos, de naturaleza migratoria, sin permanecer estáticos en ningún sitio y buscando siempre alimento.
Dando por buenas ambas y con el origen y significado en la mano es hora de hablar con ritmo y alegría de la tuna en Santiago de Compostela y sus curiosidades.
La primera constancia que existe de la existencia de la tuna en Compostela data del año 1873. Surgió como una iniciativa estudiantil para participar en las fiestas de carnaval en los años de la Restauración y aunque vivió sus años más gloriosos en el último cuarto del siglo XIX podemos decir que hasta mediados de los años noventa del XX la tuna formó parte de la vida santiaguesa y sus serenatas eran tan deseadas como temidas, en especial por los padres de las jóvenes a las que los tunos intentaban conquistar interpretando Clavelitos, Fonseca, Las cintas de mi capa o En esta noche clara. Aquel grupo de hombres jóvenes que se dedicaban a tunar conquistaban a las mujeres y llevaban en sus capas colgando cintas en recuerdo a las conquistas de las noches de ronda.
La tuna la constituían estudiantes con pocos recursos que para sacar algo de dinero para sus gastos de alojamiento o para el viaje de vuelta a su lugar de origen al finalizar el curso, se ponían a cantar y tocar. Los jóvenes que trovaban por pensiones y fondas para conseguir un plato de comida con el que llenar el estómago fueron haciéndose muy populares y se les conocía como “sopistas”, por aquello de actuar a cambio de un buen caldo o potaje. Como curiosidad, sepan ustedes que todos los tunos tenían un mote por el que era conocidos.
En los momentos de esplendor y auge de los tunos por Compostela era habitual encontrarse con estos grupos la Raíña y el Franco, en donde tenían un buen número de bares y mesones a los que entrar a amenizar las noches.
Toda historia que se precie necesita de un buen escenario en la que desarrollarse y en Compostela encontramos la antigua pensión del siglo XVIII que el escritor Alejandro Pérez Lugín recreó en su novela La Casa de la Troya (1915), donde contaba la historia de Gerardo Roquer, un joven estudiante que llegaba a la ciudad para iniciar sus estudios universitarios lejos del hogar familiar.
El edificio histórico funcionó como pensión hasta los años setenta del siglo pasado y tras ser adquirida por el Concello se reconvirtió en museo, abriendo sus puertas al público de mayo a septiembre. El sótano del edificio está dedicado a la Tuna Universitaria Compostelana y allí podemos conocer instrumentos, becas, capas y un buen número de premios y trofeos que dan buena fe de la importancia de las tunas como elemento cultural de la vida musical, implicado en el día a día de la ciudad.
Sin duda, Compostela fue territorio de tunas universitarias y hasta los años noventa del siglo XX casi todas las facultades contaban con su propia agrupación, destacando la de Medicina, Farmacia y Derecho. La tercera es la única que sobrevive actualmente pero, sin embargo, los componentes, aunque músicos, ya no son jóvenes estudiantes de la USC. No obstante la formación vive un buen momento y agosto del 2023 estuvieron de gira por Colombia ofreciendo sus actuaciones.
Usted mismos podrán comprobar que en la web de la Tuna de Derecho podemos consultar que entre sus servicios, ofrecen música para bodas, despedidas de soltera y cualquier tipo de evento. Además y para deleite de los más curiosos, durante el verano ofrecen un concierto gratuito todas las noches sin lluvia en la Plaza del Obradoiro, bajo los soportales de Raxoi.
Pese a que es una actividad que se relaciona directamente con los hombres existen numerosas tunas femeninas repartidas por la geografía española. En Compostela estuvo activo unos cuantos años la Tuniña Femenina.
Como reconocimiento del aprecio y valor que los santiagueses dan a la tuna, en el Campus Sur universitario se puede encontrar el monumento en homenaje a estas agrupaciones musicales estudiantiles que muchos antiguos miembros mantienen vivas a través de encuentros y conciertos, como lo hacen desde la Asociación Cultural Musical de Antiguos Tunos compostelanos puesta en marcha en el 1979, que conserva y promueve el Museo de la Troya, dedicando una atención preferente a las actividades musicales en Galicia y, especialmente, en Santiago de Compostela, creando y consolidando una agrupación de pulso y púa dedicada a la investigación y divulgación del patrimonio musical gallego de finales del siglo XIX y comienzos del XX.