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Galicia es tan conocida por sus preciosos paisajes verdes y su costa como por la historia y el misterio que la envuelven. Esto último se junta con que es la comunidad autónoma donde se encuentran más localidades abandonadas, fruto tanto de la dispersión geográfica propia del territorio como de la progresiva despoblación del rural.

Así, Galicia se constituye como un escenario perfecto y por explorar para los amantes del urbex (o exploración urbana), la afición por visitar edificios abandonados, situados generalmente en zonas alejadas. Para los seguidores de esta tendencia estadounidense, aquí van algunas propuestas de espacios abandonados (pero seguros) para visitar en Santiago de Compostela y alrededores.

Casa abandonada de Fonforrón, en Porto do Son

La casa con la playa de Fonforrón a sus pies. Quincemil

Esta edificación tendría proyecto de ser una casa, se supone. Pero ya hay vecinos que la recuerdan abandonada toda la vida. Pudo ser o no por la ley de costas pero, fuera cual fuere el motivo, lo cierto es que la casa no se acabó jamás.

No tiene más historia, pero no le hace falta: no hay una casa, acabada ni abandonada, que tenga las vistas que tiene esta. No hay mucho que explorar, pues nunca nadie la ha habitado y, además, es muy pequeña. Sin embargo, todo el protagonismo se lo llevan sus increíbles vistas.

IES Esparís, en Brión

Un pasillo de la planta baja del antiguo centro IES Esparís. Quincemil

Aunque al verlo no lo parezca, solo hace dos décadas que este antiguo instituto de secundaria de la parroquia brionesa de Viceso cerró las puertas a sus alumnos. Ya no quedan mesas, sillas o pizarras, hoy en día repartidas entre las aldeas de alrededor, pero prueba de que esto fue un centro educativo está en su suelo, con algunas estancias donde todavía se dejan ver algunos libros y folios.

Todo está completamente abandonado y destrozado: el edificio central, con sus aulas y baños, y el gimnasio del centro. Una de las estampas que más atrapan la encontramos en unas escaleras exteriores del edificio central. Allí podemos ver una fachada más escondida, igual de funesta, pero rodeada de naturaleza y desde donde se vislumbran solo campos y monte.

Las estancias han sido ahora lienzos para grafiteros que visitan el lugar y campos de batalla para actividades como el paintball, así que cuidado, que puede que no estés solo.

Fábricas de papel, en Lousame

La fachada de la antigua fábrica de papel de Fontán. Quincemil

El ambiente que recrean las antiguas fábricas de papel del ayuntamiento de Lousame es mágico y de cuento, digno para dedicarle una tarde de exploración. Además, para visitarlas puedes realizar una maravillosa ruta por los ríos de San Xusto y Vilacoba, cuya calidad fue determinante a la hora de situar allí las fábricas, a los pies de la orilla. El espacio natural que las rodea no te dejará indiferente.

Son cinco las fábricas de papel que tienen sus ruinas visibles y que crean una atmósfera de misterio, ya que la vegetación se ha fusionado con lo que queda de ellas. La primera que se encuentra en la ruta es la fábrica de Brandía, empresa que sigue existiendo, aunque en su nueva localización en Vidán. Sin embargo, esta nave abandonada de piedra data de principios del siglo XIX.

La siguiente es la fábrica de Fontán, relacionada con la familia de Domingo Fontán, el conocido autor del primer mapa de Galicia en el siglo XIX. A esta fábrica se la considera la principal de la ruta, al tener también una imponente estructura. Además, es la más accesible para visitar sin realizar la ruta. Está a solos unos metros de la localidad de Castro.

A continuación están las fábricas de Galiñeira y la de Soutorredondo. La primera es, por su lado, la más pequeña, mientras la segunda es la mejor conservada, al ser posteriormente usada como conjunto de oficinas de una piscifactoría cercana. Por último, encontramos la fábrica de San Xusto, sin duda la peor conservada.

Fábrica de cepillos y escobas La Concha, en Teo

Uno de los murales del interior de la nave. Quincemil

A pesar de que en 2011 esta antigua fábrica situada en Teo sufría un aparatoso incendio, su estructura permanece casi intacta. En su interior ya no queda maquinaria ni restos de lo que en su día fue el lugar donde Cepillos La Concha desarrolló su actividad. Sus puertas cerraron, después de solo cuatro o cinco años de actividad, en el 1983.

Lo que sí hay, en su interior, es prácticamente una galería de arte. Los grafitis se han adueñado de todas las paredes de la enorme nave. Algunos son más bonitos que otros, pero desde luego, los hay que parecen auténticas obras de arte. Además, sus estancias más pequeñas, como oficinas o baños, dan auténticos escalofríos.

Pazo do Espiño, en Santiago de Compostela

La capilla del Pazo do Espiño. Quincemil

En este lugar casi de fantasía olvidarás que estás en el centro de la ciudad y a un escaso kilómetro de la Praza do Obradoiro. A este abandonado pazo rodeado de vegetación se accede desde el Parque de Galeras, en la capital gallega. En concreto, en el propio Parque de la Finca do Espiño. Sigue en estado de abandono aunque se ha comenzado un proyecto de rehabilitación.

Esta señorial casa fue erigida por Jesús López de Rego entre 1910 y 1915 bajo encargo de Ramón Gutiérrez de la Peña Quiroga y se considera posiblemente el único pazo gallego de origen modernista. Consta de una capilla, la residencia principal, un estanque y decoraciones en sus esquinas con perros y gárgolas. Incluso puedes jugar a buscar alguna cara humana, que las hay.