Delito contra el patrimonio, un término jurídico del que mucho hemos oido hablar en los últimos meses a raíz de las pintadas vandálicas que manchan nuestros monumentos. La colegiata de Santa María del Campo ha sido una de las últimas víctimas. Pero este “delito” también podría ser utilizado para otro tipo de actos que, más que vandálicos, son todo un atentado.
Un ejemplo es el caso de la desaparecida Iglesia de los Jesuitas, ubicada en la calle Juana de Vega. Sí, ese edificio de viviendas cuyo bajo alberga una iglesia. Si cogemos una fotografía de 1899 y otra de los años 90 pensaremos que no estamos ante la misma iglesia, y es que en realidad no lo es. Lo único que permanece inalterable es su ubicación y su nombre.
La iglesia de los Jesuitas comienza a construirse el13 de mayo de 1899, mediante una instancia presentada al Ayuntamiento, por parte de Martín Nuín Juanaraz. Este vecino de A Coruña, propietario de los solares donde hoy día se levanta el edificio solicita licencia para edificar un templo. Pero no un templo cualquier, uno de la orden de los jesuitas.
Tenía entonces la ciudad 40.000 habitantes y Juana de Vega estaba al comienzo de un Ensanche que estaba planificado pero que todavía no había dinero para iniciar la construcción de sus calles y edificios. En este escenario se concede licencia para la construcción del templo y de una casa anexa.
Ambos edificios no se caracterizarían por su suntuosidad, pero si están construidos de manera sólida y decorosa. Y con una excelente calidad. Las paredes exteriores de mampostería y las bóvedas del templo de ladrillo hueco son algunas de las características de esta edificación.
El 20 de septiembre de 1901, el superior de la Orden de la Compañía de Jesús, en Coruña, Manuel María Royo, comunicaba la finalización de las obras de construcción de la iglesia y la casa, pero quedaba pendiente la construcción de la aguja de la torre que tuvo que interrumpirse por problemas para la adquisición de materiales.
Al ver que no avanzaba al ritmo deseado, se solicitó la prórroga de la licencia. Finalmente no se levantó como estaba previsto en los planos, sino que acabó siendo una aguja esbelta.
La demolición
Sin embargo, pese a todos los esfuerzos e inversiones en este templo, desaparece en 1992 si mayor explicación. En un principio se destruyó debido a un supuesto fallo estructural, habría que saber hasta qué punto es cierta esta teoría.
La cuestión es que el domingo 22 de marzo se oficiaron los últimos actos religiosos. Tras ellos, se procedió a su demolición. En ese mismo momento, A Coruña deja atrás un signo de identidad de la ciudad y sus ciudadanos.
Hoy en su lugar se levanta un edificio de viviendas cuyo bajo alberga un templo de estilo modernista, con una fachada en la que predomina dos elementos: la piedra y el cristal. Todo un atentado contra el patrimonio.