La Institución Benéfica Padre Rubinos es hoy una de las más queridas en la ciudad de A Coruña, por su dedicación y asistencia a los más desfavorecidos, brindando un lugar donde pasar la noche o lavar la ropa a personas sin hogar, atendiendo a los mayores en la residencia de ancianos y ofreciendo plazas en su guardería a las familias con escasos recursos.
Detrás de la Institución que hoy lleva su nombre estuvo el esfuerzo que dedicó el padre Antonio Rubinos por lograr que A Coruña contase con una entidad dedicada a la asistencia social que hoy, desde su nueva sede del número 325 de la Ronda de Outeiro, es una referencia en España.
La Institución que hoy se llama Padre Rubinos no fue fundada por él, sino que ya existía bajo el nombre Patronato de la Caridad desde 1918. Lo que nunca cambió es el propósito de la entidad: extinguir la mendicidad en la ciudad de A Coruña. El logro del Padre Rubinos fue luchar por garantizar que la institución haya llegado más "servicial" que nunca a día de hoy.
¿Quién fue el Padre Rubinos?
Antonio Rubinos nació en 1899 en A Coruña y se confesaba coruñés de nacimiento y de corazón. Tenía 10 hermanos con los que se crió en la ciudad herculina (uno de ellos, también sacerdote, fue maestro de Fidel Castro en Cuba). Sintió la vocación religiosa siendo muy joven, y con 15 años recién cumplidos, ingresó en los Jesuitas de Carrión de los Condes en Palencia.
Vivió en Cuba y en República Dominicana y no fue hasta el año 1946 cuando pudo regresar a A Coruña, donde vivió los últimos 36 años de su vida. En la ciudad herculina comenzó a desarrollar una labor social que hoy se continúa en la Institución que lleva su nombre.
Una labor que el Padre Rubinos canalizó a través de la dirección del Complejo Residencial que forman el refugio del Patronato coruñés de la Caridad, en funcionamiento desde agosto de 1918. Cuando Antonio Rubinos se hizo cargo del antiguo Refugio, "encontró un edificio ruinoso e inhóspito".
Con mucho empeño y recabando el apoyo de muchos coruñeses, logró poner en marcha la construcción del nuevo refugio en un solar contiguo. Tal y como él decía "El refugio no es un asilo… El Refugio debe ser siempre lo que dice su nombre: un refugio, un puesto de defensa y de abrigo; una estación de parada y fonda para el náufrago de la vida, para el desorientado o desplazado de la sociedad".
Era importante que quien llegara buscando refugio lo encontrase, de ahí que fuese prioritario un espacio acogedor y ordenado. Una vez conseguida la nueva sede, prosiguió nuevos retos que dieran servicio a otros sectores sociales. Fue así como junto al nuevo refugio se construyó en 1971 la “Residencia Padre Rubinos” para personas mayores. Se completaría el complejo social con una Guardería Infantil.
Si algo lo caracterizaba, era su capacidad para conectar con personas de las más diversas procedencias. Lo mismo estaba volcado en procurar donaciones y limosnas de los coruñeses más pudientes, como pasaba las tardes compartiendo con mayores y niños de la residencia. "Sin distinción de trato, marcó con su ejemplo un estilo de convivencia, sin diferencias de años, creencias, medios, inteligencia o idearios", dice su biografía.
"Le pedían consejo y el Padre Rubinos tenía siempre soluciones, palabras de aliento, frases cariñosas. Nunca se enfadaba y sabía encajar las bromas con un aguante y una calma imperturbable", cuentan quienes le conocieron, hasta que en enero de 1983 falleciese.
Centenario y nueva sede
El año pasado se cumplieron 100 años de la creación de aquel primer refugio de A Coruña, que el Padre Rubinos impulsó desde que regresó a A Coruña en 1946. Como reconocimiento a los 100 años de actividad, el Estado le otorgó la Orden Civil de la Solidaridad Social. Además desde enero de 2018 recibió el título de Real Institución, un reconocimiento que otorga la Casa Real y que le dio el título de Institución Real.
Donaciones para renovar el sueño del Padre Rubinos
La sede actual del albergue pudo construirse gracias a una donación de la Fundación Amancio Ortega que proporcionó 25 millones de euros para que la labor de la Institución continúe en el tiempo. De alguna forma, la construcción de la nueva sede fue un reconocimiento póstumo a la labor del Padre Rubinos, quien en los años 60 logró movilizar la filantropía coruñesa para construir un nuevo refugio para continuar con una labor asistencial tan necesaria y no siempre visibilizada.
La nueva sede es ahora modelo de espacio de atención en España, integrando diferentes servicios, como siempre persiguió el Padre Rubinos: la guardería, con 95 plazas para familias con escasos recursos, la residencia de mayores, con 146 plazas a las que se suman las ofrecidas en el centro de día y el albergue para personas sin hogar, que cuenta con 70 habitaciones y ofrece un servicio de comedor que atiende al día dos turnos de 164 plazas.
El filántropo del siglo XXI, Amancio Ortega, realizó una millonaria aportación que junto a la cesión del uso del suelo que hizo el concello de A Coruña, permitió la continuidad del sueño del Padre Rubinos de un modo renovado. La vida de un coruñés volcado en la lucha contra la exclusión social y prestar un servicio que, como el propio Rubinos describió, consiste en ser una "Casa abierta día y noche para recibir a todos, sin más instancias ni documentos que la propia necesidad e indigencia, que en muchos casos no admite trámites ni dilaciones".