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El callejero de A Coruña esconde muchos secretos, pero también cuenta la historia de la ciudad desde múltiples perspectivas. Los nombres de las calles, plazas y avenidas responden a homenajes a conocidos habitantes de la urbe o ciudadanos vinculados a ella por algún evento que son recordados de esta forma.
Pero no solo lo hacen a nivel individual. Son varias las personas que dan nombre a calles o plazas situadas cerca que mantuvieron una relación amorosa. Repasamos estas particulares localizaciones y las historias de amor de sus protagonistas.
Juana de Vega y Francisco Espoz de Mina
La calle Juana de Vega une la Plaza de Pontevedra con los Jardines de Méndez Núñez, pero antes pasa por la Plaza de Mina. Francisco Espoz y Mina nació el 7 de junio de 1781 en Idocin (Navarra) y 24 años después nacería en A Coruña su futura esposa, Juana de Vega. La pareja se conoció cuando la gallega tenía tan solo 15 años, durante una visita del militar para tomar posesión como Capitán General de Galicia, y se casó un año después. El acto tuvo lugar en la casa paterna de Juana de Vega, en la calle Real.
Espoz y Mina se exilió a Inglaterra tras la llegada de las tropas de "los cien mil hijos de San Luis" en apoyo del Rey absolutista Fernando VII. En 1825, Juana se reúne con él y la pareja pasa diez años emigrada en el país británico, con largas estancias en Francia. En 1836, tres años después de haber regresado a España, el general muere. Su madre ya había fallecido y poco después lo haría su padre: Juana de Vega se convierte así en heredera de un gran patrimonio familiar y, como viuda, en la Condesa de Espoz y Mina.
La coruñesa consiguió todos los permisos para conservar a su marido embalsamado en una de las habitaciones de su casa en la calle Real. Otra curiosidad vinculada a la muerte del militar se encuentra en el testamento de Juana de Vega. La gallega dejó claro que los restos del general debían ser trasladados a Navarra con la excepción del corazón. ¿A dónde fue a parar este órgano? Juana de Vega fue enterrada en 1872 en el cementerio de San Amaro, en el mismo nicho que sus padres. Pidió que solo se incluyese su nombre junto con la siguiente inscripción: "Viuda del General Don Francisco Espoz y Mina, cuyo corazón se halla aquí".
Modesta Goicuria y Eusebio da Guarda
Eusebio da Guarda González (1825-1897) cuenta en A Coruña con numerosos espacios que llevan su nombre, entre ellos el primer instituto de la ciudad, que él mismo llevó adelante. Precisamente, es este edificio el que más cerca se sitúa de la travesía nombrada como su esposa, Modesta Goicouría.
El coruñés se formó como piloto e ingresó en la marina mercante. Eusebio da Guarda consiguió para A Coruña la representación de los vapores de Antonio López y de la Compañía Trasatlántica Española, pero algo que sería determinante para su matrimonio fue su trabajo con el armador Juan Menéndez Fuertes. El cubano falleció en 1852 y, dos años después, el coruñés se casó con su viúda.
Modesta Goicouría Cabrera era once años mayor que Eusebio da Guarda. La pareja consiguió una de las mayores fortunas de la alta burguesía coruñesa de la época y desarrolló importantes avances en la ciudad herculina, como la construcción del Instituto, de las Escolas da Guarda y del mercado de la plaza de Lugo. Da Guarda y Goicouría también promovieron la construcción de la iglesia de San Andrés con la condición de que ambos pudiesen ser enterrados en ella, algo fue respetado.
Emilia Pardo Bazán y Joaquín Vaamonde
La escritora Emilia Pardo Bazán dejó huella en A Coruña y en la sociedad en general gracias a sus ideas precursoras del feminismo y los derechos de las mujeres, entre otros aspectos de su vida. Esto se refleja en el callejero coruñés, donde es posible encontrar varias referencias a esta crítica literaria, aunque solo una está al lado de la calle en honor a su pareja.
¿Cuál es? La calle Emilia Pardo Bazán, una paralela a la avenida Linares Rivas. El edificio del registro civil y varios bloques de viviendas se interponen entre ésta y la calle Pintor Joaquín Vaamonde. Este miembro de la Generación Doliente de la pintura gallega emigró en 1887 a Buenos Aires para proseguir con la formación artística que había iniado en A Coruña. Siete años después regresó a su ciudad natal, donde conoció a Emilia Pardo Bazán y la retrató por primera vez en pastel.
La condesa de Pardo Bazán se convirtió en su gran amiga y protectora, según recoge la Real Academia de la Historia, y lo apoyó cuando se mudó a Madrid. El pintor falleció a los 28 años de tuberculosis, tras lo que Emilia Pardo Bazán lo inmortalizó como protagonista de La Quimera. Esta novela refleja ciertos elementos autobiográficos, entre ellos la relación que ambos mantuvieron.
Más parejas… y no siempre juntas
El callejero coruñés tiene más referencias a parejas vinculadas a la ciudad. Es el caso de Elisa y Marcela, que tienen una calle que lleva el nombre de ambas muy cerca de la plaza de la Tolerancia. Otros matrimonios, sin embargo, no tienen la suerte (o desgracia) de permanecer juntos en los homenajes recibidos con el paso de los años.
Francisca González Garrido, más conocida como Fanny Garrido, fue una poetisa y escritora coruñesa que empleó el seudónimo de Eulalia de Liáns para firmar sus obras. Nacida en 1846, contrajo matrimonio con el también coruñés Marcial del Adalid. El compositor musicalizó los poemas de su esposa en Cantares viejos y nuevos de Galicia y murió en 1881, cuando tenía 55 años. Fanny Garrido se casó de nuevo con el químico lucense José Rodríguez Mourelo, y ahora las calles que la homenajean tanto a ella como a su primer esposo están a unos 25 minutos de distancia a pie. El parque de Santa Margarita se interpone entre ambos.
Otra pareja separada por el callejero, aunque en este caso por un cuarto de hora si se recorre la distancia caminando, es la formada por Rosalía de Castro y Manuel Murguía. Casados entre 1858 y 1885, año en el que fallece la escritora, fueron dos figuras fundamentales del Rexurdimento galego.